Una revolución educativa que podría cambiar España: los mejores profesores de Madrid
El historiador Lawrence A. Cremin decía que cada vez que se necesita una revolución en la educación solo conseguimos un nuevo currículum. El desafío de la enseñanza en el panorama actual es que la educación es un proceso, pero vivimos en una época de resultados. Es más fácil derribar que construir, se abona el terreno a la propaganda, donde no importa la verdad, sino solo lo que la gente se crea, ahí se revela el valor de la educación, aporta discernimiento frente al reproche compulsivo. El criterio importa para tomar decisiones cruciales y conciliar el sueño, y el conocimiento es el principal activo de toda sociedad, proporciona el mejor potencial. Ante el desconcierto el remedio es una toma diaria de criterio lúcido, sus efectos están garantizados, ya que los maestros que refuerzan el valor de la educación deberían ser como una estrella de rock, porque las viejas glorias nunca mueren.
La revolución educativa es ahora y premios como Educa, impulsados por la entidad gallega Abanca, llamados los Goya de la educación o el Global Teacher Prize, conocidos como el premio Nobel de la docencia, permiten visibilizar las iniciativas del buen profesor. Esa figura considerada más una excepción que una regla, especialmente cuando uno repasa la lista de nombres de docentes que se han tenido a lo largo de una vida. Las exigencias de educar para la incertidumbre y el emprendimiento implica preguntarnos qué escuela podríamos tener si ponemos en cuestión el sistema al uso y oímos la voz de los mejores en el campo de la enseñanza.
Un periodista, español, escribía en pleno confinamiento en The New York Times que en España es más importante el fútbol y los bares que la educación, un año después el Gobierno, autor de la polémica Ley Celaá, ha anunciado que va a llevar un cambio drástico del campo educativo dejando atrás el modelo memorístico y apostando por la innovación. Visto el recorrido histórico de la enseñanza y la encrucijada a la que se enfrenta a nivel mundial, la educación está sujeta a una crisis perpetua, tal como lo refleja ‘Panorama de la Educación‘ realizado por la OCDE. España invierte un 4,5% de su Producto Interior Bruto en educación, mientras que la media de la Unión Europea es un 5,3%, dejando al descubierto los claroscuros del sistema educativo.
Todas estas ideas suponen formularse preguntas relevantes en torno a aprender cómo aprender y cómo estar informados. El autor Neil Postman, a modo de reproche de las instituciones educativas donde la forma de evaluación impone la idea de aprobar más que la de aprender creativamente, comentaba que los alumnos comienzan la escuela con un interrogante y terminan su recorrido educativo con un punto y aparte.
«Un profesor educa por lo que dice, mucho más por lo que hace y muchísimo más por lo que es»
El primer minuto en una clase de Daniel Pattier define todo lo que vendrá después, la voz de un sargento que somete de entrada a su alumnado a un examen rápido por escrito. Pasado el minuto le pregunta a la clase cómo se han sentido, si la respuesta es presionado y perdido, es porque entonces acaban de aprender lo que una clase nunca debería ser. «Romped el folio y empecemos por lo que de verdad hay que hacer». Pattier licenciado en educación, fiel seguidor de Bono y de Rafa Nadal, fue elegido dos veces por el alumnado para los premios Educa, el primero a nivel de primaria y el segundo en 2020 como profesor universitario, su lema es «más profesores y menos investigadores». Es también un «edutuber» con más de 33 mil suscriptores y más de un millón de visualizaciones.
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Eligió el camino de la docencia por encima del de la medicina porque la vocación inclinó la balanza. Viniendo de un status socioeconómico muy humilde aprendió de su madre a aplicar una filosofía de la resistencia, en el que la atención al pequeño detalle es donde reside la gracia de toda educación. Cuando preguntó a sus alumnos de la Complutense por qué eligieron presentar su candidatura al premio Educa contestaron: «Eres el único profesor que tenemos, cómo, respondió él. Tú eres el único profesor, los demás son investigadores». Pattier tiene claro que las universidades siguen siendo en muchos aspectos estructuras mastodónticas en las que se premian la acumulación de publicaciones y la redacción de artículos, pero no se dignifica la excelencia del docente.
