Músicos a pie de metro
Pilar L. Arreaza, Paula Arocha y María Ñacle
Dice Sabina que la vida es un metro a punto de partir. Bien lo saben, las miles de personas que cada día se suben a uno de ellos. La escena cotidiana de las estaciones refleja en ocasiones las prisas, los agobios y las largas esperas de los pasajeros. Pero si se habla del metro de Madrid, también se hace eco de sus músicos. Amateurs o profesionales. Hombres o mujeres. Venidos de todas partes que, en cada rincón, amenizan con sus melodías los pasillos subterráneos. Y le ponen color a sus túneles.
La capital de España despierta cada día a las seis de la mañana, hora en la que abre el suburbano. Entonces comienza la jornada laboral de muchos trabajadores que toman sus vagones entre presteza y estrés. Pero también la de los cientos de músicos que trajinan sus bártulos para tocar y cantar en los andenes de los 294 km que recorren el metro madrileño. «Decidimos venir lamentablemente por la situación que estamos viviendo en nuestro país», comentan a Madrilánea José Antonio Fernández y Jesús Heredia, músicos llegados de Venezuela que engalanan con su ritmo la estación de Avenida de América. Hace seis meses que estos artistas abandonaron su tierra para venir a Madrid. «Es difícil comenzar de cero y llegar a España dejando a tu familia y todo lo que tienes en tu país», reconoce Fernández.
Actualmente Venezuela es la nación con mayor inflación del mundo. Además de la crisis sociopolítica que vive el país. «Por nuestra forma de pensar y nuestra ideología no compartimos la política que está viviendo el gobierno actual. Por ese motivo fuimos perseguidos en nuestro trabajo. Nosotros éramos profesores de orquesta sinfónica. Y por pensar diferente nos vimos en la obligación de irnos», añade.
Los músicos acuden regularmente a diferentes estaciones de la red de metro para tocar el violín. Para Fernández es una oportunidad de darse a conocer «de manera honrada» y de hacer lo que les gusta. «La gente lo agradece. Es muy receptiva con la música que hacemos y eso se ve en la propina», suma. Aunque vienen del mundo clásico, Heredia y su compañero interpretan todo tipo de melodías. «Tocamos música clásica, ya que tenemos bastante repertorio de nuestra trayectoria en la orquesta. Pero además hacemos música popular de nuestro país que es muy contagiosa. A todos les gusta», concluye. Y así, a ritmo de «despacito», una de las canciones más escuchadas en todo el mundo, contagian con su energía a los transeúntes.
Las estaciones se convierten en un escenario improvisado. Donde cobran vida todo tipos de instrumentos. Es el caso de Christian, un chico de origen búlgaro que no lleva más de cinco meses en la península. Aún no domina el español, pero con esfuerzo cuenta que a diario transporta su pesada batería por el suburbano, buscándose la vida. «En mi país estudié 10 años en el Conservatorio. Me gustaría dar clases de batería. Suelo tocar en el metro porque necesito el dinero para poder pagar lo básico», confiesa.
Al igual que él, Luis G. Cabezas Morales, músico de origen ecuatoriano que ve en el subterráneo de Madrid una ventana para llegar al resto del mundo. «Llevo en España 16 años y 15 estoy tocando en el metro, en la calle y en las plazas. Aquí soy un músico urbano. En Ecuador tocaba solo en escenarios. Pero de vez en cuando tengo presentaciones con mi banda, La Vía Láctea Guitar. Todos los días toco dos o tres horas en el metro, y está bien».
Otra joven de 21 años, Isabella Parada Centeno, de origen venezolano, explica que vino a España porque aquí había más oportunidades. «Mi sueño es ser cantante, además la situación de mi país es muy complicada». Parada lleva residiendo casi un año. Desde entonces ha utilizado su mejor instrumento: su voz. A los cuatro años empezó a cantar y desde entonces no ha parado. «Mi sueño es estar en un escenario». La cantante comenta que al día puede llegar a ganar hasta 50 euros.
¿Qué se necesita para tocar en el metro?
«Para tocar en la calle hay que pedir permiso, pero para tocar dentro del Metro no hace falta . Solo para tocar en las plazas o terrazas, por ejemplo. La verdad es que yo he tocado muy poco fuera», explica Morales.
De la misma forma, desde el Gabinete de Comunicación de Metro nos explican que no es necesario ningún requisito para que los músicos puedan estar en los vestíbulos, pero no en los vagones. «Pueden tocar libremente. Lo único que deben hacerlo en lugares donde no obstaculicen el tránsito o supongan un peligro para los viajeros. Por ejemplo en un andén o colocarse en hora punta en algún sitio con muchos viajeros. Tampoco pueden tocar en el interior de los trenes por las molestias que puedan ocasionar», aseveran.
Además, para cumplir con este requisito «los trabajadores vigilan toda la red de Metro para comprobar que los músicos están en los sitios adecuados».
Por otro lado, desde Metro explican que es difícil saber el número de músicos que puede haber. «Es algo que depende de las épocas, de las líneas o del momento del día». Lo que sí está claro es que los artistas forman parte del Metro de Madrid desde hace mucho tiempo. Por lo que son ya un elemento casi imprescindible.
Pues yo voy a empezar a cantar en el Metro acompañado por mi guitarra. Me da un poco de reparo, porque aunque he cantado en otros escenarios, éste para mí será una novedad. Ya tengo elegido el primer repertorio y en dos días empezaré.