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De fundir metales a forjar startups

La Nave, edificio que antes se utilizaba para la fundición metalúrgica, hoy se utiliza para impulsar empresas tecnológicas

Antes de destacar por aspectos negativos, Villaverde se conoció por ser un importante motor de la economía nacional. Radios, calefactores, ascensores, camiones, grúas y todo tipo de maquinaria pesada se fabricaba allí. Aquel era un avanzado centro de innovación de la industria metalúrgica. Y, aunque todo eso se desvaneció con el pasar de los años, hoy el barrio pretende volver a distinguirse por su desarrollo tecnológico con proyectos como La Nave.

La primera empresa que se asentó en esos terrenos fue la Boetticher y Navarro. Corrían tiempos prósperos en los años 40 y la compañía, dedicada principalmente al sector eléctrico, decidió instalar allí sus fábricas. También erigió viviendas para los trabajadores, escuelas para sus hijos y un campo deportivo. Villaverde comenzaba su crecimiento.

El negocio prosperaba y, para poder darse abasto con la producción, la Sociedad sumaba edificios a su parcela. Uno de ellos recibió el nombre de Catedral, por su diseño similar al de una iglesia, y servía para trabajos de fundición. En 1977, un reportaje aseguraba que la zona, de noche, era un espectáculo porque los edificios no tenían paredes y se podían ver las rojas llamas de los hornos.

Hoy el inmueble también se conoce como Nave Torroja por creerse haber sido diseñada por Eduardo Torroja Miret, destacado ingeniero proyectista, aunque una investigación del arquitecto Rafael García demuestra que aquella es una creencia errónea; la autoría del proyecto en realidad corresponde a Manuel Cámara Muñoz.

Las épocas cambiaron y la crisis tocó la puerta de Boetticher y Navarro. El progresivo declive culminó a principios de los 90, cuando la empresa se declaró en quiebra. Sus instalaciones fueron abandonadas y muchos de los inmuebles fueron vendidos o destruidos. Pero la Catedral, por su valor histórico y arquitectónico, sobrevivió. Aunque, durante los años de desatención, fue okupado por inmigrantes indocumentados, prostitutas y drogadictos. También fue escenario de reyertas y asesinatos.

Más tarde, para beneficio de la comunidad, el Ayuntamiento de Madrid se encargó de rehabilitar el espacio, y lo convirtió en el centro de innovación que hoy se conoce como La Nave. Allí donde antes se fundían metales, hoy se forjan empresas tecnológicas, devolviendo a Villaverde esa bandera de desarrollo que había izado en su nacimiento.

«La Nave es la joya de la corona europea en materia de innovación, un lugar donde se dan cita a proyectos transformadores de toda España y del resto del mundo. Es uno de los puntos neurálgicos del ecosistema de emprendimiento madrileño, que ya es referente a nivel internacional», asegura Angel Niño, concejal de Innovación y Emprendimiento de Madrid.

Suman 241 las startups que han sido impulsadas por La Nave, proyectos orientados hacia la movilidad urbana, la salud, la sostenibilidad, educación, comercio y turismo. Algunas de ellas son: Sepiia, especializada en moda inteligente; Ludus Global, dedicados a potenciar el trabajo de formadores a través de realidad virtual; Usyncro, que simplifica la gestión de envíos mediante blockchain; Psiconnea o Lulla Care, dedicados a la salud mental; o Komorebi que desarrollan softwares para el sector empresarial.

Concha Denche, presidenta de la Plataforma Nave Boetticher | Andrés Gerlotti

La Catedral y su vinculación con Villaverde

La Nave se encuentra en un barrio que, a lo largo de los años, ha sufrido altos índices de paro y de pobreza. En su momento, las fábricas de Boetticher y Navarro sirvieron como elemento dinamizador de la zona, generando empleo a los habitantes de la zona. Concha Denche, presidenta de la asociación vecinal Plataforma Nave Boetticher, considera que hoy La Nave debería cumplir la misma función. «Si está en Villaverde, que sirva a Villaverde. Nos parece muy bien que sirva para la ciudad de Madrid, que tenga proyección internacional, pero no que sea ajeno, teniendo en cuenta que este es un lugar altamente vulnerable».

Según Denche, todavía queda trabajo por hacer, porque considera que lo que se gesta en La Nave todavía podría tener una mayor integración con el barrio. Ella piensa que las empresas que allí nacen deberían tener espacios y oportunidades para quedarse y crecer en Villaverde.

La relación entre la asociación y La Nave es colaborativa. El centro de innovación cede el espacio para que la plataforma pueda desarrollar ahí sus actividades. «La plataforma Boetticher trae iniciativas como Technovation, que consiste en fomentar el emprendimiento tecnológico en niñas, y Madres y Abuelas Tecnológicas», afirma Azucena Elbaile, directora de La Nave. Y concreta que, «siempre que las iniciativas tengan una orientación tecnológica», estarán dispuestos a colaborar con distintas asociaciones. Desde que se ha inaugurado La Nave, se han realizado más de 1500 actividades dirigidas a los vecinos. Ferias de empleo, formaciones y campamentos entre ellos.

Cuajando un centro de innovación, desarrollo e investigación

El edificio Clesa, una fábrica lechera proyectada por el arquitecto Alejandro de la Sota e inaugurada en 1962, se encuentra en desuso desde hace más de diez años, pero este año, mediante gestiones del Ayuntamiento de Madrid, comenzarán las obras de recuperación del inmueble. El proyecto de rehabilitación se titula Val_Verde y es el resultado del concurso Reinventing Cities, auspiciado por la red de ciudades C40, que promueve la recuperación sostenible de lugares deteriorados. Será en 2024 cuando el espacio que servirá como centro científico y cultural abra sus puertas al público.

 

 

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