Padre Ángel: «La Iglesia en España no está perseguida. Quien lo diga miente como un cosaco»
Parecida a las señales que anuncian la presencia de farmacias por la calle, una cruz azul reza a las puertas de la Iglesia de San Antón, en el céntrico barrio de Chueca: «Iglesia abierta 24 horas». Allí no dan medicinas, prestan ayuda a 400 o 500 personas a diario -3.000 al año, aproximadamente-. «Es una isla de misericordia», describe el padre Ángel, fundador y presidente de la organización humanitaria Mensajeros de la Paz, al asegurar que la gente va a dormir, a desayunar o a encontrar consuelo. Por ello, desmiente cualquier acusación que los vecinos han realizado afirmando que ha aumentado la drogadicción en el barrio. «Aquí no hay navajazos ni droga. Esto no es una narcoiglesia», afirma con rotundidad al recibir a este medio en la mesa de camilla que tiene en su iglesia para hablar con los allí presentes.
¿Cómo reciben las personas que entran a su Iglesia las ayudas que ustedes les prestan?
La reciben no creyéndose que pueden encontrar esto. A veces con lágrimas y otras apretando los dientes. Pero no todos los que vienen son los indigentes, los pobres o los necesitados sino que también viene mucha gente como mujeres, madres o abuelas a pedir que se curen sus hijos o a tener unas palabras de consuelo. La vida a veces es muy dura para algunas de estas personas.
¿Qué le transmiten a ustedes estas personas?
Solamente la palabra gracias. Gracias por escucharme, gracias por estar.
Sin embargo, hay asociaciones de vecinos que dicen que el barrio está sufriendo más peleas, más drogas…¿Cómo afronta estas críticas?
Aquí no hay peleas, no hay droga. Es decir, los pobres siempre estorban. Puede ser que en alguna ocasión alguno de estos se ponga nervioso, pero esto no es la Cañada, aunque tampoco la Cañada es el infierno. Además, no son todos los vecinos, son tres o cuatro que no solo protestan de esto sino que también se quejan de que haya patinetes en las calles o porque haya motos de tres ruedas. A veces queremos tener una ciudad que sea un paraíso, pero oye, la ciudad de Madrid no lo es.
Aun así, yo les entiendo, lo comprendo. Pero yo no les insulto como ellos a veces llegan a insultar, a difamar o a decir que esto es una narcoiglesia. Son acusaciones tan graves que son sujeto de denuncias judiciales ante el fiscal. Y segundo, existe lo que es ese desprecio por diversidad sexual. Es decir, han llegado a decir que aquí vienen a hacer cosas raras, pero aquí no hay navajazos ni trapicheo. Lo que se puede ver es que hay gente durmiendo, una persona tapada u otra con el móvil.
Estaba viendo que los voluntarios de Mensajeros de la Paz hablan con ellos y se saben sus nombres. ¿Es gente ya conocida o vienen nuevas personas?
No, muchos de ellos son conocidos y los voluntarios vienen aquí a dar un poco de bálsamo de paz y de ilusión. A algunos les molesta que aquí les demos un café, una manta o un sitio para sentarse… En fin, hay que tener mala baba para pensar que eso es hacer daño a alguien.
¿Cómo pueden las Administraciones públicas ayudar a estas personas?
Poniendo voluntad política, colaborando. Yo me atrevo a decir que antes que AVE, autopistas o aeropuertos, lo social debe primar. Hay que hacer albergues, lugares a los que puedan ir a dormir, a descansar, a comer. Y todos lo dicen en las elecciones pero después la realidad es que a veces escasean los medios económicos. Pero dicho eso, hay que destacar que los servicios sociales en España son de diez. Hacen mucho más los servicios sociales que lo que a veces hacemos las ONG.
Cada vez hay más personas que viven y acaban muriendo solas. ¿Es una nueva categoría de excluidos de la sociedad? ¿Cómo pueden actuar los servicios públicos?
Sí, no solo los pobres mueren solos, los ricos también. Hay mucha gente que tiene mucho y está sola en casa. Sus hijos, sus nietos, su mujer o su esposo les han abandonado. El Papa Francisco lo dice: «Los dos problemas mayores que hay es la migración y la soledad». Y eso tiene remedio: la soledad con compañía; la migración con voluntad política. Es decir, no intentando ver qué país de Europa es el que menos puede acoger, sino ver qué país puede acoger a más inmigrantes. Pero se están peleando para ver cuál es el que menos puede acoger.
