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Universidades abarrotadas de alumnos en plena tercera ola

Interior de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid (Foto: Ismael Contreras)

La forma de educar a los alumnos también ha sido una pieza clave marcada por la pandemia. Desde marzo de 2020, en pleno confinamiento, los centros educativos tuvieron que adaptarse a las nuevas normas y optar por la única solución que les quedaba: la educación online.

Casi un año más tarde, esta forma de enseñar sigue a la orden del día en la mayoría de las aulas. Las medidas adoptadas, criticadas por una parte de los alumnos, han generado un clima de tensión entre los docentes y los estudiantes. La razón que argumentan es la falta de coherencia: algunos deben ir a las clases de forma presencial, otros de forma online, pero los exámenes deben ser presenciales para ambos grupos. 

A este conflicto se une la difícil situación que se vive debido al repunte de casos covid. En plena tercera ola, decenas de estudiantes están obligados a compartir un aula a pesar de haber estado recibiendo clases online para prevenir los contagios. 

Sofía López, estudiante de primero de Ingeniería Informática Bilingüe en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), explica que en el primer cuatrimestre las clases fueron impartidas online. «Solo íbamos a clase, de forma puntual, para hacer alguna práctica o algún parcial». Haciendo referencia a la actitud de los profesores, explica que «algunos sí que se esforzaban en explicar el temario mientras que otros ni siquiera explicaban la asignatura».

En cuanto a la presencialidad de los exámenes, Sofía prefiere acudir al centro porque puede aprovechar la duración real de un control de este tipo. «De forma online tienes menos tiempo, sin contar con los posibles problemas técnicos que puedan surgir». Aunque está a favor de esta decisión, indica que no es necesario hacer todas las pruebas de forma presencial ya que tiene asignaturas en las que «el examen se debe hacer sí o sí con un ordenador».

A la joven le llama la atención que los centros educativos, en este caso la UAM, hagan un alarde de las medidas de seguridad durante los exámenes. Defienden los protocolos con mensajes que garantizan una seguridad estricta ante el virus pero «lo único que hay es un dispensador de gel hidroalcohólico a la entrada de cada aula». Sofía recuerda que en esa misma clase se examina durante tres horas seguidas a un grupo de personas de una o dos carreras a la vez. 

Entrada de la Facultad de Psicología de la UAM

Sara Pérez compagina el grado de Ingeniería Aeronáutica con el máster en la Universidad Politécnica de Madrid. Explica que la gestión de la universidad «está siendo bastante mala». Las clases, presenciales, están siendo un caos: «si un profesor tiene que guardar cuarentena, nadie avisa. Vamos a clase y no aparece nadie. Es una gestión horrible», afirma. Por el contrario, también apunta que si el alumno debe guardar cuarentena no tiene opción de acceder de forma online a la sesión.

«Los profesores han intentado, en general, hacer las cosas más fáciles a los alumnos pero la dirección de la escuela está complicando el curso mucho más», explica Sara. Se queja, además, de los justificantes de movilidad ya que «cuando confinaron zonas, la universidad tardó mucho en enviarlos». Tampoco hay un plan covid para las aulas, «solo nos han metido en clases más grandes pero con poca visibilidad, lo que hace que todos los alumnos se junten en un lado de la sala». También recalca que «no ha visto a nadie que desinfecte los asientos de las aulas en los cambios de clase».

Otro problema añadido es la gestión de las pruebas clasificatorias. En el caso de Sara, los exámenes parciales son online pero los finales presenciales. «Hay aglomeraciones a la entrada y a la salida ya que se hacen varios exámenes a la vez. Cuando se hace descanso para ventilar, los alumnos seguimos dentro de la clase porque no podemos abandonar el aula. Además, se infringe la normativa del máximo de 3 horas de duración de la prueba. Aunque hacemos descanso, debemos seguir dentro del aula», aclara.

Interior de la Universidad Politécnica de Madrid (Foto: Marina Salgado)

Una reflexión le ronda por la cabeza: «si todos los exámenes del curso pasado fueron online, ¿por qué ahora no?», se pregunta esta estudiante. «No es que no se pueda, es que no quieren», finaliza.

Julia Ruíz, estudiante del máster de Teoría de la Señal y Comunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid, también cree que el centro educativo ha gestionado mal la situación. «Al principio todo iba bien. Las clases, en teoría, iban a ser online pero en octubre decidieron cambiarlo a presencial». 

En cuanto a los docentes, Julia comenta que les están facilitando mucho las cosas. «Nos dan la opción de clases online si no nos atrevemos a ir y hacen todo lo que está en sus manos para comunicarnos lo necesario. Los profesores y los alumnos nos hemos adaptado pero la universidad no lo está gestionado bien». Tampoco cree que, con el repunte de casos, sea una buena opción hacer los exámenes presenciales cuando el máster, en un principio, debía ser online. 

Aunque esto solo refleja las impresiones de una pequeña muestra de los estudiantes, se hace latente la disconformidad de las tres alumnas en cuanto a la gestión del centro. La pandemia no está facilitando la vuelta a la normalidad pero los jóvenes declaran que necesitan medidas adaptadas a los tiempos sufridos y, sobre todo, facilidades para comprender los conocimientos impartidos. «No se puede descuidar a las generaciones que deben marcar el futuro», comentan en grupo. 

 

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