El mercado laboral también puede ser un éxito para los más jóvenes
El paro juvenil en España inició 2021 con una tasa del 40,7%, la más alta de las economías desarrolladas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El número de parados jóvenes ha crecido un 15% suponiendo, además, la peor cifra desde que comenzó la pandemia. La situación de los jóvenes que, tras finalizar sus estudios, deben enfrentarse al mercado laboral siempre ha sido un problema. Muchos confiesan no sentirse preparados, mientras que otros explican la dificultad que supone acceder a empleos por la experiencia mínima que solicitan las empresas.
Madrilánea ha hablado con Andrea Jiménez, una joven madrileña que terminó sus estudios de diseño de moda hace escasos tres años. Desde que comenzó la carrera tuvo claro que su objetivo final era tener su propia marca, aunque reconoce que «desde que empiezas te lo van quitando un poco de la cabeza porque piensan que es muy difícil”. Llegó el momento de enfrentarse a su TFG, y tras cuatro años, Andrea seguía apostando por tener su propia empresa.
«Quería hacer un modelo de negocio basado en la costura, no en el fast fashion», aunque destaca que no quería confeccionar costura al uso sino algo más enfocado al prêt-à-couture, una mezcla entre prêt-à-porter (ropa para el uso diario) y elementos de la costura tradicional al que, además, le añade materiales como el metacrilato, que le dan un toque único y especial.
Su TFG se centró en una colección de ropa llamada lorquianas, algo muy personal para ella ya que reflejaba su mundo interior. De esta destaca que, aunque está basada en frases de Lorca, realmente representa la fémina del poeta, uno de sus ideales de mujer.
La joven decidió dejar el proyecto apartado tras presentarlo como TFG. «Quería desarrollarlo pero tras salir de la carrera aún no me veía preparada”, explica Jiménez. Su intención, como la de muchos jóvenes, era buscar primero un trabajo y prepararse para, en unos años, poder rescatar esta colección. También explica que tuvo que ir «con cabeza, necesitaba experiencia y tampoco tenía el dinero suficiente para empezar con la marca», recalca.
Andrea tuvo suerte y encontró trabajo tras acabar los estudios pero, por circunstancias de la vida, solo estuvo en el puesto durante un mes. La situación trastocó sus planes y confiesa que se sintió algo perdida: «mi plan era trabajar y a los dos o tres años lanzarme». Tras este revés, la diseñadora decidió apostarlo todo y poner en marcha su colección en 2018. La joven empezó el proyecto creando una cuenta de Instagram y una página web «con lo que tenía del TFG, es decir, nada físico». Sabía que para tener éxito debía darse a conocer, por lo que lanzó su colección de camisetas lorquianas.
«Quería empezar siendo realista, por eso lancé unas camisetas», relata. Tomando de base lo que tenía del TFG y alguna otra cosa que había hecho durante la carrera, sacó estos artículos y, para su sorpresa, tuvieron mucho éxito. «Fue un boom porque la gente se sentía muy identificada con ellas», explica. Los ingresos que generó con esta colección fueron una salvación ya que le permitieron seguir con su marca y crear nuevas piezas.
Las redes sociales tuvieron un papel fundamental en el triunfo de las camisetas. «Empecé contactando con influencers, pero dio la casualidad de que una actriz se fijó en una de ellas y acabó comprándose todos los modelos». La actriz la lució en una alfombra roja y empezaron a comprarle camisetas otras influencers. «Me quedé sin stock», afirma. Andrea le agradece a la red social sus beneficios ya que, gracias a ella, su visibilidad creció. «Mi web se fue moviendo casi sola», comenta la joven.
Cuando le preguntamos por su marca, House of Hedra, su rostro se llena de orgullo. De ella destaca cómo «cada colección evoca un mundo, las piezas son diferentes ya que uso materiales alternativos como el metacrilato». En cuanto a la parte de costura, la joven se encarga de todo el proceso porque no puede permitirse contratar a otras personas. Puntualiza que de la producción sí que se encarga otra empresa, «yo hago los prototipos, pero las piezas por encargo se hacen en un taller».
La pandemia, a nivel de ventas, no le ha afectado mucho porque ha seguido generando ingresos. «Mis productos son más personales, es decir, si alguien los compra es porque los quiere, no le condicionan otras cosas». A nivel proyectos, explica que el Covid también «le vino bien». «Cuando se pudo empezar a salir, la gente tenía muchas ganas de trabajar. Hemos creado proyectos muy buenos». La diseñadora afirma que no ha notado un parón en ese sentido.
«Ahora estoy trabajando con un showroom, donde está mi ropa y ellos me la gestionan», comenta de su situación actual. Para ella poder contar con este espacio es una oportunidad extraordinaria para abrirse nuevas puertas por lo que afirma que seguirá contando con esta ayuda mientras pueda permitírselo. Andrea también tiene claros sus planes a futuro: «quiero seguir sacando una colección más asequible, Inditex ha hecho mucho daño y la gente quiere las cosas lo más baratas posibles. Mantendré esta línea más económica aunque seguiré haciendo colecciones enfocadas en imagen de marca», comenta.
Económicamente, la diseñadora no puede vivir de la marca. «Es algo que me gustaría, pero por ahora no es posible», confiesa. Por ello, y para poder seguir creciendo, Jiménez también se presenta a concursos que ayudan a los jóvenes diseñadores a continuar con su carrera. «Ahora me he presentado al concurso de Vogue, que aparte de tener un premio de 100.000 euros, te ofrece la oportunidad de desfilar en la Fashion Week», finaliza.
Aunque el panorama laboral para los recién llegados no está en su mejor momento, Andrea es un claro ejemplo del éxito. Constancia, dedicación y mucho trabajo han sido sus puntos clave para conseguir su objetivo y lograr la visibilidad que necesitaba, independientemente de los problemas que le surgieron al acabar la carrera.