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El ocio infantil malvive en tiempos de Covid-19: «Apenas alcanzamos el 20% de los ingresos»

 

Manifestación para salvar el ocio infantil en la Puerta de Sol de Madrid (Foto: ACOCAM)

La fecha de cumpleaños de cualquier niño está marcada en su calendario. Es el día de hacerles protagonistas a ojos de todos sus amigos y celebrarlo por todo lo alto en el lugar más feliz, colorido y divertido del mundo: las piscinas de bolas. Pero el coronavirus se ha llevado alrededor de un millón de fiestas infantiles, según estima la Asociación de Centro de Ocio Infantil. En tiempos de pandemia se han sustituido las multitudinarias celebraciones de cumpleaños por pequeñas fiestas exclusivas con grupos muy reducidos de niños. Desde hace meses, los espacios cerrados son lugares señalados por los expertos como sitios de alto riesgo de contagio de Covid-19, lo que ha provocado en el sector una drástica reducción en sus ingresos.

Para Esteli Moroianu, la encargada del parque de bolas Cocoroko, situado en el distrito de Ciudad Lineal, su trabajo es su vida. Ofrecer entretenimiento y regalar ilusión a los más pequeños es algo que le hace feliz, y como a ella, al resto de sus compañeros. Pero desde la pandemia del coronavirus, el ocio infantil se ha visto afectado;  fue de los primeros sectores que tuvieron que cerrar y de los últimos en poder abrir. «La situación es complicada para todos pero mucho más para nuestro sector. El ocio infantil está totalmente abandonado. Los mayores tienen su ocio en los bares y gimnasios pero ¿y los niños? nadie repara en ellos», lamenta el responsable de un parque de bolas que ha tenido que cerrar sus puertas tras muchos años de trabajo.

Esteli es una de los muchos profesionales que intentan sacar adelante con esfuerzo y sacrificio su negocio, a pesar de ver reducida la facturación un 90%. Abrió su centro hace siete años con mucha ilusión y nunca se imaginó vivir una situación tan extrema, aunque algunos días tiene momentos de bajón, por lo general se muestra positiva y esperanzada en que se pueda salir adelante. «Yo no pienso tirar la toalla. Es muy gratificante ver a los niños tan felices; me suplican si se pueden quedar un rato más porque se les pasa el tiempo volando, sobre todo ahora en que el horario se ha limitado. Además, se portan bastante bien y están muy acostumbrados a llevar la mascarilla», comenta.

 Antes de la pandemia, su centro realizaba entre 25 y 30 cumpleaños al mes, pero ahora prepara como máximo dos celebraciones. «Los padres no se abren todavía, dicen que cuando las cosas mejoren y la vacuna esté más avanzada volverán a traer a sus hijos. Pero da rabia porque los niños cuando vienen se vuelven locos, se nota que lo necesitan y que les hace falta jugar y socializar», señala conmovida.

Después de meses inactivos, a partir de julio, los parques de bolas volvieron a abrir sus puertas con un aforo limitado al 40%, bajo unas estrictas medidas de seguridad. Al ser meses de temporada baja, el sector apenas alcanzó el 5-10% de la facturación respecto a años anteriores. A partir de la apertura de los colegios, los centros estaban esperanzados de que la situación pudiese prosperar, pero la incertidumbre e indecisión por el aumento de los contagios provocó todo lo contrario. Desde noviembre, la situación mejoró pero aun así, a día de hoy, los ratios siguen sin superan el 20% de los ingresos de años anteriores, según datos proporcionados por el presidente de la Asociación de Centros de Ocio y Tiempo Libre Infantil y Juvenil de la Comunidad de Madrid (ACOCAM), Juan Carlos Nieto.

Juan Carlos Nieto, presidente de la Asociación  de Centros de Ocio y Tiempo Libre Infantil (Foto: ACOCAM)

La obligatoriedad de mascarillas para mayores de seis años, toma de temperatura, lavado de manos, dispensadores de gel, distanciamiento social, grupos burbujas, medidas de limpieza y ventilación de las instalaciones antes y después de cada cumpleaños son las medidas sanitarias que garantizan la seguridad de los más pequeños. La sala de merienda ya no es lo que era, su amplia mesa llena de niños y repleta de comida se ha sustituido por mesas de cuatro. Nadie comparte con nadie, cada niño tiene su propia comida. Pero aun así, las ganas y deseos de los pequeños de volver a su lugar favorito, no es suficiente. El respeto y el miedo al coronavirus impiden a los padres llevar a sus hijos a los parques de bolas. «El problema que nos encontramos es el miedo de las familias. No hay una comunicación expresa por parte de ninguna institución que apoye nuestra apertura, que diga que somos seguros y que se están cumpliendo unos protocolos que nosotros mismos hemos presentado y se han aprobado», comenta desesperado Juan Carlos.

En la Comunidad de Madrid había más de 800 centros que se dedicaban a este tipo de ocio, pero como consecuencia del covid más del 50% de los centros han desaparecido. «Me viene gente de todos los puntos de Madrid para que los niños jueguen un rato porque los parques de bolas de sus barrios han cerrado», explica Esteli.

