El olvidado episodio de Camilo José Cela en el sanatorio de Hoyo de Manzanares
El Premio Nobel pasó todo un verano encerrado en esta institución médica en la Sierra de Guadarrama al término de la guerra civil debido a la tuberculosis que padecía. Gracias a esta experiencia, se dice que escribió ‘Pabellón de reposo’
Fue la enfermedad más asociada con el movimiento romántico durante todo el siglo XIX, que la revistió de un halo de misterio literario y artístico. Pero la realidad en el siglo XX se tornó mucho más dura y prosaica. Junto con la gripe de 1918 y el VIH de los 80 y 90, está considerada una de las tres epidemias más grandes del siglo pasado. Hablamos de una de las enfermedades infecciosas más mortales a lo largo de toda la historia de la humanidad: la tuberculosis.
La sociedad española contemplaba atemorizada cómo este virus se llevaba la vida, sobre todo, de niños, jóvenes, ancianos y personas inmunodeprimidas. Las familias, avergonzadas de tener en su seno a un tuberculoso, incluso ocultaban la verdadera causa de la muerte. Los tísicos se convirtieron en marginados sociales y todo aquello que tocaban pasaba a ser considerado como contagioso. Cela era particularmente sensible respecto al rechazo social, algo que justifica su deseo de olvidar esta etapa de su vida. Lo cierto es que no lo logró y la enfermedad debió marcarle en gran medida porque no quiso volver a poner un pie en Hoyo de Manzanares ni mencionarlo en sus notas biográficas.
Paseo literario
La concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares y el blog ‘Cosas de Hoyo’ llevan dos años organizando paseos literarios con el objetivo de reconocer la figura de Camilo José Cela Trulock (Iria Flavia, 1916 – Madrid, 2002), quien permaneció encerrado en el sanatorio de esta localidad durante dos meses en el verano de 1942 (del 1 de julio al 28 de agosto). El Nobel de Literatura jamás ha hecho alusión a este episodio de su vida, ni siquiera al propio Hoyo de Manzanares. “Él nunca ha querido tener nada que ver con Hoyo. Le perdonamos porque fue una etapa muy dura”, cuenta Marisa Baela, guía de la ruta y autora del blog ‘Cosas de Hoyo’.
El recorrido ‘celiano’ sale de la Plaza del Ayuntamiento de Hoyo para adentrarse en la M-618, carretera que enlazaba Madrid con el sanatorio. Incluye la visita al nuevo sanatorio (actual colegio público), el antiguo sanatorio de Miralpardo (actual Massada de la comunidad judía) o la ‘Silla de Cela’, un antiguo berrocal en las inmediaciones de la instalación médica. Bautizada así en 2021 por el biógrafo ‘celiano’ Rafael Martín, esta última era una de las localidades favoritas del Premio Nobel. El cementerio es la última parada de la ruta, ya que la pandemia de tuberculosos dejó tal rastro en el pueblo de Hoyo de Manzanares que su cementerio repleto de tumbas datadas del periodo de posguerra.
El legado de Cela en esta localidad comienza con el hallazgo en 2013 de una carta que escribe a su amigo el escritor Ricardo León, datada en 1942 en Hoyo de Manzanares. Gracias a la existencia de esta misiva, unida a la de otras veintiocho que escribió a su novia, Charo Conde, se tiene la constancia de su estadía en este municipio. De no ser por la labor investigadora de Rafael Martín Moyano jamás se hubiera llegado al fondo del asunto. Este ingeniero de minas retirado ha sido el responsable de recuperar la memoria de la estancia de don Camilo en Hoyo. Toda la colección epistolar era antes inédita y debido a la divulgación de su trabajo, se conoce con exactitud la decisiva importancia que tuvo la residencia en el pueblo para el escritor, tanto en su salud como en su carrera literaria: “Hoyo para Cela fue mucho porque le curó”, apunta Marisa Baela.
El Nuevo Sanatorio de Hoyo de Manzanares
La población española, según el censo de la Dirección General de Estadística de 1942 en su informe del ‘Movimiento Natural de la Población’, era de 27 millones. Se estima que, en España, existían 300.000 contagiados de ‘Tuberculosis del aparato respiratorio’, de los cuales fallecieron alrededor de 26.000 según el ya mencionado registro. Con la aparición de la estreptomicina en 1944, el panorama cambiaría radicalmente. Hasta entonces, la institución asistencial por excelencia del tuberculosos era el sanatorio antituberculoso.
En la Sierra de Guadarrama –Cercedilla, Guadarrama, Navacerrada…– proliferaron los sanatorios que ponían remedio a esta enfermedad infecciosa con aire sano, buena alimentación y reposo. Hoyo tuvo en esos años dos sanatorios antituberculosos de medicina privada y en uno de ellos, en el verano de 1942 estuvo internado un joven Cela que apenas había comenzado a publicar por fascículos en el semanario ‘El Español’ su famosa obra ‘La Familia de Pascual Duarte’. Fue gracias al hermano de una de las internas, Felisa Ibáñez Aldecoa, que le publicarían la obra completa. Como consecuencia de esta breve estancia, también se dice que el Cela escribió ‘Pabellón de reposo’ gracias a las experiencias vividas tanto en Hoyo como en el Sanatorio de Guadarrama en el que ya había estado internado por problemas respiratorios en 1931.
[…] en el pabellón de reposo los enfermos siguen echados en sus ‘chaise longues’, mirando el cielo, tapados con sus mantas, de las que en este tiempo ya empiezan a sacar los brazos, pensando en su enfermedad. Son los primeros días de julio y ya las cigarras comienzan a cantar entre los cardos; […] (Cela, 1978, Capítulo 1, p. 25)
Construido en 1935, el Nuevo Sanatorio de Hoyo de Manzanares es hoy un edificio del C.E.I.P. Virgen de la Encina y estuvo en funcionamiento hasta poco tiempo después de la estancia de Cela. Se conservan la estructura y la fachada originales. Los pacientes se hospedaban en habitaciones individuales con sus correspondientes balcones y se dice que la de don Camilo era la No. 8. Al ser de titularidad privada, “no era un sanatorio para cualquiera, sino para las clases media y altas”, explica Baela. El centro estaba regentado por el prestigioso médico José Valdés Lambea, albergaba hasta 42 enfermos y el precio diario era de 18 a 25 pesetas. Justo al lado de la antigua instalación médica, se encuentra el antiguo sanatorio de Miralpardo. Estuvo en funcionamiento desde 1927 hasta que se vio desbordado por el excesivo número de enfermos y fue sustituido por el nuevo.
Por razones obvias (Cela vivió hasta los 85 años), su estancia en el sanatorio de tuberculosos resultó exitosa y le sirvió como trampolín de lanzamiento en su carrera hacia la escritura de su exitosa novela ‘Viaje a la Alcarria’:
[…] Entonces no existían las modernas drogas milagrosas que hoy hay, pero se conoce que aquellas estancias debieron hacerme bastante bien, ya que, a pesar de ello, en 1946 emprendí mi primera caminata, la de la Alcarria, que no solo no me dejó en la cuneta, sino que me sentó como un baño de agua de rosas. (Prólogo de la 6.ª edición de ‘Pabellón de reposo’)
* La guía de las rutas y autora del blog Cosas de Hoyo es Marisa Baelo y no Baela.
* La foto de inicio no es de 1935 (aunque figure así en el Archivo Municipal) Es de la segunda mitad de la década de los 40, fecha del folleto de propaganda del Sanatorio de donde está tomada. En 1935 no existía el ala este (donde se ven cuatro chimeneas o respiraderos) Este ala se construyó a principios de los 40.