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Las aristas del reciclaje

Contenedores de residuos. Foto: Inés Baucells
Contenedores de residuos. Foto: Inés Baucells

¿Reciclamos lo suficiente? ¿Sabemos cómo reciclar? Es evidente que la concienciación de la ciudadanía española respecto a qué hacer con los residuos ha crecido en las últimas décadas, ¿pero hasta qué punto? ¿Necesitamos mejorar? ¿Sabemos dónde tirar la tapa del yogur?

Según quienes organizan el reciclaje, sí, reciclamos y, aunque con margen de mejora, lo hacemos bien. Antonio Barrón, director de comunicación y marketing de Ecoembes, la organización que gestiona la transformación de los envases en España cree que «se recicla bastante bien». «Cuando empezamos a funcionar, hace 15 años, el primer estudio que hicimos decía que reciclaba el 24% de la población». Ahora las mismas encuestas lo cifran en un 73%. «La gente siempre tiene cierta vergüenza al responder, pero es obvio que se ha llegado a un cambio en la actitud y los hábitos de los ciudadanos».

Las leyendas urbanas se han apilado en torno a este tema. Una de las más comunes es que los residuos se procesan todos juntos pese a que la gente los separe al verterlos en los contenedores. Todos los implicados en el reciclaje lo niegan: «Aunque la gente vea que el mismo camión se lleva todo, tienen bocas diferentes según lo que recojan», explica Álvaro Rodríguez, de la Federación Española de Reciclaje (FER). Mayca Bernardo, trabajadora de la promotora de reciclaje Cicloplast, también señala que hay «gente que cree que las bolsas de plástico no son un envase. Tienen que ir al contenedor amarillo».

Desde allí señalan algunos errores frecuentes. Por ejemplo, con el tetrabrick de leche, que pertenece al contenedor amarillo y no al azul (su composición no es solo de cartón: también tiene plástico y aluminio). En Ecovidrio, encargados del reciclaje de vidrio, Emiliano López nos recuerda que «los vasos de cristal no van al contenedor verde, sino a un punto limpio». Tampoco las tazas de cerámica, «el mayor enemigo del reciclaje de vidrio por su alta temperatura de fundición». También hay quien echa junto a los envases cualquier material de plástico, otro error; o los que depositan cartón en el contenedor amarillo. Estas pautas y algunas otras deberían asegurar un reciclaje correcto de los materiales de uso doméstico que mejore el medio ambiente.

La otra visión

Pero vivimos en un mundo de pocas certezas. Mientras que las empresas encargadas de la gestión de residuos venden optimismo, las asociaciones ecologistas son profundamente críticas con el sistema que se usa en España. Daniel López, de Ecologistas en Acción, sostiene que «se recicla poco y mal» porque «la basura se mezcla», un problema de las administraciones y no de los ciudadanos. Su propuesta es el sistema de depósito, devolución y retorno: en resumen, que cuando el consumidor compre un producto pague además un depósito por el envase. Si luego recicla el envase, recupera el depósito; si no lo hace, el depósito —en la propuesta de Ecologistas en Acción el precio estaría entre tres y cinco céntimos— sirve para financiar el sistema. Mecanismos similares funcionan en países como Alemania.

Tanto la versión ecologista como la oficial tienen informes propios con datos que favorecen su visión de la realidad. El Eurostat (la oficina de datos de la Unión Europea), por su parte, situaba a España (15%) por debajo de la media europea (25%) en su informe sobre reciclaje municipal en el año 2011. Aunque superando a países como Chipre (11%) y Portugal (12%), la tasa española era algo inferior a la francesa (19%) y a la italiana (21%), muy lejos del 45% de Alemania, los reyes del retorno de resiudos en Europa.

Lo único en lo que coinciden las dos partes es en el papel capital del reciclaje. Desde la FER, Álvaro Rodríguez argumenta que el sector «es la principal mina de España». Más allá de los envases, el uso más cotidiano, el acero y el aluminio, por ejemplo, son dos materiales con una gran tasa de reciclaje en su producción.

¿Entonces reciclamos lo suficiente? ¿Sabemos cómo reciclar? No solo es difícil responder a estas preguntas sino que aparecen otras adicionales. ¿De qué datos nos podemos fiar? ¿Sabemos al menos si el sistema de reciclaje en España es verdaderamente útil? ¿Se habrá convertido en un negocio demasiado lucrativo para sus responsables? ¿Son las reformas ecologistas viables? ¿Puede haber otros intereses tras ellas? Pero ante la duda, reciclar siempre será la mejor alternativa.

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