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Cien años de Benavente desde el corazón de Galapagar

La localidad celebra al Nobel con frases célebres de su Hijo adoptivo, donde vivió y quiso ser enterrado

Jacinto Benavente escribiendo desde su casa en Galapagar | Archivo ABC

«Lo más parecido a la mentira es el silencio, cuando se calla lo que no se quiere decir». Jacinto Benavente dedicó mucho tiempo a sus silencios pero nunca calló lo que quería decir. Conocido por su prolífica obra dramática de más de 170 obras, esta frase se encuentra en «Divorcio de almas», escrita en 1948 muy probablemente desde su domicilio en Galapagar, en la Sierra de Guadarrama de Madrid.

Inscripción en homenaje al Nobel, en la Plaza de la Constitución | Ayuntamiento de Galapagar

El nueve de noviembre se cumplen cien años desde que la academia sueca le notificó la entrega del Nobel de Literatura en 1922 y desde el pueblo de Galapagar se le rinde homenaje a su vecino e Hijo adoptivo. «Hemos puesto una placa conmemorativa en la Plaza de la Constitución de Galapagar, al lado de su estatua para conmemorar el día que le notificaron el premio, un 9 de noviembre de 1922», anuncia Alberto Gómez Martín, alcalde de la localidad. También destaca que la reciente inscripción en la entrada del cementerio municipal ‘El Chopo’, «ayuda a que la gente del pueblo conozca su figura». Esta inscripción informa que los restos mortales de Jacinto Benavente, uno de los cinco Nobel de literatura españoles, se hallan enterrados allí.

Esta no es la única transformación que ha experimentado el pueblo a razón de la memoria del ilustre escritor. Una veintena de sus frases más célebres adornan los escaparates de comercios y las calles de la localidad mediante pantallas electrónicas informativas. Estas acciones se enmarcan dentro de la campaña ‘Conoce al Nobel del pueblo’, un proyecto impulsado por el Ayuntamiento, la biblioteca municipal Ricardo León (que también recoge citas y en la que se proyecta un vídeo explicativo de la campaña), y la asociación Acervo Intergeneracional a colación de la efemérides del autor.

La presidenta de la asociación, Maria Luisa Forniés, adelanta a Madrilánea que su objetivo es «rescatar la memoria de Jacinto Benavente». Cuenta que este proyecto «nace de una de esas frases célebres, escrita en ‘El Príncipe que todo lo aprendió en los libros’ (1909): «Aprendí que es preciso soñar cosas bellas para realizar cosas buenas». La idea surgió 68 años después de su muerte, cuando aún no tenía una conmemoración oficial aquí». Su objetivo es que los vecinos de Galapagar sientan como parte de su identidad la cercanía con el autor: «Dimos con la idea de vestir Galapagar para que en el pueblo haya hitos a los que acudir». De esta manera quieren reivindicar «el acervo cultural de Galapagar. 

Jacinto Benavente posa en su finca ‘El Torreón’ | Archivo ABC

No queremos hacer por hacer», remata Forniés, haciendo hincapié en que su labor es completamente voluntaria. «Queremos recordarle en todas sus facetas, con constancia, mediante homenajes y también charlas en los colegios. La memoria es muy corta», asegura la presidenta, que siente que «el propio pueblo es la herencia que él no tuvo en vida».

 

A pesar de que no tuvo herederos de sangre, sí que fue padrino de “las gemelas Hurtado”, que son de las pocas personas conocidas que tuvieron contacto con él en vida. Nietas de Luis Hurtado, amigo íntimo de «Don Jacinto» (como se le conocía en el pueblo), pasaron varios momentos de su infancia junto al Nobel, que gustaba de pasar tiempo con la familia en Galapagar, como se muestra en la foto. 

«Nosotras éramos muy pequeñas y no vivíamos con él. Fue muy feliz en sus últimos días de vida. Vivió y murió rodeado de amor, comprensión, cariño y admiración por toda nuestra familia Hurtado. Murió en casa de mis abuelos paternos, que es donde él vivió casi toda su vida. Mamá, Mery Carrillo fue su musa en su última etapa», relatan a este medio.

Galapagar a principios del siglo XX era un lugar de descanso para figuras como Jacinto Benavente o Ricardo León. En el caso del Nobel, según explica Mª Luisa Turell, filóloga por la Universidad Complutense de Madrid, «le encantaba la tranquilidad y las vistas de su casa en Galapagar y solo volvió a su domicilio en Atocha cuando su salud necesitó de mejores médicos, poco antes de su fallecimiento». Este domicilio en Atocha es el que comentan las hermanas Hurtado.

 

Funeral y entierro en Galapagar

Velatorio de «Don Jacinto», vestido con sayal franciscano | Archivo ABC

El alcalde de Galapagar sugiere que el pueblo «le sirvió como fuente de inspiración para escribir una veintena de obras» y que incluso «dejó recogido su deseo expreso en su testamento de ser enterrado aquí con “un sayal de monje, una rosa y una cruz”». Y así se procedió, como asegura Marcos de Castro, monaguillo presente en el entierro del cementerio municipal de Galapagar “El Chopo”, la tarde del 16 de julio de 1954, dos días después de su fallecimiento en Madrid.

