ActualidadCongreso Periodismo Digital 2015

Ramón Lobo: «Si una crónica está escrita en el terreno, se nota»

De unos años a esta parte se ha hablado mucho del peligro que suponía Internet para el periodismo. Los más agoreros pensaron que la información tal y como la conocíamos desaparecería. Los optimistas y los gurú vieron en la red la posibilidad de un nuevo mundo virtual. Por ahora, parece que Internet y los medios de comunicación conviven, con sus más y con sus menos. Pero en toda esta fiebre por lo digital hemos sacado muchas cosas positivas. Una de ellas son los blogs. Muchos periodistas han visto en este tipo de medios una buena plataforma para dar a conocer una parte de ellos que no mostraban en los medios tradicionales.

Hablamos con Ramón Lobo e Íñigo Domínguez (Íñigo Domínguez: «Los grandes periodistas hacen grandes periódicos»), dos periodistas que han sabido cómo aprovechar el boom de los blogs:

Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955) es un periodista, bloguero y escritor que ha pasado por múltiples medios (El País, eldiario.es, o JotDown entre otros) y trabajado una gran parte de su vida cubriendo conflictos. Abrió su blog en febrero de 2009 y desde entonces con relativa asiduidad lo ha mantenido. «En la boca del lobo» es un espacio para la reflexión, para la crítica y , sobre todo, para el periodismo.

¿Por qué un periodista que escribe en papel siente la necesidad de abrir un blog en Internet?

Lo abrí antes del ERE [del periódico El País]. Creo que en febrero de 2009. Lo recuerdo porque en 2008 estuve con los americanos en Irak y eché en falta ese instrumento, aunque todavía no sabía muy bien lo que era. Gracias a un par de personas del periódico que me convencieron, me lo hice. Es un vehículo de expresión como otro cualquiera. Te permite hacer reflexiones, escribir cosas de internacional  que no puedes reflejar en el periódico porque no hay espacio. Poco a poco me di cuenta de que el blog podía convertirse en lo que en realidad ha sido: una especie de bote salvavidas cuando el Titanic se hundiera. El Titanic no se ha hundido, aunque tiene bastante mala salud, y a algunos nos tiraron por la borda, que a efectos fue parecido.

Entonces, través de blogs he ido teniendo contacto con las redes sociales y con todo lo que está alrededor. Hace mucho tiempo, en Bosnia en el año 93, cuando no existía Internet ni los móviles (por lo menos no nos habíamos dado cuenta de que existían)  tenía muy claro que para un periodista era fundamental estar a la última en tecnología porque si no te quedabas analfabeto en dos minutos. Siempre he tratado de  estar atento a todos los cambios, aunque a veces me cuesta, porque creo que es parte de mi trabajo.

También es muy activo en Twitter.

Twitter me gusta mucho. Sigo poca gente y pocos medios,  lo utilizo como una lectura de titulares. Es una herramienta profesional para mí, a diferencia de Facebook que es más ocio.  Twitter me parece fundamental. Te permite leer periódicos y artículos que ni sabías que existían. Y si lo tienes filtrado a través de medios y personas en que confías, sí es una buena lectura.

¿Cree que existe más libertad informativa en los blogs que en los medios tradicionales?

Sí, yo creo que sí y de hecho se está viendo. Un ejemplo de la mayor libertad de los blogs es lo que ocurrió con el rey en Botsuana. Los medios tradicionales lo que hicieron fue tratar de taparlo cuando, informativamente, era muy interesante. Se aplica una especie de criterio, que creo que arrastramos desde la Transición, de responsabilidad mal entendida. Una cosa es ocultar la información y otra cosa es insultarte. Pero entre esos dos polos hay un montón de posibilidades. Y fueron las redes sociales las que obligaron primero a informar sobre esto, y luego al rey a pedir perdón. También el tema de los desahucios. Esto no estaba en los medios de comunicación clásicos y si había alguna información, te hablo de hace dos o tres años, era estadística. No había personas nunca.

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Ramón Lobo en el Máster de ABC FOTO: IVÁN GURREA

¿Son también útiles para los corresponsales de guerra?

Sí, ahora con la hiperconexión a mí me pasó en Afganistán en 2009, a parte de tener Al Jazeera en tu habitación, podías acceder desde tu ordenador a lo mismo que está viendo tu jefe. Te puedes anticipar a lo que te van a decir en la llamada. Puede llamar tu jefe y decirte: «eso que me has contado lo estoy viendo yo por Internet». Pues yo también lo he visto, pero es que además estoy aquí. Los blogs facilitan los instrumentos. Cuando iba a Bosnia tenía que llevar una carpeta con papeles y con nombres; ahora no, ahora los nombres los miras en Internet para no equivocarte con cómo se llaman los ministros o los guerrilleros. Ya no tienes que llevarte la documentación contigo, accedes en Google. También es un riesgo, ahora hay más herramientas para que un periodista mentiroso mienta. No ir a los sitios no significa nada. Puedes ir a Siria, por ejemplo, y estar encerrado en un hotel, es una forma muy peculiar de estar ahí. Puedes copiar lo que ves sin decir que estás en tal barrio, pero puedes escribirlo de tal forma que parezca que has estado allí aunque no sea verdad. Pero bueno, yo siempre tengo una teoría que es que si una crónica está escrita en el terreno, se nota. Si no se nota es o que no has estado, o que eres muy malo.

