Sin techo ni dignidad, la realidad del asentamiento de Avenida de América
La falta de plazas en centros sociales aboca a gente sin hogar a dormir el raso
En la estación de Avenida de América, uno de los principales centros neurálgicos de la capital, conviven entre 12 y 15 personas que conforman uno de los múltiples asentamientos de gente sin hogar que tiene Madrid.
Durante el día, muchos esperan a un lado de la estación, junto a un bazar donde compran bebidas y alimentos. A apenas dos metros, cientos de personas circulan por la estación y ocupan los bancos situados en la entrada de la misma. Cuando cae la noche y la afluencia de viajeros baja, los sintecho utilizan mantas o colchones (cuando tienen la fortuna de contar con ellos) y se instalan en las inmediaciones de la misma.
Algunos como Younes duermen de forma ocasional en la calle, pero otros llevan años pernoctando en la estación de forma constante. Es el caso de Virunga, que escapó de la República Democrática del Congo hace nueve años con la intención de tener una vida digna, pero desde entonces se ve atrapado en un bucle como muchos otros inmigrantes cuya situación es irregular. Al no tener papeles no puede optar a un trabajo, por lo que no puede pagar una vivienda, requisito indispensable para regularizar su situación.
“Somos humanos, hay una ley, él no es un animal”, comenta Younes señalando a Virunga indignado. Ambos denuncian que no reciben un trato digno y señalan a los servicios sociales, ya que según ellos no tienen forma de acceder a un techo. Younes, procedente de Marruecos, tiene estudios superiores en comunicación y llegó a tener su propio negocio con su hermana cerca de la estación. Sin embargo, tras verse obligado a cerrar, su situación se agravó hasta el punto de tener que dormir en la calle. En alguna ocasión duerme en casas de amigos que le acogen de forma temporal, pero la falta de ingresos le impide mejorar su situación.
Para Alberto, uno de los taxistas de la parada junto a la estación, el problema no se soluciona porque “no interesa” a quien debería hacerse cargo. Corrobora los testimonios de los sintecho y afirma que los taxistas han tenido que ayudarles en alguna ocasión por falta de recursos. “No me molesta llevarlos al hospital, ya tienen bastante con lo suyo, pero no deberíamos de ser nosotros”, aseguró.
El Samur Social, dependiente del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social; cuenta con 17 equipos de calle que visitan de forma habitual asentamientos como el de Avenida de América. Su labor es realizar un seguimiento de su situación, preocupándose por el estado de las personas sin hogar y asesorándolas en lo posible. El fin último es integrarlas en la Red de Personas sin Hogar, un programa diseñado para que esta gente reciba atención y dar respuesta a la exclusión social que sufren. Sin embargo, la oferta de plazas disponibles no siempre cumple con la demanda de solicitantes, provocando listas de espera.
La dificultad para atender este problema se agrava en España, ya que no existe un censo oficial sobre la cantidad de gente sin hogar que vive en el país. El INE (Instituto Nacional de Estadística) tampoco contabiliza el número de gente sintecho desde 2012, por lo que ningún organismo oficial puede ilustrar las consecuencias del Covid-19 entre los más vulnerables.
La Red Faciam aglutina a entidades e Iglesia para combatir directamente el problema del sinhogarismo. En su último recuento, publicado en octubre, calculan que en Madrid viven en torno a 1.600 personas sin hogar, de las cuales 650 se encuentran en situación de calle. Desde la asociación reclaman que los sistemas actuales de protección no son suficientes e intentan visibilizar las barreras a las que se enfrentan las personas sin hogar para acceder a la sanidad, a una vivienda digna, renta o servicios sociales. “Solo un tercio de las personas sin hogar reciben una prestación social y solo el 5,6% han recibido el Ingreso Mínimo Vital”, aseguró la presidenta de la Faciam.
Ya no confían en los periodistas
Aunque colaboraron sin problema y dedicaron su tiempo a este medio, algunos sintecho del asentamiento de Avenida de América se mostraron recelosos sobre el impacto de exponerse a los medios de comunicación. Todavía recuerdan cuando Virunga se convirtió en noticia hace dos años tras sufrir una agresión por parte de los trabajadores de seguridad de Metro. Un vídeo captado por las cámaras de seguridad, donde le pegaban y arrastraban por las escaleras mecánicas, llamó la atención de periodistas de prensa y televisión, que fueron a entrevistarle.
Dos años después de salir en los principales medios de comunicación del país, la situación de Virunga es prácticamente igual. Sigue pernoctando en la estación, pero con la mitad de la dentadura que tenía en 2019.
Gran artículo. La situación de estas personas es insostenible. Resulta preocupante el pasotismo característico de las organizaciones pertinentes. Por desgracia las personas que no han tenido suerte en la vida son vistas en muchas ocasiones como culpables únicos de su mala situación. INDEFENSION.