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El crepúsculo de la Calle de las Estrellas

El «sunset boulevard» frente a los cines Renoir. Foto: Metro Centric/Flickr
Las estrellas se inauguraron en 2011 frente a los cines Golem y Renoir. Foto: Metro Centric/Flickr

Como cada Navidad, las calles del centro se llenan de turistas para ver las luces que iluminan la ciudad. Pocos saben que hay unas que no se apagan durante el año. Son las estrellas que señalan la manzana del cine, un espacio en pleno centro de Madrid pensado para los amantes más exquisitos del séptimo arte.

Los míticos cines Renoir, Golem y Princesa, y también la librería especializada Ocho y Medio, son los protagonistas absolutos de la zona. Encuadrados entre Plaza de España y la Plaza de los Cubos, son el refugio habitual de los más cinéfilos de la capital. Pero Madrid quería ser Hollywood. Tener su propio Sunset Boulevard. Fue precisamente el fundador de esta tienda de libros, Jesús Robles, quien impulsó hace más de tres años esta idea, que debía culminar con un Paseo de la Fama a la española.

Estrella de Penélope Cruz en el Paseo de la Fama español
Estrella de Penélope Cruz en el Paseo de la Fama español

Así nació «La Calle de las Estrellas», un recorrido por los artistas más importantes de la historia de nuestro cine a través de 25 placas con nombres que van desde Buñuel a Imperio Argentina; desde Carmen Sevilla a Toni LeBlanc; desde Penélope Cruz a Pedro Almodóvar.

«Al principio sí tuvo mucho éxito, llegaba mucha gente para hacerse la foto. Ahora ya nos hemos acostumbrado», asegura María, actual responsable de la librería tras el temprano fallecimiento de su marido en julio de este año. En los dos años y medio que llevan las estrellas instaladas ha aprendido a distinguir el tipo visitante que acude verlas: «El público de la mañana es el típico que viene a fotografiarlas y se va. El de la tarde viene a uno de los pocos cines donde pueden ver las películas en versión original y no atienden tanto a las estrellas», asegura.

La cultura es el epicentro de la zona —también llamada Kilómetro 0,8 por su distancia con la Puerta del Sol— y hasta los comercios más tradicionales lo aprovechan. En menos de cien metros de calle se concentran nueve bares y dos tiendas de ropa que viven a rebufo del tirón de los cines; el verdadero motor económico de estos locales. «Si no fuera por los que vienen a ver las películas la calle estaba muerta», asegura Pedro, el dueño de un bar cercano.

Morir de éxito

La inauguración se celebró una calurosa tarde de junio en 2011. Los actores y directores posaron en el photocall instalado junto al Renoir. A sus pies, una alfombra roja recorría toda la calle. Frente a ellos decenas de fotógrafos querían retratar a Concha Velasco, Javier Bardem, Alejandro Amenábar o alguno de los grandes nombres de la profesión que acudieron. Parecía un día idílico para el cine español. Aunque no para todos. Unos cuantos vecinos desplegaron una pancarta en los balcones de la calle. No estaban en contra del paseo, sino que pedían que los famosos y políticos no acudieran sólo a hacerse la foto y luego se desentendieran; querían que el Ayuntamiento se comprometiera a luchar contra lo que consideraban la mayor plaga del barrio: el botellón.

Dos años después, el tiempo ha dado la razón a los vecinos: los jóvenes siguen bebiendo en la calle cada fin de semana. Los restos que dejan han provocado más de una estrella estropeada. Muchas de ellas ya tienen pintadas, chicles pegados y rayones sobre los nombres –Javier Bardem está tachado– y otras lucen demasiada suciedad. Y los domingos es aún peor. «Las noches de los  viernes y los sábados se llena de chicos que vienen a las discotecas de la zona y dejan todo perdido», cuenta un vecino del número 9 de Martín de los Heros, justo frente al cine Golem. «Los turistas que vienen por la mañana el domingo se encuentran todo menos un paseo de estrellas».

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