Naveda: «La actualidad no es solo de ayer, sino que no acaba nunca»
Enrique Naveda (Santander, 1981) es periodista por casualidad. Aspiraba a convertirse en Premio Nobel de Literatura, vocación a la que la realidad cerró sus puertas: «No se ganaba dinero».
El cántabro comienza su visita al Máster ABC-UCM repasando su andadura primeriza en la profesión, su trayectoria. Una trayectoria que, tras salir decepcionado de la carrera, se almacenaba en una mochila en lugar de en periódicos. Y fue con ese hatillo con el que, frustrado con la falta de creatividad de la universidad, viajó por países como Irlanda, Dinamarca e Italia, para aprender de la vida y curiosear, pero también «holgazanear».
Motivado por las travesías realizadas como «turista sofisticado», se aventuró a visitar Guatemala, atraído por su exotismo. En el país centroamericano se interesó por conocer la realidad de la nación, no solo la superficial, también la más cruda y sombría. Desigualdades sociales y económicas, corrupción, violencia, racismo, machismo… Hacen de Guatemala, para Naveda, uno de los países más incomprensibles. Pero, tratando de entenderlo, encontró allí un lugar que le convertiría en otra persona, y dejó de ser el típico turista «paracaidista» para ser, por fin, periodista.
Escribió en elPeriódico de Guatemala y trabajó en la Embajada de España antes de cofundar, junto a Martín Rodríguez en 2011, la web de periodismo en profundidad Plaza Pública. Bajo el paraguas económico de la Universidad Rafael Landívar, solo después de asegurarse de que la información que publicasen no estaría condicionada por la influencia del poder financiero que la sostenía, aceptaron converger. Y así nació este medio, el más pequeño en obtener los cables de Wikileaks, «una redacción multidisciplinar consciente de la realidad del país y resultado de lo que ya éramos», comenta el periodista.
El medio digital del que Enrique Naveda es editor general toma su nombre de la cita del filósofo Habermas que decía que «los medios debían ser plazas públicas para revalorizar el debate» y someter a las instituciones a la opinión de los ciudadanos. Así, Plaza Pública no pretende «contar todo, sino llenar vacíos», asegura el periodista cántabro. Sus integrantes (10 en un principio, 16 ahora) renuncian a la información dura porque creen que «la actualidad no es solo de ayer, sino que no acaba nunca». Por eso, haciendo suya la frase que Susana Rotker incluyó en La invención de la crónica, cita: «La crónica es el género perfecto para explicar los tiempos de crisis» y así, con el gran reportaje como eje central, explican la transformación del país, dirigiendo la atención sobre «temas centrales marginados» en lugar de los «esperpentos» o «temas marginales» que se solían contar con este género.
«Guatemala necesita Plaza Pública», cuenta el periodista. Un medio que practique periodismo de largo aliento, imprescindible en un país en el que las publicaciones tradicionales no ahondaban en las causas del conflicto ni en temas sociales que repercutían directamente en la población. Por ello, siguiendo la estela marcada por periódicos digitales como El Faro (fundado por Carlos Dada en El Salvador) o El Confidencial de Nicaragua, empezaron desde el principio, contando lo que nunca nadie se había molestado en explicar. Fue de este modo y mediante técnicas de análisis estadístico, del discurso y de la teoría de las redes sociales como consiguieron demostrar la influencia de la oligarquía empresarial y cómo ésta dirigía el voto final de los diputados, en lugar de hacerlo la circunscripción o el partido político.
En el país en el que Naveda lleva una década, del día a día se informa «extraordinariamente mal», y aunque Plaza Pública no dispone de los medios necesarios para mejorar esta dinámica, tampoco lo pretende. Porque este medio digital, íntegramente gratuito, no busca ser «el gran medio de registro», sino que huye de los «archivos de bostezo y nace para satisfacer nuestras aspiraciones como periodistas», comenta.
A pesar de que Guatemala es uno de los países más violentos de Latinoamérica y de que en sus fronteras muchos periodistas corren peligro por la información que denuncian, Plaza Pública es «un medio peculiar». Siempre que son críticos o cubren algún tipo de coyuntura ponen en práctica la ética periodística y, como asegura Naveda, los criminales «se sorprenden e incluso agradecen que se les tenga en cuenta» para contrastar la información. «Lo toman como un gesto de justicia», y así los integrantes de este medio digital mitigan riesgos y continúan con su labor informativa. Al contrario que otros compañeros de profesión, a los que suelen «acosar más porque conviven con las fuentes», comenta Naveda.
Después de una década en el país centroamericano, Enrique Naveda ya no conserva el acento cántabro. Su voz, en cambio, rompe la rutina del país que lo acogió y se eleva; no habla «muy bajo» como los guatemaltecos, y a pesar del tiempo y la distancia, su origen español lo delata. Asentado en un medio que le ha hecho madurar, ya no se considera «cosmopolita y desarraigado» como antaño. Y sigue en Guatemala porque siente que la «necesidad de lo que hago allí es más grande» que en su país natal. Aunque no le otorga a la nacionalidad ni «valor sentimental ni legal» y huye de la «banalidad romántica» del recuerdo del mar, se siente de «aquí» (España), y lo primero que hace al volver es «ir a la playa». Quizás entonces sí tenga un significado especial y por ello, en Guatemala, no se desprende de esa sensación de «provisionalidad», porque Enrique Naveda está «allí solo de paso».