Los inmigrantes venezolanos se reencuentran con la democracia

Resulta imposible esconder la crisis migratoria venezolana en una ciudad como Madrid. Salir a la calle en la capital española sin escuchar el acento venezolano es bastante difícil y ellos no solo viven aquí, sino que al ser hijos o nietos de españoles tienen pasaporte y votan.
Son casi 4,5 millones de migrantes venezolanos. 300.000 de ellos viven España según cifras publicadas en octubre. Tan solo en Madrid hay alrededor de 50.000 venezolanos con nacionalidad española y el número sigue creciendo. Parece poco en una circunscripción donde la diferencia entre los dos primeros partidos el pasado 23 de abril fue de poco más de 200.000 votos, pero con unas encuestas que muestran que la diferencia entre el PP y el PSOE es bastante pequeña pueden ser importantes.
Los venezolanos son una comunidad profundamente politizada. El haber escapado de una dictadura los convierte en un grupo con un altísimo criterio de la responsabilidad democrática. Siempre que pueden van a las urnas y las historias que llevan a ellas cada vez tienen un mayor peso en la democracia española.
La responsabilidad del voto
Para Alexandra Rojas, quien tiene ya un año trabajando como tatuadora en Madrid, votar no es solo un derecho, es una responsabilidad. «Honestamente no sé por quién votar, pero me siento en la obligación de hacerlo. Aprendimos que la abstención empeora las cosas» comenta. Como a muchos venezolanos sus padres le recomiendan que se incline por un partido de derecha, pero aún duda ya que ellos «No viven aquí». Esa sensación la tiene también María Ticali, comunicadora social especializada en marketing que tiene ya dos años en Madrid: «La verdad aún no se por quién votar, pero habiendo salido de una dictadura siento que es un deber como ciudadano que vive en este país».
Rocío Fernández también afirma que el voto es una responsabilidad sobre todo para quienes tienen la experiencia de haber vivido en dictadura. Comunicadora social e hija de gallegos, siente que quedarse en casa les abre la puerta a los partidos más extremistas y autoritarios: «No votar es darle espacio a los peores», afirma en una cena familiar cuando su suegra comenta que no votará.
Para David Molina de 28 años, tres de ellos en España, votar es necesario y suele pensar en su país natal de camino a las urnas. «Siempre pienso en Venezuela, para mi es imposible no tenerla en cuenta cuando voto». Para los venezolanos es casi una revancha poder participar en una democracia.
Por su lado Eduardo Navas, estudiante de 26 años, mantiene una emoción con el voto que muchos españoles parecen haber perdido: «Para mí es maravilloso volver a sentir que estoy en mi derecho de votar en un ambiente donde no se favorece descaradamente a un partido», comenta. «Incluso aunque no gane el partido donde voté sé que estamos en una democracia».
Aunque es fácil saber que los venezolanos se sienten en el deber de votar, no todos van hacia el mismo partido, parece ser que es la derecha la mayor beneficiada por su inmigración. David revela que en las pasadas elecciones su voto fue a parar a Vox. «Su programa de gobierno es el que más me convence» dice sin preocuparse demasiado por las acusaciones de extremismo. A pesar de todo la campaña de Pablo Casado ha tenido su efecto. «Estoy pensando en el PP, todavía no decido, pero me está gustando su discurso».
En casa de Rocío ella y su esposo Ignacio Urizarbarrena (de ascendencia Vasca) también saltaron al partido de Casado, aunque ellos abandonaron el barco de Albert Rivera. «Siempre he votado por Ciudadanos, desde que nos mudamos a Madrid pero Rivera cambia mucho su postura» expresa del que antes era su partido predilecto.
Sin embargo, no todos en casa de los Urizarbarrena Fernández votan a la derecha. Andrea su hija de 25 años quien cumple 2 años en el país apunta hacia el PSOE de Pedro Sánchez: «Es un partido que se ha mantenido fiel a sus ideales políticos, que no ha cedido en aquellos aspectos que consideraba importantes y representa parte de lo que yo creo». Andrea menciona causas importantes para los millenials como el calentamiento global, los derechos LGTBQ+ y los derechos de la mujer para no votar por la derecha, incluso por los partidos del centro: «Votar por el PP o Ciudadanos es apoyar a VOX» declara. Eduardo también piensa votar por el PSOE, aunque aún no lo decide, para alejar a los partidos más extremistas del poder: «No quiero que ganen ni VOX, ni Podemos» sentencia.

Venezuela en la cabeza
Quizás de todas las comunidades de inmigrantes en Madrid, la venezolana sea la que está más atenta a la política exterior de España sobre su país. De hecho, en el debate del pasado lunes 4 de noviembre el único partido en no mencionar el tema Venezuela fue Podemos.
Cómo se podría suponer las políticas sobre este punto pueden ser determinantes en el voto. Cada uno de los entrevistados afirma que revisan los programas de los partidos con respecto al país.
Mientras que Podemos mantiene en sus redes la necesidad de un diálogo con el régimen de Maduro, los otros cuatro partidos apuestan por diferentes medidas de presión. Casado y Rivera mantienen que el PSOE no ha sido capaz de liderar como debería la ofensiva europea y VOX afirmando que España debería aumentar su influencia diplomática y militar en la zona. El acercamiento del PP llega a tal punto que su líder se paseó en la plaza del sol el pasado 23 de enero, cuando la comunidad venezolana en la capital apoyaba la juramentación de Juan Guaidó como presidente encargado.
De momento, mientras no resuelva la crisis habrá más venezolanos en Madrid y España con derecho a voto. Mientras la diáspora siga creciendo y siga igual de politizada no será extraño escuchar más comentarios al respecto de los diferentes líderes políticos.
«Pero Podemos no»
Aunque los partidos a votar parecen variar, lo que se ve claro es el rechazo de la diáspora venezolana hacia la tolda de Pablo Iglesias. Las conexiones con el chavismo, así como las declaraciones en defensa de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han generado un importante rechazo del electorado venezolano. A pesar de que las declaraciones de Iglesias de los últimos meses han intentado desligarse del régimen, su historia en la política y su posición sobre Juan Guaido han complicado que pueda deslastrarse de esta relación.
A Trump y a sus aliados no les interesa la democracia y los derechos humanos en Venezuela, les interesa su petróleo. España y Europa deben defender la legalidad internacional, el diálogo y la mediación pacífica, no un golpe de Estado
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) January 23, 2019
Eduardo los considera un peligro a la democracia y David comenta que no puede votar por el PSOE Sánchez por : «Negociar con chavistas». Pero son quizás Alexandra y María, que siguen indecisas, las que están más convencidas de algo: «No votaría nunca por Podemos, sabemos cómo termina ese proyecto», marca Rojas que llegó a Madrid escapando de la hiperinflación en Caracas. Ticali pone aún más énfasis el tema de Iglesias, aclarando que para ella pueden haber varias opciones «Pero Podemos no».
