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La heroica resistencia de los cines de barrio

Es famosa aquella frase que pronunció una vez Alfred Hitchcock: «Para mí el cine son cuatrocientas butacas que llenar». ¿Y para el espectador? ¿Qué significa para ellos ir al cine? Seguramente, cuando nos sentamos frente a una pantalla sean estas unas horas para dejar atrás el bullicio del día a día, y nos centramos en prestar atención a la aventura que se nos va a narrar. ¿Quién no recuerda la primera vez que fue a un cine? Estas salas, donde se fabrican los sueños, son siempre un buen refugio para la lluvia o para el calor extremo, pero también son lugares donde reímos y lloramos, donde vivimos la vida más intensamente.

Sin embargo, los barrios de las ciudades están sufriendo desde hace unos años la desaparición de cada vez más cines de barrio. Edificios que antes se dedicaban a alumbrarnos con la luz del séptimo arte son ahora hoteles, restaurantes, comercios o viviendas. El Cine Bilbao, el Cine Bécquer, el Cine Bogart, el Cine Florida o el Cine Tívoli son algunos de los nombres de cines de Madrid que tuvieron que echar el cierre para siempre.

Pero no todo está perdido, abrir un cine de barrio en Madrid es posible. Una buena muestra de ello es el caso de los Cines Embajadores, que hace dos meses abrió sus segundas salas en el número 53 de la calle Ercilla, en pleno distrito de Arganzuela. Su primer cine se inauguró en 2020, en el número 5 de la Glorieta de Santa María de la Cabeza, en el mismo barrio. «El proyecto tiene su germen en 2018, pero estuvimos mucho tiempo buscando local, y la reforma para convertirlo en un cine se empezó a finales de 2019», relata a Madrilánea Fernando Lobo, responsable de comunicación de Cines Embajadores.

Los dos socios que se lanzaron a esta aventura, Cesar y Miguel Ángel, ya tenían experiencia en la industria cinematográfica. Ambos trabajan también en la distribuidora Surtsey Films, de donde también proceden muchos de los trabajadores que se emplean en los Cines Embajadores, por tanto el amor por las películas es algo común en todo el equipo. De pronto, cuando ya tenían todo preparado, después de muchos meses de trabajo, y a tan solo quince días de abrir, se declara el estado de alarma por la pandemia de Covid.

A pesar de ello, se mantuvieron con el ánimo alto, y en cuanto comenzó la desescalada dieron el pistoletazo de salida a los Cines Embajadores. «La respuesta de los vecinos fue una grata sorpresa, el barrió se volcó con nosotros desde el principio. No somos un multicine, aquí el trato es más personal, y podemos tejer relaciones más estrechas con nuestros espectadores», relata Fernando a este medio.

La elección del barrio en el que comenzar esta nueva andanza se dilató mucho en el tiempo. Tiene mucha importancia donde ubiques tus cines, para que luego la gente te elija. Ellos se decantaron por Arganzuela por dos motivos. Por un lado, el tráfico cultural que se vive allí, se encuentra muy cerca del Museo Reina Sofía, del Circo Price o de Matadero, y les parecía una buena oportunidad ese flujo de gente que va al barrio. Por otro lado, no hay gentrificación en este barrio madrileño, y por tanto conviven con vecinos de toda la vida y con muchos jóvenes que se están mudando a este lugar ante la subida del precio del alquiler en otros distritos de la capital.

«El cine goza de muy buena salud, lo que no hay que hacer es comparar constantemente las cifras con el año 2019, que fue un gran año para la industria», responde Fernando Lobo cuando desde este medio le preguntamos por la situación actual del sector. «La industria del cine es la que se tiene que adoptar a la sociedad, y no la sociedad a la industria del cine», argumenta. Por eso desde Cines Embajadores ofrecen una amplía oferta de actividades diferentes: presentaciones con directores, proyecciones de películas mudas con piano, ciclos de diferentes temáticas, etc. Son plenamente conscientes de que vivimos en un mundo lleno de estímulos, y saben que tienen que hacer cosas novedosas para captar la atención de futuros espectadores.

Dentro de su programación, sobresale su apuesta por el cine independiente o de autor, y también por el español. «Consideramos que este tipo de películas tienen una capacidad educativa y una labor social que seguramente no encontramos en otro tipo de cintas, por eso decidimos apostar por ello», aclara Lobo a Madrilánea. Cabe recalcar su especial implicación con la cinematografía patria, siempre que pueden contactan con actores y directores españoles para que presenten sus películas con ellos. Otro signo de cercanía con los espectadores. Otra muestra más de la titánica labor que hacen los cines de barrio.

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