Del bolígrafo al teclado: el avance del periodismo digital
Por Guillermo Ginés y Eva Bárcena
¿Digital o papel? Es todavía el gran dilema del periodismo de hoy, tanto en los medios que están naciendo como en las cabeceras con más experiencia. Por eso será uno de los temas protagonistas del XVI Congreso de Periodismo Digital que se celebrará la próxima semana en Huesca. El diario ABC también se ha visto inmerso en este debate. Desde hace cinco años su redacción está plenamente integrada, y sus periodistas se enfrentan a dos tipos de páginas, web e impresa. Luis de Vega, de la sección Internacional, Juan Francisco Alonso, de Viajar; y Laura Peraita, de Familia, nos cuentan su experiencia ante el cambio.
«La presentación de los temas no funciona igual en papel que en la web». Así de tajante se muestra Juan Francisco Alonso, que empezó en el antigua revista Blanco y Negro y ha pasado por diferentes áreas hasta convertirse en el responsable de la sección Viajar. Para él, la web sigue siendo «un misterio», aunque tiene claro que las sutilezas no funcionan y la información tiene que ser más directa, «como un puñetazo en el estómago».
El avance de las nuevas tecnologías ha creado pequeños cismas entre los periodistas. «La gente tradicional del papel se queja de que no les van a decir ahora cómo escribir y cómo titular», dice Alonso. Hay quien incluso rechaza el uso de las redes sociales, que para el periodista son fundamentales. «No entiendo que alguien ahora mismo pueda hacer información y no utilizar Twitter ni seguir a gente de su sector», comenta. Lo cierto es que tanto Twitter como Facebook se han convertido en herramientas tan básicas como antes eran el bolígrafo y la libreta, aunque cada una con su función. Si la primera se ubica en un plano más informativo, la segunda se ha convertido en un trampolín clave para que las noticias alcancen mayor difusión. «Cuando se pone una de nuestras noticias en la página de Facebook, que tiene casi medio millón de seguidores, consigue más visitas que estando en la portada de la home de ABC», concluye Alonso.
Las redes sociales no solo sirven para conseguir información o lectores, son también una vía de comunicación con el público. Laura Peraita, coordinadora de Familia, asegura que en internet los lectores piden «reportajes de temas que preocupan», como la educación o la sexualidad. Precisamente, esta sección de apenas tres años y medio de vida fue la que más creció en la web del periódico el año pasado, aumentando un 100% sus lectores. «Creo que lo que funciona es hablar siempre con expertos y dar muchas claves, la gente quiere una información rápida que pueda aplicar y no grandes teorías», sostiene Peraita.
La otra cara de internet
Las nuevas tecnologías han revolucionado la manera de hacer periodismo. Han simplificado parte del trabajo pero también han supuesto nuevos problemas. «El cambio ha sido paulatino, pero miras atrás y te das cuenta de que nos ha atropellado la realidad del periodismo digital», enuncia Luis de Vega, redactor de Internacional y antiguo corresponsal en Marruecos. «Nos estamos olvidando de que hacer periodismo es estar en el sitio, gastar botas, libretas y bolígrafos. El efecto boomerang de las nuevas tecnologías ha provocado que muchas veces no se salga del hotel y se vea por la tele», se queja. «Es algo de lo que nos tenemos que avergonzar».
Aunque De Vega destaca la importancia de «utilizar en nuestro propio beneficio las tecnologías», cree que uno de los grandes damnificados por la crisis del periodismo ha sido el sector de internacional. La llegada del conocido como «periodismo ciudadano» ha cambiado las forma de cubrir la actualidad de otros países. «Una persona tiene un iPhone, hace un vídeo por la ventana y al final el periodista que tendría que estar en su lugar simplemente lo edita», se lamenta.
Otro de los escollos que han traído las nuevas tecnologías es la rentabilidad económica. Los medios tradicionales no han logrado incluir el pago por sus contenidos en la web, y los diarios emergentes buscan fórmulas como cuotas por suscripción. «Los modelos de financiación que funcionan bien son los anglosajones, como The New York Times, Financial Times o The Wall Street Journal. Y lo hacen por ser periódicos globales y con información de gran calidad», explica Alonso.
Hay múltiples teorías de por qué en España no se ha logrado que los lectores paguen por la web. La primera, que el público está acostumbrado a todo tipo de contenidos gratuitos y ahora es muy difícil dar marcha atrás. «Cuando dices que has comprado un libro o un disco online, siempre hay un amigo que te pregunta si no conoces tal web donde puedes descargarlo gratis», bromea el periodista.
Por otro lado, desde hace un tiempo se apuesta por «el pinchazo» y llegar al mayor número posible de lectores, descuidando los contenidos de mayor calidad. «Hay noticias que las pinchas por curiosidad, porque te parecen entretenidas, pero si tuvieses que pagar al mes una cuota por ellas posiblemente no las leerías», afirma Alonso.
Al final, la falta de rentabilidad económica de las webs ha provocado que «el periodismo tradicional, que tenía mucha musculatura antes, se está quedando ahora en los huesos». Donde antes había temas que necesitaban semanas para redactarse, ahora prima la velocidad de la web. «El periodismo de calidad y el buen periodismo es caro, y por ello hay redactores nostálgicos». Alonso, como Peraita o De Vega, tiene claro que internet ha llegado para quedarse: «En periodismo he hecho cosas que me han gustado mucho. Ahora hago otras cosas».