La Colonia de Madrid Moderno, de ser un símbolo de progreso al olvido
En el barrio de la Guindalera resisten doce de las casi ochenta viviendas que fueron construidas a finales del siglo XIX
Claudia Vaquero Reina y Miguel Uriz
La ciudad de Madrid esconde algunos secretos que ni los más ‘gatos’ conocen. Cerca de la Plaza de las Ventas, entre viviendas modernas y edificios de oficinas, existen unas casas que nos transportan al Madrid del siglo XIX. La Colonia de Madrid Moderno -así es conocida esta zona residencial- está situada en las calles Castelar y Roma, y es un pequeño mundo diferente a todo lo que le rodea. Estos ‘hotelitos’ preservan lo que un día fue esta ciudad.
Hacia el año 1890 Mariano Santos Pinela cedió estos terrenos, que eran de su propiedad, al arquitecto Julián Marín. Ambos formaron una sociedad y decidieron construir esta colonia de viviendas. «La idea fue del también arquitecto Mariano Belmás, estrecho colaborador del constructor Arturo Soria, reconocido por ser el impulsor de las casas unifamiliares e higiénicas», relata a Madrilánea Carolina Rodríguez, catedrática de Historia y Geografía de la Universidad Complutense. «La particularidad de esta colonia está en que fueron los primeros hogares madrileños que contaban con agua corriente, alumbrado y alcantarillado en su vecindario», añade Rodríguez.
Sin embargo, según nos cuenta la catedrática: «El Partido Liberal aprobó las obras de la colonia de forma ilegal». Cuando llegó el Partido Conservador al poder decidieron parar las construcciones, en aquel momento ya llevaban edificadas 35 viviendas y 40 estaban en proceso de obra. «Fue Mariano Martínez quien lo legalizó todo y el empresario Francisco Navacerrada el que compró los terrenos para proseguir con la colonia», asegura Rodríguez.
La puerta de entrada a este enclave es un torreón situado entre la calle Castellar y Cardenal Belluga. Estas casas con influencia inglesa fueron construidas por los problemas de vivienda que existían en Madrid, donde a finales del siglo XIX el ensanche estaba totalmente saturado. Comenzaron teniendo un estilo neomudéjar, pero en la actualidad tienen una apariencia más ecléctica, ya que es una mezcla de varias formas.
Estilo arquitectónico
Fueron edificadas en hilera para poder dar orden a todas las construcciones que se estaban llevando a cabo. Según la arquitecta María Garcés: «El objetivo era que las habitaran personas de cualquier clase social, pero pronto fueron muy codiciadas por la alta burguesía». Además, asegura que esta colonia fue «un experimento previo antes de que entrase en vigor la ley para casas más asequibles».
Garcés explica a Madrilánea cómo están organizadas estas casas tan características. «Son de dos plantas, estrechas, con un patio interior y un pequeño jardín exterior. Eran muy modernas para la época, ya que contaban con un baño en la planta baja». Al utilizar materiales asequibles, esta colonia tenía un coste más económico. «El componente que utilizaban para los miradores era el ladrillo, con él luego decoraban también las fachadas. De este estilo solo quedan en la calle Roma, pero están muy deterioradas», asegura la arquitecta.
Actualmente los miradores resultan muy llamativos y característicos en comparación con el resto de la zona. Sin embargo, en aquel momento no gustó a algunos de los intelectuales de la época. Azorín, escritor de la Generación del 98, declaró que era: «Un pintarrajeado conjunto de muros chafarrinados en viras rojas y amarillentas, balaustradas con jarrones, cristales azules y verdes, cupulillas, sórdidas ventanas, techumbres encarnadas y negras». Además, aseguró que en los jardines exteriores estilo inglés, «no cabía ni una margarita».
Aún así, la colonia en su conjunto sólo sobrevivió unas décadas. A medida que Madrid fue creciendo, la especulación inmobiliaria derrumbó estos ‘hotelitos’. Algunos los llegaron a proteger, pero no lo suficiente como para que perdurasen más de una docena hasta la actualidad. Para Garcés es una tristeza que, de todas las casas que había, ahora solo queden tan pocas: «Esta colonia era el prestigio de la vida moderna hace más de cien años, una época en la que las administraciones quisieron renovar Madrid». «La restauración completa de estas viviendas es de una suma muy elevada: Es imposible que una persona restaure esas casas, se arruinaría por completo», afirma la arquitecta.
Asimismo, Garcés nos relata un acontecimiento de 2003 que propició un deterioro aún mayor de la colonia: «Por unas obras ilegales se derrumbaron varios de estos ‘hotelitos’, los números: 9, 11 y 13 de la calle Castelar. Incluso murió una persona. Una de estas casas volvió a ser levantada, pero el resto no».
Si caminas por la zona puedes observar como algunas viviendas están en mejor estado y otras casi son irreconocibles. Para los habitantes de la zona, «es una lástima» que las Administraciones no dediquen fondos para preservar algo de un valor histórico y cultural tan importante de la ciudad: «De los fondos que se destinan a restaurar el patrimonio histórico, aquí no llega nada. Son todo trabas», reclama uno de los vecinos. Madrilánea ha intentado ponerse en contacto con el Ayuntamiento de Madrid para saber si hay un plan de conservación de esta colonia, pero no hemos obtenido respuesta.