«No estábamos preparados el año pasado para el salto a la enseñanza online, y en el proceso ha sido un error muy grande no saber diferenciar la educación presencial, con sus requerimientos, de la telemática» afirma Pattier. Todo eso pasa por reducir los ratios de clase, menos alumnos por clase, pero las cifras de ‘La educación en España. Horizonte 2020’ un proyecto de BBVA y la Comisión Española de Cooperación con la UNESCO revelan una tendencia al alza en el sentido contrario. Si en el curso 2010 había 673.505 profesores para 7.608.292 alumnos, en 2015 había 670.398 para 8.090.017 estudiantes, y la cifra sigue en aumento. La música, el escape room o la magia forman parte de una educación informal que debería integrarse en todo programa educativo, porque alimenta la creatividad y la capacidad para la resolución de problemas frente al entretenimiento gratuito.
El compromiso de este profesor está en sacar lo mejor de cada alumno alentando el pensamiento crítico, no la estandarización. Telemáticamente, desde su estancia de en Oporto, afirma que el proceso de selección de profesores en nuestro país es pésimo, y mientras no haya un pacto educativo los profesores con potencial seguirán siendo un capital malgastado, unido a un alumnado desmotivado por la falta de oportunidades y que está tentado por la figura de los ni-ni. El pesimismo se impone, según el informe de la OCDE, el 79,6% de los docentes creen que no habrá ninguna posibilidad en los próximos cinco años de alcanzar un acuerdo de mínimos en educación.
El profesor de academia, uno de los grandes olvidados
David Calle, en su época del instituto, era un estudiante hiperactivo, con malas notas y que se aburría en clase, pero se encontró con un profesor de academia que consiguió sacar de él todo su potencial y obtener un 10 en el examen de matemáticas de la selectividad. Estudió ingeniería de las telecomunicaciones y con 30 años se quedó en el paro, volvió a la academia en la que de joven daba clases, creyendo que sería una solución pasajera y empezó a grabar vídeos de matemáticas y a colgarlos en YouTube para que sus alumnos, independientemente de su situación económica, pudieran tener acceso a sus clases. Vídeos que pensaba que solo verían sus estudiantes, sin embargo, este ingeniero madrileño que se define como un simple maestro de academia fue nominado al Global Teacher Prize en 2017, un premio que reconoce a los mejores docentes del mundo, y es hoy el profesor «edutuber» más visto de España. En 2014 creó la plataforma Unicoos, una academia online hecha a la medida de las necesidades de cada alumno, sumando esfuerzos con el profesor de colegio o instituto para cubrir las necesidades únicas de un público de distintas partes del mundo y que pueden ser de 14 a 60 años, sin límites marcados. De hecho, Calle recuerda especialmente a Adriana Winter, una argentina de 65 años, que consiguió entrar en medicina gracias a sus vídeos .
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Inspirar a los alumnos supone conocer los intereses que mueve a cada generación, y eso requiere un proceso cada vez más refinado, especialmente cuando tienen la información a un click y múltiples alternativas de entretenimiento. Como autor de dos libros sabe que debe bajar las matemáticas a la calle, en lugar de presentarlas de forma abstracta y de manual, «seguimos impartiendo lo mismo y de la misma forma desde hace 40 años, dar clase no es grabarse en vídeo o mandar deberes, sino cambiar los modelos pedagógicos que conocemos aportando criterio, ya que el principal aliado de las fake news es la desinformación».
Su frase para hablar de la labor del profesor es la de W.B. Yeats: «Enseñar no es como llenar un cubo, sino como encender una hoguera». Se puede observar esa necesidad en los niños superdotados o con altas capacidades que en plena pandemia opinan que es mejor la educación telemática, porque pueden elegir sus horarios, la cuestión con estos alumnos para Calle es que se dan cuenta, antes, que el sistema no funciona y que la educación tradicional resulta incompatible con ellos, y eso les lleva al fracaso escolar.
