Guadalajara

Cantaor por casualidad

Marceliano García nació en 1960 en la localidad cacereña de Valdeobispo. Su madre, una aficionada a la canción española, inculcó esta pasión a sus hijos, convirtiendo las coplas de Juanito Valderrama, Antonio Molina o Marife de Triana en la banda sonora de su joven vida. Pero con 27 años tuvo que abandonar su tierra por motivos de trabajo, sin saber que esta nueva etapa tendría un nuevo compás, el del flamenco.

Entonces recala en Guadalajara y comienza a trabajar en la central nuclear de Trillo. Marce, como le gusta que le llamen, añora su tierra y entra en contacto con una peña extremeña. En esta agrupación conoce a varios apasionados del flamenco, un género que no le llama la atención especialmente. De hecho, no le gusta. Pero Juan Segovia, uno de los peñistas, le presta una amplia discografía. «Le debo mucho», repite varias veces. Y así comienza la historia de amor de Marce con el flamenco, que se convirtió en su alimento artístico.

«Yo nunca pensé que ganaría premios con esto», dice el cantaor. En estos 25 años ha actuado en muchos festivales, decenas de concursos e incluso ha grabado un disco de flamenco con otros artistas extremeños. En su palmarés hay también una decena de premios, colocados esmeradamente en una estantería, dentro de su «habitación de la música». Está llena de discos y de reconocimientos. El premio del que más orgullo siente es el Melón de Oro, que ganó en 2006 en el Festival Internacional de Cante Flamenco de Lo Ferro (Murcia). «Es al cantaor más completo», aclara con la chispa de la satisfacción en sus ojos mientras sonríe.

Colaboraciones famosas

Algo que comenzó por casualidad se ha convertido en su vida y en su refugio, sobre todo desde que está en paro. «Ahora intento aprender más, estudiar, aunque el flamenco es algo que no aprendes ni en 5, ni en 10, ni en 100 años. Es tan extenso que aunque pasases una vida entera estudiando, nunca terminarías», dice convencido. A pesar de su humildad, este extremeño ha cantado con figuras de la talla de José Menese, Gabriel Moreno o José Mercé, y le han acompañado al compás guitarristas tan reconocidos como Paco de Antequera o Manolo de Franco. «Yo intento aprender de todos, tanto de los grandes como de los menos grandes, y llevarlo a mi cante», explica.

Pero si Marce admira a alguna figura del cante esa es Antonio Fernández Díaz, Fosforito. «Él es un cantaor larguísimo [que puede cantar diferentes tipos de cante], con una voz muy peculiar, que a lo mejor no gustaba a todos los públicos. Pero al que le gusta, le parece increíble», explica. Entre sus referentes también están otros nombres como Manuel Mairena —que recopiló todos los cantes, incluso los que habían caído en desuso—, o el cantante de moda del flamenco, Miguel Poveda. «Es un tío que se lo ha currado y se merece estar donde está, aunque luego la gente diga que le han ayudado», replica en su defensa.

Marce nunca se ha planteado hasta dónde quiere llegar con el cante. «Yo lo tengo como afición, porque vivir de esto es muy difícil». Más aún en una provincia en la que la cultura del flamenco no es tan popular como en otras regiones de España. Sin embargo, él no cesa en su empeño: «Yo seguiré dando el 200% en todas mis actuaciones y el público decidirá si merece la pena escucharme».

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