Vuelve el Día de Mercado en la Cámara Agraria
Autores: Ana Delgado y Noemi Nacemento
El mercado de la Cámara Agraria de Madrid es una iniciativa para saborear el género local y que nació hace nueve años, en 2011, con el fin de promover el consumo local apoyando a los más de 60 expositores que acuden a este espacio. Ofreciendo multitud de productos, está abierta al público desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde. Carnes de vacuno de la Sierra de Guadarrama. Verduras y hortalizas, llegadas desde localidades como San Martín de la Vega o Aranjuez. Aceite de oliva, aceitunas y quesos de poblaciones como Campo Real. Huevos camperos, de gallinas alimentadas a base de cereales, así como cervezas artesanas e hidromiel, una de las primeras bebidas alcohólicas que consumió el ser humano.
«Aquí dan a probar de casi todo, independientemente de que uno compre o no. Hay carnes, hortalizas, quesos, miel natural, aceitunas… muchísimas cosas. Lo recomiendo a todo el mundo, vengo todos los años y hoy he disfrutado mucho. Además, la entrada es gratis», nos cuenta Manuel, cliente habitual del mercado.
Estas variedades autóctonas que están mejor adaptadas a la zona requieren menor esfuerzo de conservación y menos gastos. Además, su consumo favorece el impulso de las economías locales. Un círculo que colabora en la estabilidad del entorno y que nos lleva a un consumo sostenible y coherente. Sin salir de la capital, se puede disfrutar de una gran variedad y calidad de auténticos productos agroalimentarios de proximidad. Los cocineros elaboran recetas en directo, mientras los productores acercan al público los secretos del género con el que trabajan. Además se organizan talleres y otras muchas actividades.
Productores y consumidores
La relación directa entre productor y consumidor mejora las rentas de los agricultores y ganaderos. Asimismo, favorece el conocimiento de los pueblos de origen y contribuye al desarrollo de la economía local. La promoción de los productos agroalimentarios a través de un sistema de venta directa es una experiencia que está dando «excelentes resultados», según confirman los comerciantes, ya que «hoy en día, el consumidor valora cada vez más los productos de su entorno, que además le llegan directamente del propio productor».
Paralelamente a los puestos habituales, cada uno de los días de mercado se dedica a un producto, un plato o una actividad, dependiendo de la temporada en la que encuentren, y en este caso, le tocó el turno al cocido madrileño, un plato típico que ayuda a entrar en calor en las tardes más frías de invierno.
Degustación a buen precio
En la entrada del mercadillo de Casa de Campo podemos encontrarnos con un mostrador de venta de tickets. Estos tickets, a un precio de tan solo dos euros la unidad, permiten al público la posibilidad de degustar varios productos o catar algún vino de la región y cerveza artesana. En esta ocasión, se llevaba el protagonismo el cocido madrileño, la ternera, la tortilla y el queso de oveja. Una iniciativa de éxito entre los ciudadanos, quienes se organizaban en colas con el fin de probar la comida y bebida, pasar un buen rato, solo o acompañado, y decantarse en elegir alguno de estos productos para llevar a sus casas. Un precio muy asequible para cualquier persona y unas tapas de muy buen tamaño que difícilmente se puede encontrar en otro lugar.
Cervezas artesanales
Al fondo de la Cámara Agraria podemos encontrar el stand «One Beer», de cerveza artesanal, que alcanza un gran éxito entre los compradores que no dudan en probar estas refrescantes bebidas mientras deciden qué productos comprar. Además, han conseguido una medalla de plata a nivel europeo.
Según Arturo Rodríguez, director de la empresa «One Beer», nace con el propósito de recuperar recetas de elaboración de cervezas tradicionales remontadas al siglo XV y XVI. Su objetivo es poder llegar a depurarlas logrando sabores y aromas muy diferenciados, con lo que se considera la cerveza artesanal actual. Mediante esa labor de investigación, viajan y compran los accesorios necesarios por distintos lugares con el fin de equipar una factoría de sabores, ubicada a los pies del cerro de Los Olivos, en Madrid. Los ingredientes como el cereal, el lúpulo y la levadura son seleccionados por el maestro cervecero, asegurando la calidad necesaria para que con el agua cristalina de Madrid, se obtenga una cerveza natural de calidad.