La piscina de bolas no es solo el lugar de fiesta de los niños, es mucho más que eso, son centros que aportan actividades fundamentales para el desarrollo emocional y físico de los más pequeños. Por ello, la asociación quiere transmitir la preocupación de que este tipo de ocio desaparezca. «En estos tiempos, más que nunca, los niños se han metido en su mundo con el tema de Internet y los videojuegos por lo que nuestro sector es importante para que los más pequeños socialicen y jueguen a juegos tradicionales».

«Los niños han sido los olvidados de la pandemia»

A poca distancia de Cocoroko, está situado el parque infantil Alboroto, otra piscina de bolas que también está sufriendo las consecuencias de la pandemia. Pasando de celebrar de entre 10 y 12 fiestas semanales a una o dos. «Los niños han sido los olvidados de la pandemia y es una pena porque vienen muy ilusionados. Estamos al 40% del aforo mientras el resto de los establecimientos están al 50%», comenta la responsable del local.

El sector se ha visto tan desamparado que se ha creado una asociación por comunidades autónomas. En la Comunidad de Madrid son 90 centros los que constituyen la Asociación de Centros de Ocio y Tiempo Libre Infantil y Juvenil para pedir una regulación específica para su actividad y reivindicar el abandono que han sufrido desde el inicio de la pandemia por parte del gobierno estatal y autonómico. «No hemos recibido ninguna ayuda, es verdad que hemos recibido un buen trato por parte de la comunidad pero al final se ha quedado en eso en un buen trato, y damos gracias que en Madrid se está haciendo un equilibrio entre economía y salud, porque en otras regiones están mucho peor que nosotros», explica Juan Carlos. 

El presidente de ACOCAM comparte con Madrilánea la preocupación que siente por el abandono que se tiene del ocio infantil, para el que pide ayudas directas. «Nosotros no somos tan numerosos como la hostelería o el sector hotelero, pero nuestro sector está aquí; somos un sector que  solemos contratar a mucha gente joven, por lo que el empleo que se ha perdido ha sido mucho».  Un claro ejemplo es el local de Juan Carlos, Happy Play XL, en el que trabajan 25 personas y que se ha visto obligado a reducir su plantilla a seis trabajadores.

A pesar del esfuerzo que está haciendo este tipo de ocio por sobrevivir, la mala imagen, que les ha precedido durante años como lugares con falta de higiene, se ha visto gravemente repercutida en el sector.  Por ello, la Asociación de Ocio Infantil quiere dar un mensaje de tranquilidad y seguridad a los padres. «A nuestros centros se les asocia con muchos niños juntos y mucho jaleo, y estos tipos de establecimientos ahora se ven inconcebibles, pero tenemos protocolos de acuerdo a la normativa establecida por Sanidad. No hemos tenido ningún brote de Covid19 en ninguno de nuestros centros, por lo que somos perfectamente viables y seguros. Además contamos con expertos entre los monitores para controlar la seguridad de los pequeños. Los tiempos cambian y nosotros también».

Flyer Centros de Ocio Infantil (Foto: ACOCAM)

En el nordeste, a 42 kilómetros del centro de Madrid, está situada Alcalá de Henares, una ciudad histórica en la que de los cuatro megaparques solo ha sobrevivido, a los estragos de la pandemia, el centro de Juan Carlos, Happy Play XL. Aunque sigue ofreciendo entretenimiento y diversión a los más pequeños, se ha visto obligado a modificar el horario de su local, cerrando dos días a la semana debido a la nula afluencia. «Me mantengo abierto el resto de días para organizar el fin de semana pero por rentabilidad sería abrir únicamente los sábados», explica el presidente de ACOCAM. En su centro se realizaba alrededor de 150-200 cumpleaños al mes y ahora no prepara más de seis celebraciones. Juan Carlos explica que sus clientes suelen ser repetitivos porque se sienten seguros. «Los niños se van muy satisfechos esperando a que sus padres les vuelvan a traer». Cristina, madre de dos hijos, uno de 4 y otro de 6, comenta que intenta traer a los niños una vez por semana. «Para ellos, este momento es el mejor del día. Disfrutan un montón, además el trato es estupendo, son muy cuidadosos con todo y la desinfección es impecable por lo que te sientes como en casa y los niños están felices y sin riesgo de nada».

En los parques de bolas ya no se escucha a los niños corretear de un lado a otro, ni las largas charlas de los padres, las risas y los gritos de los más pequeños. El coronavirus se ha llevado su ambiente, dejándoles en silencio y sin bullicio, algo impensable tiempo atrás, pero no la disposición y responsabilidad de sus trabajadores que esperan ansiosos a que sus centros vuelvan a llenarse de niños ilusionados y sonriendo bajo la mascarilla.

¿Qué va a pasar con el sector si esto continúa así?, se preguntan preocupados. «Esa parte emocional, esa parte del juego de los niños parece ser que se está olvidando y todo el mundo que tenga hijos en casa lo puede ver. Este ocio es necesario para evitar problemas de conducta, de obesidad y de movilidad. Por no hablar de que apenas hay actividades para los niños. Nuestros establecimientos se están considerando sin ningún motivo como focos de contagio. Al igual que los parques públicos están funcionando ¿Este sector por qué no?»

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