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Los geranios de Neruda sobreviven en la Casa de las Flores

Fachada de la de la Casa de las Flores en la calle Rodríguez San Pedro - Wikipedia
Fachada de la Casa de las Flores en la calle Rodríguez San Pedro – Wikipedia

En la esquina entre las calles Rodríguez San Pedro e Hilarión Eslava se alza un edificio considerado por muchos arquitectos un referente de la arquitectura madrileña: la Casa de las Flores. Esta construcción diseñada por Secundino Zuazo a comienzos de los años treinta ha sobrevivido a la Guerra Civil, ha dado cobijo a numerosos intelectuales y artistas españoles y, en la actualidad, además de funcionar como complejo de viviendas, también cumple una labor social con los vecinos de Chamberí.

«Mi casa era llamada la Casa de las Flores, porque por todas partes estallaban geranios; era una bella casa con perros y chiquillos»; así describía Pablo Neruda este edificio en uno de sus poemas. El escritor chileno vivió en la Casa de las Flores mientras fue cónsul en Madrid en 1934 después de que su amigo Rafael Alberti le consiguiese una habitación en ella. Debido a esto, su vivienda no tardó en convertirse en uno de los puntos en los que se solían reunir los artistas de la Generación del 27 para entablar discusiones y debates. Neruda proseguía así con sus versos en referencia a esta joya arquitectónica: «¿Te acuerdas Rafael (Alberti)? Federico (García Lorca), ¿te acuerdas debajo de la tierra, te acuerdas de mi casa con balcones en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca?».

Construida entre 1930 y 1932, la Casa de las Flores abarca una manzana entera y se localiza en las inmediaciones de la céntrica calle Princesa. Recibe su nombre por la cantidad de flores que adornan los maceteros presentes en los balcones de su fachada durante la primavera. Al poco de ser levantada, se convirtió en un símbolo de la construcción de edificios de viviendas en la capital y fue tomada como modelo para los estudiantes de arquitectura de los años venideros.

Una construcción modélica

Con su obra, Zuazo buscaba transmitir una apuesta basada en la buena iluminación y ventilación para conseguir un estilo útil e higiénico y evitar las características viviendas interiores y oscuras del distrito en el que se ubica. Al mismo tiempo, el urbanista vasco intentaba alcanzar una complicada conexión con la naturaleza en el corazón de Madrid. Según el arquitecto español, Santiago Fajardo, esto se aprecia en «la misma planta del proyecto», donde se revela «la condición saludable de la vivienda», basada en «la ventilación cruzada y un completo contacto con el exterior».

Fajardo destaca que la ambición de Zuazo por «crear mejores condiciones para la vivienda y la ciudad», hizo que propusiera «una novedosa alternativa» a las manzanas del Plan Castro para el ensanche de Madrid. Para el arquitecto, esta edificación constituye un modelo «perfectamente encajado» que no se puede comparar con ninguna otra vivienda en España.

Patio principal de la casa de las flores - H. Romero
Patio principal de la casa de las flores – H. Romero

En referencia al estilo marcado por el contacto con elementos de la naturaleza, Horacio Romero, profesor del departamento de escultura de la Universidad Complutense de Madrid y propietario de una de las viviendas de este inmueble, asegura que «es como estar en Casa de Campo pero estando realmente en el Centro, en Argüelles». Como explica el profesor, las ventanas cuentan con grandes ventanales de forma que da la sensación de que la vegetación «forma parte del hogar de cada uno» tanto en las primeras plantas como en las superiores. Esto se produce gracias a la presencia de árboles de gran altura en el patio y su combinación con las flores que los vecinos sacan a sus balcones.

Utilizando en la construcción un característico ladrillo rojo, la manzana rectangular está compuesta por dos bloques paralelos de cinco pisos de altura estructurados en torno a un gran patio cubierto de vegetación. El inmueble alberga un total de doscientas ochenta y ocho viviendas dispuestas en tres patios ajardinados, donde el central es el más grande. En la planta baja, una serie de arcadas elípticas coinciden con los soportales del edificio y los escaparates de algunas tiendas. Estos hacen un paréntesis en el espacio central con una apertura que da entrada al patio, en la actualidad cerrado al público después de que, según explica Romero, se produjesen varios actos de vandalismo. Además, la fachada principal, la que da hacia la calle Princesa, destaca por los balcones que se encuentran sobre los arcos anteriormente citados y, juntos, establecen la imagen más reconocida de la estructura.

