Huerto Hermana Tierra: el valor del campo ecológico en El Pardo
Con más de 400 años de antigüedad, el convento de los Capuchinos de El Pardo ha hecho de su huerto un proyecto lleno de ilusiones. Con más de dos hectáreas, y tras 25 años abandonado, el lugar ha sido recuperado y cuidado con el objetivo de no olvidar lo que la tierra puede ofrecernos, tanto profesionalmente como nutricionalmente.
El huerto, al lado de Madrid, está en un lugar que tiene su historia. El convento de los Capuchinos data del siglo XVII y la parcela está ubicada en una ladera del monte que los frailes, a lo largo de los años, han convertido en huerto. «Es un tesoro dentro de este lugar», dice uno de los implicados en el proyecto.
Inma, responsable del programa, cuenta a Madrilánea que el Huerto Hermana Tierra es un proyecto social para la formación y el empleo. «Está enfocado en los jóvenes que aquí aprenden a ser agricultores ecológicos y consiguen habilidades para el empleo» .El fin de esta experiencia es ayudarlos a buscar trabajo en el mercado laboral.
El proyecto, en el que participan ,entre otros, Karim, Óscar, Armel, Inma y Jesús, está lleno de ilusión y empeño. Labran la tierra con el objetivo de poder llevar a la gente un producto ecológico de buena calidad, ayudando, además, a jóvenes en riesgo de exclusión y a inmigrantes a poder conseguir una vida digna mediante un trabajo asalariado en el huerto.
El terreno, que lleva ya seis años hospedando esta iniciativa, ha ido cambiando y avanzando desde que se inauguró. «Se ha ido modificando porque hemos ido aprendiendo más», comenta Inma. «No tenemos ninguno conocimiento empresarial de cómo llevar un huerto, lo que sí que tenemos es voluntad», dice sonriendo.
Al comenzar el proyecto, ellos llevaban la comida a domicilio y la distribuían por todo Madrid aunque esto les consumía mucha energía y los números seguían sin salir. Tras un parón, y después de reestructurar la idea, se fueron centrando en ubicar puntos de reparto en la capital. Estos, que son cinco, tienen un sentido ya que son lugares que tienen relación con los Capuchinos o con alguna parroquia de Madrid. «Tratamos que todo esto tenga un significado más allá de producir verdura ecológica, buscamos concienciar a la gente que consume nuestra verdura sobre la importancia de cuidar la tierra y consumir de manera responsable, además de insistir en la importancia del trabajo digno», explica la responsable.
Los jóvenes que trabajan allí son chicos que ya conocen de otros proyectos de SERCADE (Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad). «Venimos haciendo un proyecto de acompañamiento con ellos, son personas que ya conocemos y que, en un momento dado, necesitan un trabajo», comenta Inma. El huerto puede servirles, además, para solucionar su parte administrativa, su documentación y su vida personal.
Óscar, otro de los responsables del huerto, nos comenta que ahora están preparando la tierra para la nueva cosecha. Los productos que irán en la cesta, que varían dependiendo de la temporada, serán habas, cebolletas, zanahorias, patatas, en resumen, la verdura propia de cada estación. «Ahora estamos cosechando lombarda, puerro, espinaca, apio… muy variado», comenta Óscar.
Hace poco compraron un tractor ya que era una necesidad para poder atender mejor el terreno. «Es un espacio de grandes dimensiones y nos hacía falta», dice Jesús. «Queremos que el huerto sea una ocasión para que la gente se sensibilice hacia cosas, por lo que buscamos que el tractor sea un fruto de la colaboración de muchas personas. Queremos que la gente no solo sea cliente, sino que haga del huerto algo suyo. Nos gusta que vengan a visitar el espacio y que compren aquí la verdura», finaliza. Para ellos, lo importante es que este espacio sea un símbolo de la tierra, las personas y el trabajo digno.
También hacen jornadas de puertas abiertas y momentos de trabajo compartido en los que la gente puede ir a trabajar al huerto y participar en la experiencia. Un enfoque de conocimiento mutuo, comentan. «Debemos conocer lo que supone sacar adelante la tierra y tratar de incentivar la producción de verdura ecológica, la gente tiene que valorar el trabajo del campo. La verdura necesita mucho cuidado», afirma el grupo.
El covid también pasó factura al proyecto. «Durante marzo, abril , y hasta mediados de mayo, tuvimos que parar la entrega. No pudimos vender esos productos y los llevamos a comedores sociales. Aunque cuando se reanudaron los repartos sí notamos una disminución de clientes. La gente tiene aún un poco de miedo», dice Inma. Aunque también hay personas que se están animando más y, al no poder salir de Madrid, están yendo a ver el huerto y a comprar la cesta allí los domingos, explica.
La cantidad de clientes que se están fidelizando ha crecido y, con la crisis y el atractivo de las zonas verdes, hay muchas personas que, mientras están paseando, se dan cuenta de que hay un espacio de tierra ecológica aquí, dice Jesús.
«El huerto en sí solo no tendría sentido si no hubiese personas que pudiesen aprovechar esto como una oportunidad de trabajo y aprendizaje», comenta Inma. Resaltan que el proyecto ha permanecido en activo durante toda la crisis y que Karim y Armel han continuado teniendo un contrato laboral, algo muy importante para ellos. «El huerto no para», apunta la responsable.
Armel, procedente de Camerún, es uno de los jóvenes que trabajan allí. Para él, esto es una gran ayuda. Explica que no es fácil encontrar un trabajo y este, el de cuidar la tierra, es un oficio que conoce mucho. «Es una oportunidad muy grande para nosotros, nos ayuda a regularizar nuestra situación y conseguir los papeles», comenta el joven. Lo que más destaca del proyecto es la felicidad, «yo soy feliz, me siento feliz, hay tranquilidad y nos conocemos muy bien. Es algo maravilloso», finaliza.
Karim lleva seis años en España y es otro de los jóvenes que forman parte del huerto. Procedente de Burkina Faso, lleva trabajando en este lugar durante un año y cuatro meses. Para él, poder implicarse así en el huerto es una oportunidad para regularizar su situación en España. «Necesitamos que nos ayuden más, estamos contentos pero necesitamos más esfuerzos», finaliza.
COMPRA DE CESTAS:
La cesta se puede solicitar a través de la página web del Huerto Hermana Tierra. Solo hay que rellenar un formulario donde se puede elegir entre las opciones que disponen: una cesta de 3 kg de verdura variada por 10 euros, una de 5 kg por 16 euros y una de 7 kg por 22 euros.
A continuación, se elige el punto en el que se dejará la cesta. Las opciones son el Convento Cristo de El Pardo (28048), la basílica de Jesús de Medinaceli (SERCADE) – ubicada en la calle Lope de Vega, 45 (28014), la parroquia de San Antonio de Cuatro Caminos – Calle Jaén, 8 (28020), la parroquia del Sagrado Corazón de Usera – Calle Manuel Noya 2, bajo (28026), la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe – Calle Puerto Rico, 1 (28016) y, por último, la parroquia de Nuestra Señora del Valle – Calle Valderribas, 72 (28007)
Son productos frescos, de temporada y muy cuidados, recalca la responsable del huerto. Hay que tener en cuenta que los repartos son cada quince días, dos martes y dos domingos al mes. «Los martes son cestas cerradas con verdura de temporada pero los domingos funciona como un supermercado. La exponemos y la gente elige lo que necesita», añade Inma. El calendario de repartos también se puede consultar en su página web.