¿En qué se diferencia lo que escribe en «En la boca del lobo» a lo que escribe en eldiario.es o lo que escribía en El País?

Cuando llegaron Borja Echevarría y Gumersindo Lafuente a El País me pidió el primero hacer un blog de Internacional. Así nació «Aguas Internacionales», una bitácora que empezó siendo un imposte del diario sobre lo que le apeteciera a veces de temas muy de actualidad, por ejemplo la muerte de Bin Laden. Otras veces otro tipo de cosas que me permitían muchas libertades siempre en el tema de internacional.

Después el equipo que nos iba a despedir me pidió que fuera una revista de prensa. Desde que no es «Aguas Internacionales» se convierte en un blog más personal donde hablo de muchas cosas. De mis manías, lecturas, pequeñas reflexiones que pretenden ser mini literarias, y , bueno, es un ejercicio periodístico, un entrenamiento para tu cerebro. Luego también cosas que ves por la calle y empiezas a escribirlas en el blog y piensas «¡Coño!» si esto fuese EE.UU. o Reino Unido, que hacen este tipo de periodismo, esto con tres preguntas tienes una historia.  Te educan la mirada de otra forma menos política, aunque yo nunca le he tenido muy política, pero quizás más humana, más personal, que al fin y al cabo es lo que importa.

¿Cree que con esta moda del clic, del pinchazo a la noticia en Internet, está perdiendo calidad el periodismo y está volviéndose algo en cierta manera intrusivo? Porque todo el mundo puede tener un blog.

Todo el mundo puede tener un blog, pero no todo el mundo puede tener un buen blog. Enrique Meneses tenía la teoría de que si tú eres ingeniero de caminos o eres fontanero y eres capaz de tener un blog estupendo pues muy bien, enhorabuena. Si eres periodista y haces una porquería de blog, pues oye, igual no vales para esto. No creo que periodista sea la persona que ejerce el periodismo. Periodista es el que se interesa por contar las cosas de una forma equilibrada y honesta a los demás.

Decía en una entrevista que le hice al director de The New Yorker, David Remmick, que en Internet hay mucha basura pero en proporción seguramente no hay más de la que había antes de Internet. Lo bueno es educarte y saber elegir y para eso estamos los periodistas.

Los periodistas si renunciamos a los tres pilares de nuestra profesión estamos muertos. Uno es que comprobamos lo que contamos; después nosotros contextualizamos las cosas, y la tercera, ayudamos al lector para que sepa que es lo que puede ser bueno leer. Pero sin dar doctrina, nosotros no decimos qué tiene que pensar el lector. Por ejemplo, algo que me gustaba hacer en su antiguo blog y que hago ahora en Infolibre es poner links de cosas contradictorias. Léetelas y decide tú. Mi trabajo no es decirte lo que tienes que pensar.

Aquí hay una manía entre los lectores y entre los periodistas que es decir si las cosas son blancas o negras. Pero las cosas no son blancas o negras. Las cosas son grises y tampoco totalmente grises. Mi trabajo consiste en darte el suficiente material para que tú decidas. Por ejemplo siempre he sido contrario a que los periodistas pongamos adjetivos. Un adjetivo por el que a veces hay una presión social a ponerlo: terrorista. ¿Es necesario decir que Hamás es un grupo terrorista? Yo creo que como periodista no debo decirlo. No es mi trabajo, es el de los abogados o los jueces, yo lo que debo de contar es lo que hacen. Si un grupo pone una bomba en una pizzería y mata a 14 personas es evidente que tú vas a decir: «qué hijo de puta» , pero yo no lo tengo que decir porque no es mi trabajo.

Aquí estamos acostumbrados, me pasa en El diario cuando hago unos perfiles un poco provocadores, hay un momento en que si la gente no lee exactamente lo que tiene en su cabeza se siente incómodo. Hice uno de Cuba muy provocador y me cayeron hostias hasta en el carné de identidad (risas), pero bueno, también buscaba eso.

Lo bueno o lo malo de Internet, según se mire, es que permite que caigan las hostias más directas.

Claro, y desde el anonimato. Yo tengo puesto mi nombre, no me insultes desde el anonimato. Además es más fácil decir: no estoy de acuerdo contigo. Si me insultas es que no tienes argumentos.

¿Qué otros blogs nos recomendaría?

Seguía mucho el que hacía Robert Mackey, The Lede Blog en The New York Times, que ya no lo hace y eso me ha dejado un poco trastocado. También me gusta Open Source, también de Mackey, y también los blogs de The New Yorker. En España me gusta Guerra Eterna de Íñigo Ugarte. También sigue a Nacho Escolar cuando habla de política nacional. Aunque mis lecturas son más bien medios de comunicacñón.

¿Cree que existe más libertad cuando el blog no depende de un medio?

No, yo como a cada uno le vaya bien. Yo por ejemplo con «En la boca del lobo» estoy ahora un poco parado porque estoy con algunos proyectos y estoy un poco más vago.  Sin tenerlo dentro de un periódico yo me puedo permitir escribir o no escribir. Ahora estoy escribiendo un libro sobre la historia de mi familia y toda la energía se me va ahí. Además, estoy con viajes, con un proyecto de Médicos sin Fronteras… Pero no abandono los blogs. Este no; el de El País sí, porque el periódico me abandonó a mí.

Con el trabajo que tengo de aquí para allá me es suficiente y no me quiero esclavizar por un post diario. Prefiero la libertad de poder actualizar cuando quiera.

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