Entonces, ¿a los políticos les falta dinero o les falta voluntad para acoger a estas personas?
El dinero está ahí. Les falta voluntad política, tesón, arranque y también valentía. Muchas veces el hacer estas cosas les puede costar disgusto o hasta el puesto. Pero uno no puede estar en un puesto de servicios sociales y no poder hacer nada. Necesitamos gente líder, con alegría, que crea en estos proyectos.
¿Es la sociedad de ahora más solidaria que la de hace unos años?
Sin duda alguna. El mundo de hoy es mucho mejor que el de hace 200 años. Nunca en la historia de la humanidad hubo tanta solidaridad. Nunca hubiéramos imaginado que 120 jefes de Estado se hubieran reunido para poder erradicar la pobreza o luchar contra algunas enfermedades. Y lo han hecho. No se ha conseguido todo pero se ha hecho mucho.
¿Se está polarizando la sociedad española con estos partidos que están surgiendo que parecen menos solidarios?
Son menos solidarios en lo que es de boca. Pero cuando es de corazón no se pierde nada. No hay nadie que pueda encontrar a un tío tirado en la calle y lo siga dejando en la calle. Hoy nos conmueve cualquier desgracia o evento como el Coronavirus. Es decir, no nos ha llegado a nosotros pero nos resulta doloroso que exista, aunque sea en China.
¿Teme qué el nuevo Gobierno legisle en contra o tome medidas que puedan afectar a la Iglesia?
No. La Iglesia en España no está perseguida. Quien dice eso miente como un cosaco. Muchos de los que hoy están en el Ejecutivo han estudiado, se han formado en lugares de la Iglesia. Son personas que toleran y que son tolerantes. La Iglesia no tiene que temer nada. En otros países sí está perseguida pero aquí, quien diga eso, miente.
Uno de los movimientos recientes en España es el del 8-M, esa lucha por la igualdad entre hombres y mujeres ¿Cómo trasladamos este mensaje de igualdad a la Iglesia?
Se está trabajando en eso. Nadie puede negar que las mujeres están marginadas, que las mujeres tienen que seguir luchando para estar equiparadas y exactamente igual que los hombres. Y en la Iglesia pasa igual. El Papa Francisco lo dice una y otra vez pero a veces no basta con decirlo, sino que hay que hacerlo.
¿Debemos poner en España un pin parental como pide Vox?
A lo que hay que tener miedo no es al pin parental sino a que haya escuelas que no tengan calefacción o aire acondicionado o a que haya niños que no tengan todo el material escolar necesario. A eso hay que tener miedo, lo demás son adornos.
Somos hijos del Estado, somos hijos de nuestros padres, somos hijos de la sociedad, somos hijos de los maestros con los que estamos. Por eso, creo que tienen ganas de enredar las cosas. Uno no deja de ser hijo de su padre ni ser hijo del Estado. El Estado tiene la obligación de cuidar a otras personas, darles trabajo, casa, comida… Lo dice la Constitución. A ver si lo hacen o no lo hacen.
¿Se está utilizando a los niños entonces como arma política?
Sí, pero los utilizamos todos. Incluso el padre contra la madre o la madre contra el padre. Pero déjame decirte que a los hijos los utilizamos más para hacer el bien y no para hacer el mal. Los hijos somos fruto del amor de nuestros padres. Y eso no lo duda nadie, ni el que ha dicho que los hijos no son de los padres.
Entonces ¿qué es mejor, enseñarle a los hijos los valores que uno crea oportunos o enseñarles todos para que sea el hijo el que elija?
Yo creo que hay que enseñarles todos para que el niño elija, sin duda alguna.
Uno de los retos que tenía era abrir una iglesia 24 horas y ya lo ha conseguido ¿qué le falta por hacer?
Mi reto es que no haya nadie durmiendo en la calle. No es posible que en el siglo XXI pueda haber gente durmiendo en la calle incluso con niños. Hubo un hombre que dijo «ojalá un día pueda pensar que los negros y los blancos viajen en el mismo autobús» y soñaba con ello. Yo sueño en que un día no haya personas en las calles durmiendo.
¿Lo ve posible?
Sin duda alguna. En unos años estará cumplido porque se nos caerá la cara de vergüenza ver a gente morir incluso de frío en la calle.