Vicente Gordillo: «El que hace la foto nunca sale»
La casa de Vicente Gordillo Carmona es un archivo insólito y sorprendente. Diseminados entre el cuarto trastero, el salón y los pasillos se acumulan cientos de dibujos, fotografías y documentos que recuerdan el pasado y el presente de Leganés (190.181 habitantes) y que han hecho a su propietario, Policía Nacional, trabajador del Defensor del Pueblo, periodista hiperlocal y activista vecinal, merecedor de la medalla de plata de la ciudad, que recibió en diciembre.
— No sé ni por dónde empezar a contarte.
Vicente nació en 1959 pero su caudaloso y profundo río de papel, tinta y película fotográfica se remonta mucho más atrás. Guarda una copia del documento que certifica la exención de las cinco leguas para las villas de Leganés y Polvoranca, datado el 3 de octubre de 1630, que permitió a ambas villas convertirse en administraciones independientes de Madrid capital. Imágenes de los niños leganienses que fueron evacuados a Rusia durante los primeros días de la Guerra Civil. Instantáneas de paredes grises forradas de coloridos grafitis pidiendo el «No» en el referéndum sobre la permanencia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de marzo de 1986… Caras alegres y tristes, edificios en ruinas y recién inaugurados, plazas que parecen vertederos y obras de arte dignas de un museo llenan sus armarios y forran sus paredes, muchas de ellas donadas por vecinos que sabían que quedaban en buenas manos. Las conserva ordenadas en archivadores que lucen etiquetas con el nombre de los barrios de la ciudad. Centro. San Nicasio. Polvoranca. Otros.
— Me gustaría ver cuándo me dan la oportunidad de donar todo esto al Ayuntamiento, porque mi casa ya no aguanta. Sería muy egoísta quedárselo todo. Debería estar en cualquier sitio menos aquí.
También tiene libros, cuartillas, trozos de papel y casi cualquier superficie sobre la que se pueda escribir con dibujos, textos y poemas dedicados a Leganés, a alguno de sus rincones, a alguno de sus habitantes. Uno de ellos a un indigente que conocía y que murió congelado a quinientos metros de su ventana. Otro, a una niña desamparada que conoció gracias a su actual trabajo en el Defensor del Pueblo. Además, sus estanterías albergan fotografías junto a personajes famosos, recuerdo de su etapa en el cuerpo de escoltas para personalidades especiales. En una aparece junto al Rey, en otra con el Dalai Lama. En una tercera, tomada en Santiago de Compostela, con Juan Pablo II.
— Eso no lo verás en ningún otro sitio.
Señala un plano de la antigua iglesia de Polvoranca, la de San Pedro Apóstol, diseñada por los arquitectos de la Corte de Felipe III Francisco de Mora y su sobrino Juan Gómez de Mora. Los restos de la villa, abandonada desde hace décadas, y el gigantesco parque que hoy ocupa sus terrenos son un verdadero imán para Vicente. Tiene cientos de fotografías de las ruinas y del parque. Cardos del tamaño de personas, juncos descomunales en las lagunas cercanas que desaparecieron cuando el cemento convirtió el terreno salvaje en un jardín domesticado a principios de los noventa. Chavales jugando en las proximidades de la vieja iglesia, capturados para siempre en blanco y negro. Él también jugó allí de niño, y como un niño sonríe cuando habla del pueblo abandonado.
— Encontré el escudo de Polvoranca, que habían arrancado con un tractor de la Casa Consistorial en ruinas, abandonado y lleno de musgo en un prado. Lo denuncié al Ayuntamiento y ahorá está restaurado y a salvo en el centro Municipal de las Dehesillas.
Una de sus fotos de la aldea abandonada fue la portada de uno de los primeros números de la revista que en 1997 fundó con José Manuel García García, Josman, Jesús Hernández Brotons y el psicólogo Basilio Orozco, y el apoyo de Francisco Pérez Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos de San Nicasio, y del dibujante Raúl Valencia. Todos ellos eran vecinos del barrio de San Nicasio, al oeste de la ciudad.
