La odisea de vivir entre ruidos y malos olores
Un grupo de vecinos de La Elipa protestan por las molestias que ocasiona una infraestructura de almacenaje de equipos de limpieza que ha cambiado su actividad en el 2023
Los vecinos de la calle Santa Genoveva (La Elipa, barrio de Ventas) no eran conscientes de todo lo que les esperaba cuando una mañana de febrero de 2023 escucharon camiones llegar al cantón de limpieza. Esos ruidos no han cesado en la actualidad. Los cantones de limpieza fueron el centro de atención del tramo final de la pasada legislatura del Ayuntamiento de Madrid. Los vecinos han pasado de no saber cómo se llamaba este espacio a buscarle un nuevo nombre porque, según varios afectados, «esto no es un cantón de limpieza».
Este cantón se encuentra a 50 metros de las viviendas de la calle Santa Genoveva y a 70 metros del Colegio Gustavo Adolfo Bécquer, en la Avenida de Trece Rosas. Este espacio, destinado al almacenamiento de los carritos de limpieza y los camiones de recogida de basura, lleva en funcionamiento desde los años 70 y ahora «no tiene nada que ver con antes, aunque no los quieran vender como cantón de limpieza, como el antiguo», cuenta Tini Mifsut, una vecina de la calle Santa Genoveva.
La última novedad al respecto es la caída de parte de un muro que separa el cantón con un terreno que cuenta con pistas deportivas y un campo destinado al juego de la calva. Algunos vecinos sugieren que puede tener origen en las obras que se están realizando en las inmediaciones del enclave. En una reunión con la concejala del Distrito, la Asociación de Vecinos de La Nueva Elipa pudo saber sobre el fin de estas obras: la instalación de bidones de sal y un depósito de agua.
No hay ningún panel informativo que especifique qué está ocurriendo en este espacio. «Es raro porque cuando hay algo de lo que están orgullosos de construir lo primero que hacen es poner un cartel explicando qué es», deduce Víctor García. Varios vecinos confirman a Madrilánea que ya existía un depósito de sal dentro del cantón. «Si es para tener un depósito de sal, que se supone que es para el invierno, empezar a construirlo en noviembre… parece no tener mucho sentido», cuenta García, vecino de La Elipa desde hace 65 años.
El grupo de vecinos afectados reclama una explicación sobre el uso actual de esta infraestructura, pues los vídeos publicaados en sus redes sociales no coinciden con las del órgano de gobierno municipal. Según declaraciones a Madrilánea del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, «hay 116 cantones en Madrid y no presentan quejas vecinales», en consonancia con las declaraciones del titular del área, Borja Carabante. Aseguran desde esta área que las obras no se corresponden con una posible ampliación. Estos espacios son «instalaciones para poder prestar un servicio eficaz en toda la ciudad» e inciden en que son «seguros, en los que no se realizará ningún tipo de gestión de residuos».
Un año de molestias
«Todo fue deprisa y corriendo», empieza a contar Pilar Pardo. Esta vecina es presentada por varios medios como la presidenta de la plataforma de afectados por el vantón de La Elipa, pero ella pide que se trate como es: «una vecina más». Desde que este asunto tomó relevancia en los medios de comunicación, Carabante ha insistido en que «no va a haber basura», y la finalidad de estas infraestructuras es ubicar los «vestuarios de los trabajadores y almacenes donde guardar los carritos», como declaraba en una entrevista que le hizo TeleMadrid al delegado, recogida por Europa Press.
Los vecinos que han vivido en La Elipa desde los 70 son conscientes de la importancia de estas infraestructuras para que los trabajadores de limpieza desarrollen su actividad. Hacen hincapié en que el problema de este último año reside en el ocultismo con el que están tratando el aumento de actividad del cantón desde el Consistorio. Pilar Pardo ha presenciado desde su piso el cambio de actividad y cree que por ello ha empeorado la calidad de vida de los vecinos de la zona.
Junto a la incertidumbre de qué ocurrirá, el ruido se suma a sus problemas. «Nos dijeron que solo iba a haber vidrio y cartón» asegura Pardo. «El cartón no hace ruido cuando cae». Gabriela, de 17 años e hija de Pardo, sufre de migrañas: «Si ya dormir me resulta un poco lucha, con el ruido que hay es imposible». La ventana de su cuarto da al cantón y, desde hace un año, ya no puede estudiar allí. «El olor tampoco es agradable», añade Gabriela. Hace unos meses instalaron unas mamparas para que el ruido no molestara tanto a los vecinos, «pero eso no quiere decir que no haya ruidos horribles», cuenta Pardo.
Algunos vecinos se atreven a rebautizar este espacio, ninguna de estas definiciones incluye la palabra ‘cantón’. «Compactadora de residuos», «centro de gestión de residuos», e incluso, en contra de las declaraciones de Carabante, «espacio de tratamiento de residuos». La licitación de los cantones, que se aprobó en 2021, ha generado inestabilidad en los barrios que les ha tocado la lotería del cantón de limpieza. Vicálvaro, Montecarmelo o Cuatro Vientos se movilizan porque sus futuros cantones se encuentran en fase de ejecución. Todas estas movilizaciones son, en vista, «de que no pase como en La Elipa» como cuentan varios afectados.