Rodríguez nos explica que durante todo el proceso de producción se guarda un respeto absoluto por el medio ambiente, sin utilizar materiales contaminantes ni perjudiciales para el entorno.
«Tenemos cerveza como la Madrid One. Le hemos puesto ese nombre porque la iniciamos aquí y le han dado varios premios. También hemos traído una novedad, la cerveza celta, de 2000 años a.C. Este tipo de iniciativa, en la que podemos acercar nuestro producto artesanal al público hacen que géneros de calidad puedan llegar con mejor precio a un público que, de otra manera, a lo mejor no tendrían acceso», cuenta Arturo Rodríguez.
Vinos «con alma»
La bodega Las Moradas de San Martín nace en 1999, en la vertiente madrileña de la Sierra de Gredos, para recuperar los viñedos centenarios de Garnacha. Ubicada en “Pago de los Castillejos”, donde confluyen la Comunidad de Madrid con el norte de Toledo y el sur de Ávila, en los aledaños de la Sierra de Gredos. El clima y los especiales suelos de esta zona les permiten elaborar vinos con mucha personalidad y calidad, nos cuenta el vinicultor Alejandro Carreras.
«Llevamos cuatro o cinco años asistiendo y estamos muy contentos. La gente puede probar el producto de primera mano, con el productor. Somos muy respetuosos con la uva en el campo, hacemos una viticultura ecológica. Después, en bodega con el vino: no clarificamos ni filtramos, sino que utilizamos el tiempo para que el vino se vaya limpiando y estabilizando», declara Alejandro.
Capaces de plasmar el alma de la Garnacha de este terreno, han querido hacer un guiño a la cultura literaria española a través de las etiquetas que visten sus vinos. Concretamente, “Las Moradas” es el título del último libro que escribió Santa Teresa, pues el vino de esta zona es citado por los más importantes escritores en el «Siglo de Oro español», y así lo reflejan en las etiquetas con un extracto del relato literario de importantes escritores contemporáneos como Lorenzo Silva, Marta Rivera, Ramón Acín, Óscar Sipán, Ángeles Caso, Luz Gabás o Luis Zueco.
«Son vinos que tienen mucha personalidad y alma. El albillo real es un vino bastante curioso y gastronómico que ha estado seis meses en barrica. Por otro lado, el initio es un vino fresco de 2013 que ha estado 14 meses en barrica: se nota mucho la variedad de uva donde ha estado cultivada», detalla Carreras.
Cómo hacer el cocido madrileño perfecto
El cocido madrileño es un plato típico de la gastronomía madrileña y va repleto de ingredientes que aportan su sabor al caldo, potente y delicioso, con el que se prepara una sopa de fideos que da inicio al festín. Se sirve en los tradicionales «vuelcos», que suelen ser tres: el primer vuelco la sopa del caldo con los fideos, el segundo vuelco los garbanzos con las verduras y por último las carnes.
Preparación:
- Ponemos a remojo los garbanzos la noche anterior, con un puñado de sal gorda marina.
- Partiendo de agua fría, cocemos en una olla todas las carnes y huesos: morcillo de ternera, tocino, chorizo, morcilla de cebolla, hueso de jamón, hueso de cerdo, hueso de ternera y el pollo.
- Durante todo el cocido, de principio a fin, retiraremos la espuma que se vaya formando con una espumadera, para que el caldo se quede limpio.
- Cuando empiece a hervir añadimos los garbanzos, previamente escurridos y lavados, y los dejamos cocer durante aproximadamente dos horas junto con la carne.
- Cuando falten unos treinta minutos para el final, ponemos a cocer en un puchero aparte las verduras: zanahorias, patatas, cebolla, col y nabo. Las dejamos al fuego hasta que estén tiernas, suelen tardar 25 minutos.
- Sacamos las verduras de su caldo y las reservamos en un plato.
- Sacamos los garbanzos junto con la carne los ponemos en otro plato.
- Colamos ambos caldos y los mezclamos, este será nuestro auténtico caldo.
- Ponemos el caldo a hervir en una olla y cocemos con él los fideos, durante aproximadamente 5 minutos.