 

La Asociación Acervo Intergeneracional lleva seis años yendo al cementerio cada 14 de julio. «Recuperamos la tradición de los amigos de Jacinto Benavente, que iban con poesías, versos y rosas a rendirle homenaje». En el aniversario de su muerte se instalan carpas y sillas para los más mayores. «A todo el que acude le damos una rosa y un fragmento de su obra para que lo depositen sobre su sepulcro», apostilla. Gómez Martín añade que se acompaña la ceremonia con representaciones artísticas, que van desde la poesía a la danza. «El acto tiene cada vez más presencia, cada año viene más gente y queremos implicar al pueblo para que lo conozca. Vamos a poner en valor que hay un Nobel que vivió y está enterrado en Galapagar», cierra el alcalde.

«Por mortaja, quiero el sayal franciscano. El Santo de Asís es buen amigo mío. Hemos reído y hemos jugado juntos por caminos de luz; esos caminos de los sueños, que se abren entre círculos de luz, colores astrales. Entre mis manos poned una cruz, y una rosa… y después…». Este es un fragmento del testamento de Jacinto Benavente, recogido en el diario ABC del 14 de julio de 1955 (Fuente: Archivo ABC).

 

Finca El Torreón

El escritor junto a la familia Hurtado en Galapagar | Archivo ABC

Escribe Venancio Díaz Castán en La Crónica de Galapagar que «puede calcularse en torno al año 1944 cuando compró esta finca del camino de las Tejoneras de Galapagar» para referirse a la compra de la finca ‘El Torreón’ por parte de Jacinto Benavente (actualmente ‘El Torreón de Don Jacinto’), una grande y suntuosa finca que hoy en día tiene su uso en acoger banquetes y festejos de diferente índole. 

Sergio García, gestor actual de la finca, comenta que «a día de hoy se conservan muchos de los jardines, caminos, senderos y bancos de piedra, donde se cuenta que Don Jacinto paseaba y se sentaba a inspirarse, escribir y disfrutar de su amado Torreón y sus vistas». También agrega que «recibía invitados con cierta asiduidad y los 17 de agosto, con motivo de su onomástica, San Jacinto, reunía a los directivos de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, de la que era presidente honorífico».

 

Concesión del Nobel

El 21 de noviembre la Biblioteca municipal Ricardo León celebra un acto homenaje con ponencia de Maria Luisa Turell por la entrega del Nobel cien años después, hecho que nunca llegó a producirse ya que se encontraba de gira por Argentina. Preguntada por Madrilánea sobre este episodio, la filóloga comenta que «cuando se hace pública la entrega del nobel a Benavente, éste se encuentra en Argentina camino de Chile con una compañía de teatro, durmiendo en un vagón de ferrocarril». El premio, en reconocimiento por la trascendencia internacional de su obra dramática, fue recogido en su lugar, por el Conde de Torata, embajador de España en Suecia. La cuantía monetaria del premio nunca se reclamó y de hecho, es voluntad de Acervo Internacional  traer a Galapagar el medallón de la academia sueca y el cheque de 122.482,56 coronas, actualmente patrimonio del Archivo Histórico Nacional.

 La ponencia a cargo de Turell, trata entre otros temas, la dimensión feminista de la obra de Jacinto Benavente. Ella aboga por la sorprendente actualidad de los temas en su obra. Como ocurre con los clásicos, nunca terminan de decir lo que tienen que decir. “Todo es pose, exhibición… el mal de los tiempos… Llamar la atención por algo, aunque sea malo…” escribió el Nobel en La virtud sospechosa (1924). Los habitantes de Galapagar ya tienen a quien dedicar sus silencios.

4 comentarios en «Cien años de Benavente desde el corazón de Galapagar»

  • Emotivo y entrañable homenaje a D. Jacinto y a la Familia Hurtado en forma de artículo en que se relatan una emotiva historia y unas bonitas anécdotas acompañadas de varias fotos para recordar por siempre la figura de D.Jacinto y su legado.

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  • Siendo vecina de Galapagar y leyendo este artículo, ha despertado todo mi interés por este escritor que a pesar de conocerlo por los libros de literatura no he leído nunca.
    Así que voy a buscar algún título para enmendarlo.
    Gracias por el articulomon

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  • Gran artículo que detalla con un lenguaje exquisito lo que fue y lo que debe ser el autor para nuestro pueblo. Gracias Adrián.

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  • Me ha gustado que tengamos la oportunidad de conocer todas las actividades relacionadas con esta gran figura de la literatura ligada a nuestro pueblo. Este tipo de artículos nos acerca la historia de la literatura nacional al terreno local y da valor a la historia de cada pueblo. Mucha gracias Adrián por este trabajo.

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