Opinión

El Caos del Norte

La muerte del dictador comunista Kim Jong-il aumentó el misterio a un país de por sí tan hermético como Corea del Norte. Al frente se sitúa ahora su hijo Kim Jong-un, de quien lo mejor que puede decirse es que representa lo más característico de su país: nadie sabe nada de él a ciencia cierta. Se dio a conocer en septiembre de 2010 y ahora es el líder supremo. Hereda el cargo que ocuparon su padre, el “Amado Líder”, y su abuelo, el “Gran Líder” y “Eterno Presidente”. Tiene sólo 29 años y una preparación escasa comparada con los 14 años de formación que disfrutó su padre. Sin experiencia política y militar, hereda una nación nuclear, con graves problemas de alimentación, al borde de la quiebra y con mucho escepticismo. ¿Qué hará el “Gran Sucesor”?

Corea del Norte es una nación nuclear y presume de uno de los mayores ejércitos del mundo, con al menos un cuarto de la población armada. El Paralelo 38, que marca la división con Corea del Sur, es la frontera más militarizada del planeta y a finales del pasado año el hundimiento del Cheonan y el ataque a la isla Yeonpyeong (con resultado de 50 muertos) tensó aún más las relaciones con un vecino del sur con el que aún no ha firmado oficialmente el armisticio de 1953. Debido a su enorme déficit de imagen, hay quien teme que el bisoño Kim Jong-un haga una demostración de fuerza para reafirmarse. Escenario probable si no hubiera otros frentes.

En cuatro meses se celebrará el centenario del nacimiento de su abuelo, Kim Il-sung. El “Gran Líder” fundó Corea del Norte en 1948 con el sueño de hacer de ella una “nación fuerte y próspera”. Más de 60 años después, tiene armamento de destrucción masiva pero es uno de los países más pobres del planeta. Mientras perseguían el sueño armamentístico, cerca de un millón de personas falleció a causa de una terrible hambruna. Aún hoy, cuatro de cada 10 norcoreanos la sufren, y uno de cada tres menores de 5 años padece desnutrición. Según Amnistía Internacional, hay 200.000 presos políticos en seis campos de concentración. ¿Prosperidad?

En el momento de anunciarse la muerte de Kim Jong-il, Washington intentaba poner freno al enriquecimiento de uranio ofreciendo a cambio alimentos. Una de las contraprestaciones de la negociación a seis bandas (en las que también participan Corea del Sur, Estados Unidos, China, Rusia y Japón) para frenar la carrera nuclear era la concesión de ingente ayuda humanitaria. Corea del Norte está frente al abismo.

Junto a esas carencias, se confía en que la labor de su tío sirva de contención. Jang Song-thaek ha estado al frente de defensa y seguridad durante los últimos años y su consejo (herencia de Kim Jong-il) será el que oriente al heredero en sus primeros pasos. Dado que aún existe una nutrida representación de viejos mandos ávidos de mantener sus privilegios, no cabe esperar ningún volantazo sin sentido.

Corea del Norte ha vivido aislada del mundo, pero serán los intereses de las potencias mundiales quienes favorezcan una “transición tranquila”. Japón y Corea del Sur han decretado el estado de alerta en sus ejércitos; Barack Obama no quiere sobresaltos en plena carrera por la reelección, aunque mantiene una fuerte presencia militar en la zona; Rusia vigila los movimientos de China; ¿Y China? El gigante asiático es lo más parecido a un aliado con el que puede contar Corea del Norte, pero su objetivo es meramente comercial y económico. Teme más que nadie una revuelta porque llenaría sus puertas de refugiados. Todos quieren evitar el caos.

Foto: Madrilánea

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