— En la revista, que al principio se hacía en mi casa, colaboraba todo el mundo, implicábamos a todo el mundo. “O me cuentas esto o dejo la página en blanco y pongo Espacio en blanco porque el concejal X se ha negado a hablarme”.
El títular de portada de ese número, «Todos a una contra la M-407», era tan combativo como el resto de la publicación, plagada de fotodenuncias contra “los monolitos de Iberdrola” (transformadores eléctricos en las calles) o pidiendo ayuda contra el abandono del barrio. Entonces, la autovía autonómica que enlaza Leganés con Griñón pasando junto a las ruinas del pueblo abandonado de Polvoranca era solo un proyecto. Las protestas, sin embargo, no tuvieron éxito: la carretera finalmente se construyó siguiendo el trazado original, aunque hace apenas tres años se remodeló para, entre otras cosas, reducir su impacto medioambiental.
— Escribíamos con pseudónimos. Yo firmaba como La Aguja, para que la gente no se diera cuenta de que hacía casi todo el periódico. Luego me preguntaban “¿Quién es ese tal La Aguja que tiene tanta mala leche?”.
La “mala leche” funcionó. Gracias, entre otras cosas, a lo que publicaba la revista —que todavía hoy se sigue distribuyendo, se frenó la construcción de un polígono industrial en el barrio y se consiguió reconvertir la antígua vía militar —por dónde los trenes cargados de combustible de aviación para el cercano aeródromo de Cuatro Vientos pasaban a pocos metros de las casas— en el actual Paseo de Paquita Gallego. La intensa actividad vecinal de Vicente también tuvo que ver con que la Universidad Carlos III decidiera instalar uno de sus campus en Leganés, lo que sirvió para restaurar el antiguo cuartel de Guardias Walonas, que data de 1783.
— La gente está muy asqueada, y siempre que oye de una movilización piensa que hay intereses espúreos. Pero si nos quedamos en casa, mal asunto. Hay que concienciar a la gente, porque si nos movemos podemos conseguir cosas.
Pese a lo inmenso de su colección de recuerdos, tiene claro cuál es su pieza favorita.
— Una foto que tomé de los alcaldes de la ciudad nicaragüense de Somoto, hermanada con Leganés, el de Vitoria, y la alcaldesa de Lasarte, Ana Urchueguía a la puerta de la Asociación de Vecinos de San Nicasio. Fue diez días antes del asesinato de Miguel Ángel Blanco —el concejal del Partido Popular de la localidad vizcaína de Ermua secuestrado en 1997—. Su cuerpo apareció en Lasarte. Un año después, durante un pleno, HB leyó un comunicado en el que evitaban condenar la muerte del concejal socialista Froilán Elespe, apenas unos días antes. Ante la avalancha de gritos de repulsa de simpatizantes del Partido Socialista de Euskadi, Urchueguía se puso en pie y gritó: “Dejadles hablar ¡Dejadles hablar! Que se den cuenta de la diferencia entre ellos y nosotros. ¡Dejadles hablar!” Siempre que la veo me acuerdo de ella.
En esa imagen no aparecía Vicente Gordillo. «El que hace la foto nunca sale».
Amigo Vicente: Maravillado por tu relato y las experiencias vividas. Sabedor de forma ligera, estas expresiones me llenan de emoción, al sentirme tan cercano en este amor a esta nuestra gran ciudad.
Un abrazo gandhiano. Enrique.
Hola! Somos un grupo de la UNED de Leganes. Estamos trabajando en un proyecto sobre fotografias antiguas de Leganes. Nos parece muy interesante tu trabajo y nos gustaria poder aceder a el. Te dejo mi correo montsepalomo63@gmail.com. Un saludo.
Hola! Somos un grupo de la UNED de Leganos, estamos trabajando en un poyecto sobre Leganes. Fotografias a partir del año 1.900 hasta la actualidad. Y me preguntaba si podias ayudarnos. Un saludo.