Para él la exigencia es fundamental, los adolescentes están deseando que les traten como adultos, el problema es que muchas veces no entienden qué les pasa y están encerrados en una dinámica de frustración en el que saben, más allá de las condiciones del sistema educativo, que hay un 40% de paro juvenil. Educarlos en caerse y levantarse es básico, «no sabemos cuáles serán las profesiones del futuro, el escritor israelita Harari en su libro Sapiens dice que antes teníamos una casa de ladrillo, quieta inmóvil, el empleo que tenías con veinte era el mismo que cuando te jubilabas, ahora el conocimiento tiene que ser como la carpa de un circo que se pueda plegar y llevar a otro lado. Los jóvenes vivirán cinco o seis cambios de profesión, tenemos que enseñarles a que se adapten a los cambios». El problema es que las decisiones políticas están sujetas al corto plazo y la educación es una apuesta a largo plazo, «uno de los últimos cambios educativos implicará que los alumnos puedan pasar de curso teniendo asignaturas suspensas, es un error no instalar desde temprano en la docencia la idea de esfuerzo y de excelencia».
Es necesario deshacernos de prejuicios que impiden concebir las aulas de otra manera, David Calle fue considerado por la revista Forbes uno de las cien personas más creativas del mundo, ser disruptivo añade un plus a un sistema educativo anquilosado en lo conocido, pero que da malos resultados. Con la pandemia y la brecha digital sabe que hay jóvenes que viven en una habitación compartida con sus padres y sus 2 hermanos, de por sí esos alumnos no tendrán las mismas oportunidades que otros. Por eso afirma:«La solución no pasa solo por darles ordenadores, hay que habilitar espacios, recursos, hay que ser ambiciosos y no solo políticamente correctos».
«Cuando más aprendes es cuando enseñas»
Pilar Serrano es maestra en el Colegio Teresa de Berganza, en Boadilla del Monte, y contra todo pronóstico descubrió que la profesión que eligió como segunda opción, tras descartar enfermería porque no le alcanzaba la nota, era lo que realmente quería hacer y se le daba bien. Los premios Educa 2020 la han reconocido en el ranking de puntuación como la mejor docente de Madrid en educación infantil.
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Los padres entienden desde el principio que pueden contar con ella pase lo que pase, porque la idea de esta educadora es hacer una escuela muy familiar donde todos se impliquen. Como maestra y escritora sabe que se expone al público más difícil, los niños, su libro Una maestra en apuros, sálvese quien pueda, volumen 1, es autobiográfico, recoge lo que una docente se encuentra en un aula con niños de 3 a 6 años. «Tomo metafóricamente la temperatura de la clase, aunque ahora con la pandemia literalmente también, y uso la gamificación de la clase». La razón es que los juegos de mesa nos ayudan a tomar decisiones, plantear estrategias y a entrenar las funciones ejecutivas del cerebro. «No se usa tanto como debiera, porque se aparta de la educación que los padres han conocido y que identifican inicialmente como la única correcta».
También está encargada de fomentar la lectura, y eso supone luchar con la sobreexposición a la tecnología, «antes de los 6 años no pondría máquinas en sus manos, tienen que exponerse a cosas más sencillas y con la tecnología pierden su capacidad de asombro, paciencia o incluso motricidad. Los padres me comentaban que quitarles el iPad o el móvil les creaba mono a sus hijos. En contraposición leer se asocia a una tarea en la que no te dejan escoger el libro, cuando iba a clase todo se resumía en hacer un trabajo o una ficha>>. En todo ello no media la diversión, por eso recurre a narradores orales de AEDA y a los «booktubers» que recomiendan libros en Youtube y permiten conocer la intrahistoria que se mueve en los libros, detrás de las palabras. Reconoce «si no te proporcionan las herramientas eso no nos exime a los docentes de excusarnos en que el sistema falla, porque el sistema somos nosotros. Adapta tus clases por sobrecargadas que estén, encuentra alternativas para defender a tus alumnos y darles lo mejor».
