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De Lucía a Martina: la tendencia de los nombres en Madrid durante la última década

Si Alejandro era el nombre más común para los madrileños recién nacidos en 2002, ahora ni siquiera se encuentra entre los diez más populares. El cambio de tendencia ha traído nombres como Mateo o Martín 

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Elegir el nombre para un bebé que viene en camino es una de las grandes decisiones que tienen que afrontar los padres. Hay quienes esperan hasta tener al bebé en brazos, verle la carita, y escoger el nombre. Otros tienen una enorme lista con varias opciones por si es niño o niña. Lo cierto es que desde hace unos años, los nombres más utilizados para niños y niñas han cambiado y la tendencia ha ido variando debido a varios factores sociales. 

«Ahora se mira bastante el significado de los nombres. También, se suelen emplear algunos más raros o menos comunes La originalidad es un factor crucial en este tipo de elecciones», reconoce Vicente Sánchez, sociólogo y profesor de la Universidad de Zaragoza. A lo largo de su carrera profesional ha estudiado la natalidad y su descenso, los factores que la provocan así como otras cuestiones sobre la familia como pilar de la sociedad. Si bien es cierto que, como indica Sánchez, antes se empleaba el nombre de alguno de los padres o familiar cercano, ahora se buscan otros elementos como la originalidad. «Antes, la elección del nombre era algo más secundario, ahora ha tomado relevancia y se busca un sentido y significado». 

 

En la gráfica se pueden apreciar cómo ha cambiado la tendencia. Si en 2002 los nombres más usados eran Lucía, María, Paula y Laura, en 2020 son Sofía, Martina, Olivia y Emma. Los profesores también han experimentado este cambio. Pedro G.G. es maestro de primaria en un colegio del barrio de Chamberí y asegura haber visto cambios en los nombres de los niños. «Hace diez años, los nombres eran bastante comunes como María, Lucía, Marta, o Carlos, Juan, Pablo. En mis clases como tutor recuerdo siempre dos o tres Marías», asegura el profesor. Sin embargo, la situación ha cambiado por completo. «Ahora en mi clase, por ejemplo, no tengo ninguna, y creo que en el curso solo hay dos. Parece que cada época trae nombres nuevos. En mi clase ahora los nombres son mucho más originales: Olivia, Alma, Emma o Martín, Nicolás, Ignacio… No son raros porque alguna vez los hemos escuchado, pero no cabe duda de que son muy distintos», añade. 

Adiós a las tradiciones 

«La sociedad posmoderna ha tratado de romper con las tradiciones porque se han considerado un lastre y un impedimento para el progreso. Esta corriente se aplica a todo, incluso a la elección del nombre para un hijo», asegura el sociólogo. Hace dos o tres décadas, los criterios para la elección de un nombre eran muy distintos. «En la época de nuestros padres, se ponían los nombres o bien porque alguno de los progenitores tenían ese nombre, o algún abuelo, o había algún familiar cercano que lo tenía», explica Sánchez. También afirma que en los pueblos o lugares donde había un culto importante a alguna virgen o santo era muy común poner el nombre de la virgen o alguno de los patrones de la localidad como, por ejemplo, el nombre de Rocío, común en Huelva, o en Madrid el nombre de Almudena o Pilar en Zaragoza. Es posible que estos criterios siguen vigentes, pero en familias más tradicionales.

 

Tanto Vicente como Pedro coinciden en uno de los criterios actuales para elegir el nombre: las redes sociales. «Las redes sociales influyen mucho en las nuevas generaciones. No es de extrañar que si por ejemplo, una ‘influencer’ o alguien relativamente importante del mundo del corazón pone un nombre a su hijo, ese nombre se duplique en el registro durante los dos años siguientes», explica Sánchez. Pedro también coincide con esta opinión: «Estoy seguro de que van a haber 100 Martínes más por el hecho de que María Pombo haya puesto ese nombre a su hijo». 

Un compañero del trabajo le contó a Pedro que cuando la actriz e ‘influencer’ Paula Echevarría puso el nombre de Daniella a su hija, un nombre no tan común, a los dos o tres años aparecieron en su entorno más niñas con ese nombre. «Creo que la gente busca que de algún modo su hijo sea distinto, especial, que se le reconozca por su nombre. Antes era súper típico que los alumnos tuvieran los nombres de sus padres. Sin embargo ahora no es tan común», añade. 

Distintos barrios, distintos nombres

Los nombres no solo han cambiado en los últimos años, sino que además marcan diferencia según qué barrios de Madrid. Fátima C.M. trabaja en un colegio del norte de Madrid y reconoce que los nombres varían mucho según las zonas de la capital. «En mi colegio hay bastantes niños que se llaman como sus padres: José María, José Luis, Adolfo… Sigue la tradición de pasar los nombres de padres a hijos, aunque creo que esta costumbre escasea cada vez más», reconoce. También, asegura que su colegio pertenece a una zona que no es igual que la mayoría de barrios. «Creo que mi colegio es un poco burbuja, en el sentido de que los nombres que hay en mi colegio, aunque se dupliquen en las clases, no son los nombres más comunes a nivel de la Comunidad de Madrid o en sí de España». 

José María, Federico, Tomás, Clotilde, Casilda, Catalina o Manuela son algunos de los alumnos del colegio de Fátima. A pesar de que los nombres de su colegio no son como los que escogen ahora la mayoría de padres, tampoco coinciden con los que antes se usaban. «Es cierto que los nombres en mi colegio creo que han sido algo más tradicionales, pero antes había, por ejemplo, muchas más Lucías, Marías o Martas, pero ahora es como que son más originales». 

Pedro también piensa así. Su novia, que también es maestra, le cuenta muchas veces anécdotas de su clase y los nombres de los niños son muy distintos. «Trabaja en Mirasierra y los nombres son Covadonga, Adolfo, Martina o Pelayo. Evidentemente hay de todo, pero sí que se nota que los nombres son de un corte distinto», asegura el maestro. También ha notado este cambio cuando ha trabajado en barrios más humildes como Laguna. «Allí hay más niños latinoamericanos. Es una zona que cuenta con más inmigración y hay nombres compuestos como Alberto Santiago o Pablo Andrés, o son nombres en inglés como Henry o Alexander». 

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