Función social

Esta manzana es considerada Monumento Nacional desde 1981 y, hoy en día, en sus locales a pie de calle, alberga multitud de comercios junto a un centro de día que cumple con una función social. Irene Botia, responsable del Centro de Día Casa de las Flores ubicado en uno de los locales de este edificio, explica que la mayoría de los usuarios son «vecinos del barrio de toda la vida» y resalta que aprovechan el patio del inmueble en el que se ubican «como lugar de ocio» para que estos «puedan dar paseos». Según Botia, en esta institución realizan actividades destinadas a las 57 personas que acoge (la mayoría con algún tipo de enfermedad degenerativa), orientadas a «ralentizar el avance de enfermedades, siempre desde una perspectiva lúdica y con sentido» para el paciente.

A pesar de esto, la transcendencia arquitectónica de esta construcción pasa desapercibida para los vecinos de la zona. «No hay mucha gente que sea consciente de que el edificio es un referente para la arquitectura madrileña», asegura Botia. De la misma opinión es David Gallego, residente en la calle Rodríguez San Pedro desde hace cinco años. Gallego asegura que, a pesar de «pasar junto al edificio todos los días para volver a casa», nunca supo ningún dato sobre esta manzana aunque siempre le «llamó la atención».

Además de Pablo Neruda, entre las personalidades que vivieron en este inmueble destacan el científico español Severo Ochoa, que fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina y vivió en esta ubicación entre 1931 y 1936. Otros habitantes de la Casa de las Flores fueron el escritor Emilio Carrere o, entre otros, Francisco Grande Covián, médico e investigador que fue el fundador y el primer presidente de la Sociedad Española de Nutrición. Junto a ellos, numerosos artistas y escritores también escogieron este edificio como residencia durante sus estancias en Madrid y, hoy en día, es la elección favorita de muchos arquitectos conocedores de las particularidades de esta estructura.

El azote de la Guerra Civil

La Guerra Civil dejó su huella en este emblema arquitectónica de la primera mitad del siglo XX. Debido a su cercanía al frente de la batalla de Madrid, el complejo sufrió graves daños, especialmente en la esquina que asoma en la calle Princesa. Además, algunos sectores del edifico fueron utilizados por el bando republicano para albergar tropas y como almacén. Todo esto quedó expuesto para la historia en las fotografías tomadas por el periodista francés Albert Louis Deschamps a su paso por la capital. En su trabajo se puede apreciar la icónica fachada del edificio de la calle Rodríguez San Pedro protegida con barricadas para contener el avance de las tropas nacionalistas.

Destrucción provocada en la Casa de las Flores por los bombardeos aéreos durante la Guerra Civil - Efe
Destrucción provocada en la Casa de las Flores por los bombardeos aéreos durante la Guerra Civil – Efe

Debido a los desperfectos sufridos, la Casa de las Flores fue restaurada en los años cuarenta y, como asegura Santiago Fajardo, se respetó la estructura inicial. En referencia a esto, Horacio Romero confirma que la fachada del edificio «conserva su estética original» pero, en el interior «se han acometido algunas reformas» para acondicionar el inmueble al estilo de vida de sus habitantes.

Los daños provocados en esta manzana por un bombardeo durante el conflicto también fueron registrados por Neruda en uno de sus poemas cuando regresó a España. Acompañado por Miguel Hernández, el chileno volvió al edificio y describió así la panorámica de lo que fue su hogar: «Subimos y abrimos con cierta emoción la puerta», narraba Neruda. «La metralla había derribado ventanas y trozos de pared. Los libros se habían derrumbado de las estanterías», proseguía antes de añadir: «Aquel desorden era una puerta final que se cerraba en mi vida».

Siete décadas después de ser inaugurada y tras resistir las embestidas de la Guerra Civil, los geranios mencionados por Neruda siguen creciendo cada primavera en una Casa de las Flores que se mantiene intacta y continua siendo una construcción referente en la arquitectura nacional.

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