La edad de sus alumnos es ideal para sacar partido a la creatividad como columna vertebral de todo programa de colegio, pero a medida que avanzan en los cursos aumenta la vergüenza y el miedo a equivocarse, todo se reduce a: ¿esto entra en el examen?. Cuando era alumna Serrano estudiaba el día antes de una prueba y «poco recuerdo del contenido, de qué ha servido todo eso». Entiende lo anodino y estéril que es una clase magistral donde el profesor habla y el alumno obedece y toma nota. «Ser profesora es una profesión que hay que tomarse muy en serio, porque tienes `material´ muy delicado entre tus manos».
El investigador y el profesor en la universidad
Santiago Sevilla Vallejo fue finalista en los premios Educa 2020, a nivel universitario, mientras estaba impartiendo clase en la Universidad Antonio de Nebrija, Universidad Villanueva, UNIR y Universidad de Alcalá, en Madrid. Actualmente este profesor licenciado en literatura comparada y magisterio enseña en la Universidad de Salamanca. Hijo de unos padres funcionarios aceptaron su elección con deportividad y lo apoyaron durante el camino, uno donde la construcción de la identidad y los estudios de género ocupan un lugar importante. En las aulas de la universidad busca que sus alumnos conecten con los personajes y los textos, y reconoce que cuando eres nuevo tienes la oportunidad de no seguir las rutinas, la cuestión es aprovechar ese momento.
Sevilla comenta: «En la universidad privada tu alumno es tu cliente y por tanto no puede suspender, a mí me han llamado y me dijeron que le diese una vuelta a la decisión de darle una evaluación negativa a un alumno. Asimismo las encuestas a los docentes les obliga, especialmente en la privada, aunque también ocurre en la pública, a hacer solo con su alumnado aquello que da al profesor una buena calificación».
El problema en las aulas universitarias es que se ha encontrado a un tipo de alumno que llama `los legalistas´, porque van buscando el 5. En magisterio es frecuente el estudiante que no tiene gran interés en la materia, «les alcanza con hacer lo mínimo y regatear el aprobado. Y la universidad promociona esto dejando que se gradúen y se conviertan en maestros». Se ha encontrado en el aula con jóvenes que no leen o consideran que leer más de diez páginas es demasiado trabajo, y por otro lado a una generación de profesores universitarios de más de cincuenta que tienen dificultades para enviar un email o usar el proyector en el aula.
En ese sentido los cambios del ministro de Universidades, Manuel Castells, no solucionan los problemas crónicos, «en la universidad hay una mano de obra barata que son los profesores asociados». Ha estado dando clases en algunas universidades con formas de contrato no reconocidas. Ante este panorama a veces ha tenido la impresión que no cala en sus alumnos, y otras veces sí lo consigues, pero simplemente no lo ves, Cuántas veces hemos oído: «tuvo aquel profesor de matemáticas que me hizo odiar la asignatura, en cambio tuve a un profesor de historia que hizo que eligiera hacerme historiador».
Volver a ser niño cuando eres maestro
Para Rubén Barbera Blanco, maestro de educación infantil de segundo ciclo en el Colegio Félix Rodríguez de la Fuente en Coslada, tener unos padres que llevaban un bar, viendo los sacrificios de esta profesión le enseñó la necesidad de la resiliencia para conseguir convertirse en docente. Escribió Pin Pin Piticlín, un cuento musical, para agradecer a las familias su apoyo en su labor en el aula, pero nunca imaginó que serían ellas las que lo propondrían para el premio Educa 2020, ya que durante la mayor parte del proceso la persona que nomina al docente permanece en el anonimato.
Este maestro madrileño considera que un niño motivado es capaz de todo, y eso pasa por un aprendizaje en el que familia y escuela tienen que ir unidas. Por eso después de cada jornada sus alumnos rellenan una ficha para responder a cómo se sintieron en clase. «Es importante que cada niño tenga su momento y se sienta protagonista». Pero su labor con niños de tres años se apoya en el trabajo previo de los educadores del primer ciclo, porque es la base fundamental para poder progresar con el alumno, donde el papel del pedagogo y del maestro deberían ir unidas como una necesidad, aunque algunos lo pongan en cuestión.
