El parque Calero de Ciudad Lineal, un nuevo gimnasio para los mayores: «Esto es lo que me da la alegría de vivir»
«Aquí no hay puertas por lo que no tenéis que llamar, lo único que tenéis que hacer es entrar directamente», son las palabras de Mari Carmen Rodríguez cuando le preguntan dónde tienen que apuntarse para asistir a sus clases.
El reloj marca las once menos diez y como cada mañana, las mayores se ponen sus leggings, sus zapatos de deporte y se lanzan a la calle para ejercitar el cuerpo y asistir a la clase de Mari Carmen. Para ellas, la edad es solo un número. Con tan solo las canciones que suenan a través del altavoz y los pasos de la monitora al compás de la música, las señoras derrochan energía y espontaneidad a pesar de que la mayoría superan los 65 años. Para Conchi, una de las alumnas más veteranas, que Mari Carmen continúe con sus clases es vital. «Vivo sola, la pandemia ha sido un palo para mí. Además me han detectado un cáncer. Todo esto es mi solución, tanto como el médico que me ha operado», confiesa. Para ella, este grupo es «lo que le da la alegría de vivir» y de seguir adelante.
Nuestra protagonista es una de las profesoras de baile que, como muchas otras, han tenido que dejar de dar sus clases como consecuencia del coronavirus, dejando a los más mayores sin su ocio y sin sus actividades diarias. «Pero ella no se da tan fácilmente por vencida», comentan sus alumnas. Desde junio, Mari Carmen se solidarizó con las vecinas del barrio y tomó la iniciativa de impartir clases de gimnasia de manera gratuita en el parque Calero, distrito de Ciudad Lineal. Comenzaron alrededor de 10 alumnas y a día de hoy han llegado a juntarse hasta más de 70 señoras, entre los 60 y 80 años. «Cada vez son más las que se animan, entre las de la parroquia, el coro, las vecinas y amigas de amigas. Estamos encantadas», explica una alumna. «Nos saca lo mejor de nosotras en tiempos difíciles y frágiles. Nunca pudimos imaginar como una hora de ejercicio podría alegrarnos tanto el día», recalca una de las veteranas que lleva más de nueve años con la voluntaria. En las mismas líneas, otra vecina comenta que es una inyección de bienestar. «Me levanto con otro ánimo al saber que tengo que venir aquí porque esto es mi vida. Durante estos meses he pasado días sin hablar con nadie y ha sido muy duro y esto es una forma de socializar», confiesa. Como ellas, son muchas las mujeres que se sienten así. La soledad en las personas mayores es una realidad, según las últimas estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) uno de cuatro hogares en España está constituido por una sola persona. En el 42 por ciento de los casos se trata de personas mayores de 65 años. Además, el 72,3 por ciento son mujeres y de ellas, el 46 son viudas.
Con la policía al tanto de todo, la iniciativa comenzó hace nueve meses, de lunes a viernes de 11 a 12 de la mañana, en una de las explanadas del parque Calero, pero el paso de Filomena en la capital provocó la caída de gran parte de los árboles por lo que se vieron obligadas a trasladarse a una de las instalaciones básicas deportivas, unas canchas de baloncesto, a menos de 50 metros de donde estaban. «Mantenemos las distancias y tenemos espacio para ello», recalca la monitoria. «Si algún día se anima más gente nos salimos algunas fuera del recinto para seguir las medidas sanitarias», explica una vecina.
El granito de arena de Mari Carmen hace sentirse en compañía a muchas mujeres. En esas canchas de baloncesto no solo se imparten clases de gimnasia. «Esto es nuestra vida», comenta una anciana de 77 años con los ojos cristalinos de la emoción. Las clases de esta profesora aportan beneficios físicos y funcionales a las mayores, pero también bienestar social y emocional. «Odiaba la gimnasia, y aquí estoy, la primera. Llego a casa cansada y el día se me hace más ameno», confiesa. En las mismas líneas, su amiga explica que para ella es fundamental venir cada día. «Aquí me siento acompañada. Mis compañeras son gente muy sana que si pueden ayudar, ayudan».
Mari Carmen impartía clases de baile a los más mayores en la Parroquia de San Alejandro ubicada en la Calle Virgen de Lourdes, en el barrio de San Pascual. En ella se realizaban todo tipo de talleres para formar y entretener a los de la tercera edad como: clases de sevillanas, gimnasia, manualidades y labores, pero la pandemia obligó al párroco a cancelar tales actividades. «Esto ha sido un parón muy grande, llevamos un año sin hacer nada», lamenta una alumna de 65 años. A su lado su amiga de 70 recuerda lo bien que se lo pasaban. «Era nuestra rutina. Nos divertíamos y nos sentíamos acompañadas. El Covid-19 se lo ha llevado de un día para otro», comenta con nostalgia. Aunque se ven esperanzadas de que la situación mejore y pronto vuelvan a retomar su costumbres de antes. «Esperamos volver a nuestras actividades y, aunque nos pille más viejecitas, volveremos con muchas ganas y con nuestro espíritu joven», comentan ambas.
«Merece la pena dedicar mi tiempo a los demás. Mis clases hacen bien a mucha gente», confiesa la monitora. La gratuidad hace que todas ganen. Además, reconoce que para ella también es positivo. «Nos levantamos el ánimo entre nosotras. Cuando me vienen a dar las gracias yo también tengo que dárselas a ellas», confiesa. No hay un solo día que las alumnas no le agradezcan a la voluntaria su labor.
«Gracias a Mari Carmen, la solidaridad sigue presente en la vía pública donde se cuece la vida cotidiana junto a quien más lo necesita, nuestros mayores», concluye una residente del barrio de la Concepción.
Cómo puedo apuntarme a esta actividad y hablar con la persona que lo gestiona???
Gracias
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