Los hijos de Gervasio Sánchez
Diego Sánchez tiene unos 14 años. Exactamente los mismos que tenía Sofia Elface Fumo cuando conoció a su padre, Gervasio Sánchez.
Era 1997 y habían pasado ya tres años desde que ella pisó una mina antipersona.
Fue un sábado de noviembre, en Mozambique. Sofía iba a recoger leña con su hermana María. La Guerra había terminado, pero un cerco mortal protegía el campamento de unos ingenieros italianos. Organizaciones humanitarias habían luchado para que se desactivaran las minas, pero no se hizo. Ese día Sofía perdió dos piernas y un mes después a su hermana.
Gervasio Sánchez la conoció cuando era sólo una niña. Su pierna ortopédica le sirvió para ilustrar su desgracia y la de muchos otros inocentes en «Vidas minadas». Allí también aparecen el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años. «Aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas. Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad». Eso dijo el fotógrafo hace 4 años al auditorio del Círculo de Bellas Artes de Madrid, cuando recogió el premio de periodismo Ortega y Gasset.
Gervasio Sánchez retrató a Sofia Elface en tres ocasiones más. En 2002, 2007 y 2012. A lo largo de esos años Sofía tuvo un hijo, Leonaldo. El padre la abandonó después de dejarla embarazada. Luego vendría Alía. Ahora los tres son protagonistas de la fotografía más reciente de toda la exposición. Se sacó hace tres semanas.
Hoy se expone junto a «Vidas Minadas» y su antología en la Tabacalera de Madrid. 148 fotografías que repasan la trayectoria de Gervasio Sánchez a lo largo de 28 años. La dictadura de Pinochet, los Balcanes, el genocidio de Ruanda… un homenaje a las víctimas de los conflictos de la segunda mitad del Siglo XX.
Normalmente texto e imagen sirven para construir una historia. En este caso, fotógrafo y escritor, construyen un agradecimiento. Un hogar. El novelista sueco Henning Mankell puso palabras a la vida de Sofía en «El secreto del Fuego». Gracias a los fondos recaudados por su obra Mankell ha pagado los muros de la nueva casa de la mozambiqueña. Con el dinero obtenido con «Vidas Minadas», Gervasio Sánchez también colaborará.
«Mi foto favorita es de los Balcanes. Aquella donde aparecen dos niños abrazados entre las ruinas», cuenta Diego Sánchez. La fotografía es del 99 y está tomada en Djakova, Kósovo. La historia de su padre con los Balcanes comenzó cuando él todavía no había nacido. En 1991 Gervasio Sánchez cubrió la guerra serbo-roata. Al año siguiente retratará «El cerco de Sarajevo», su primer libro. Será en 1998 cuando comience a cubrir el conflicto de Kosovo, dónde se tomó la foto. «La he elegido porque en una guerra los que más sufren son los niños», aclara. Quizás una inspiración para el futuro. «No me importaría ser reportero de guerra, eso sí, sé que a mi padre se le pondría la carne de gallina sólo de pensarlo».
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