Afirma que con la pandemia se hicieron en meses lo que normalmente se aprende en años, la labor del docente no acaba con el horario escolar sigue formándose después de las clases buscando ser permeables a nuevas técnicas . En sus clases Barbera practica técnicas como los paisajes de aprendizaje, «proyectos que enviamos a las familias en formato de vídeo para contarles lo que pretendemos enseñarles a los alumnos, generando con ello un banco de ideas con las respuestas de los niños que comentan que quieren aprender, y luego se plasma en internet con imágenes numeradas que quedan en la nube y que permiten aprender jugando». Es una forma de dinamizar y hacer virtual el aula cuando en algunos colegios hay patios que siguen igual después de treinta años.
Crear red entre profesores abriendo el campo de visión
(Más de la entrevista en la Parrilla de entrevistados)
David Montejano es un maestro que cita a Escher para hablar de su profesión: «Mi trabajo es un juego, pero es un juego muy serio». Optó tanto a los premios Educa en 2018, como a los Global Teacher Prize en 2016. Es maestro y fue director de los colegios concertados Miramar en Paracuellos del Jarama y del colegio Quercus en Boadilla del Monte. Es reacio a aplicar en clase esa frase que ha oído de algunos de sus compañeros de profesión: «Tú te callas porque el que manda soy yo». Creó en 2018 la Asociación Míranos y Únete para apoyar tanto a profesores como a padres, y para crear red entre educadores curiosos y llenos de ideas nuevas, «somos una profesión social tenemos que demostrarlo de alguna manera, haciendo un análisis crítico y colaborando para avanzar».
Afirma Montejano que hay docentes que llegan a ser profesores sin ser su vocación, lo primero que hace un docente en España es estudiar una licenciatura o grado de arquitectura, física o economía, y cuando no se alcanzan ciertos objetivos en la vida muchos se van a su segunda opción, la enseñanza. Pero al matemático no se le ha enseñado a cómo enseñar, tiene los conocimientos, pero en ocasiones no sabe cómo hacer llegar esos conceptos al alumnado. Y luego, cuando salen los resultados del informe PISA, «normalmente oyes justificaciones, en lugar de encontrar soluciones».
En su labor como director, durante 9 años, le tocó gestionar un equipo humano de más de un centenar de profesores y más de dos mil alumnos, dando alas a los docentes para que usen técnicas como la realidad aumentada, la realidad virtual o la robótica. «Ahora cuando no se sabe algo puedo decirle a la clase: buscadlo con el móvil. Es una maravilla, antes solo se podía ir con posterioridad a la biblioteca. Las actividades digitales hay que unirlas con otras: la música, el baile y las Soft skills, esas habilidades que sirven para trabajar el liderazgo, la empatía o la resolución de problemas. Hoy ves adultos que no saben gestionarse emocionalmente, y actualmente las empresas buscan candidatos que tengan estas capacidades, más que saber matemáticas».
No obstante, Montejano considera que en el actual sistema educativo la imaginación se va matando desde pequeño y nos quedamos en la zona de confort, la creatividad no es incompatible con la seriedad. La clase expositiva con un público que toma nota no es la única opción, especialmente cuando la rutina genera frustración y el paso del tiempo demanda una implicación de todos los agentes sociales que pueden ejercer un cambio.
Hoy en día la información sobreabunda sujeta a la falta de desafío que conlleva la facilidad de tenerla a un click de distancia y los hechos o las voces importantes quedan invisibilizados por los formatos pirotécnicos, lo que hace que la generación de inteligencias múltiples y de una educación crítica se aborde como un barco que ya ha zarpado, sujeto irónicamente a la misma obsolescencia programada y percibida que se aplica a los aparatos tecnológicos, y que supone el desmantelamiento sistemático del sentido de la educación. Dónde queda entonces el valor de la educación si no se invierte en ella. Esa responsabilidad se traslada a esos profesores de 10, pero que no son la mayoría. En ese caso cabe recordar, en último término, las palabras del educador Derek Curtis: «Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia».