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De cero a 2.000 miembros: los motivos detrás del crecimiento exponencial de un grupo de intercambio de idiomas en Centro

Su fundador es Santiago Jacob, un joven inmigrante colombiano que buscó poner en práctica su carrera de enseñanza de español como lengua extranjera

Una idea sencilla, un enfoque innovador, un crecimiento extraordinario

En el vibrante corazón de Madrid nació un nuevo fenómeno de intercambio de idiomas con un futuro prometedor. Fundado hace dos meses, este grupo tiene más de 2.000 miembros ahora a través de varios grupos de WhatsApp. Con dos reuniones por semana en bares locales, este espacio ofrece a sus miembros una oportunidad única para practicar español e inglés a través de la inmersión total.

Hace seis meses, Santiago Jacob llegó desde Colombia para instalarse en España. Trajo desde el otro lado del océano sus estudios universitarios —cursados en Bogotá— de enseñanza de inglés y español como lenguas extranjeras, pero comenzó a trabajar en una empresa dedicada al paracaidismo en Madrid. Pero su pasión por enseñar y conectar personas a través del lenguaje lo llevó a organizar reuniones de intercambio de idiomas. Al principio, Santiago comenzaba cada reunión con una lección gratuita de español para aquellos que llegaban una hora antes. Era, según cuenta, la manera de sostener su oficio: «No lo hice para ganar dinero. Quería hacerlo por un lado mantenerlo, ejercerlo y practicarlo de alguna manera».

El enfoque de Santiago para expandir el grupo ha sido tanto innovador como poco convencional. Esos primeros encuentros atraían a unas pocas personas —apenas dos o tres se presentaban a recibir sus clases previas—, pero el fundador del grupo empezó a promover sus convocatorias de manera creativa y perseverante para seguir desarrollando su audiencia. Incursionó en plataformas de citas, como Tinder y Bumble, y anunció varias veces las reuniones a través de Facebook, creando nuevos grupos de difusión, que borraba si no conseguía una respuesta numerosa: «Probé con como 30 diferentes grupos. Yo probaba, no tenía reacciones; lo borraba, repetía y modificaba. Actualmente, el grupo en Facebook se llama Intercambio Español Inglés MADRID, pero no hay un nombre oficial».

La asistencia se fue incrementando, y en dos meses la comunidad experimentó un crecimiento sorprendente: hoy son alrededor de 2.000 personas las que reciben actualizaciones de las actividades a través de plataformas de mensajería, y las reuniones —dos por semana, los jueves y los sábados— pueden congregar entre 40 y 200 personas.

Un elemento clave en la organización y comunicación del grupo es el uso de WhatsApp. Jacob ha utilizado hábilmente esta plataforma para gestionar detalles de los eventos, compartir información y fomentar un sentido de comunidad entre los miembros. Uno de los grupos de chat a través de los cuales difunde las novedades incluye a integrantes provenientes de 51 países. El grupo representa la diversa población de Madrid, con una representación significativa de países como Estados Unidos, Francia, Italia, el Reino Unido y Colombia.

Los eventos son gratuitos, pero el bar que los hospeda le ofrece a Jacob una pequeña compensación económica, además de bebidas gratuitas. También algunos participantes pasaron a ser sus estudiantes de español.

Más que un proyecto, un propósito de vida

Jacob admite que, en sus condiciones actuales, el grupo «no puede ser una empresa. Lo que deja es muy poco, no se compara con el tiempo que consume. Si te das cuenta, tú estás creciendo en público. Si ofreces otros productos, obviamente puedes hacer mucho dinero. Yo no sé si quiera hacerlo». Pero tiene una hoja de ruta para la que ya pensó algunos aspectos y que intentó poner en marcha parcialmente, por ahora sin éxito: «Una academia en español para personas extranjeras, inmigrantes y refugiados, etcétera, pero tiene que ser gratis. ¿Y cómo hacerlo? Tendría que haber también una modalidad que se cobre o tendría que ser por donación. Una de esas dos cosas». Intentó varias veces abrir un grupo de diez personas para enseñar español gratis dos veces por semana junto a una mujer de Argentina, pero por problemas de horarios y falta de espacios aún no pudo dar los primeros pasos para concretarlo.

Es un escenario que piensa más como un sueño que como un proyecto. Por eso es que descarta que en su horizonte esté la idea de ser famoso o rico, y profundiza sobre cuál es la condición que implica el logro que se pone por delante: «Lo veo como un propósito en la vida, que es como lo que está por encima de todo, tiene que ser algo que ayude a los demás». Y al menos desde hace dos meses lo está logrando de una manera increíblemente rápida con su grupo, fomentando las conexiones y la inserción de cientos de personas que buscan poder comunicarse mejor para seguir construyendo sus vidas en nuevos escenarios.

Entre el objetivo académico y las redes de apoyo

Para Jacob, de todas formas, los mayores logros no tienen que ver con el aspecto económico ni con el reconocimiento, sino con las relaciones que se establecen entre los miembros del grupo, principalmente como resultado de la contención que puede brindar: «Lo más importante es que hay un espacio inclusivo al cien por ciento, sin que importe tu raza, tu orientación sexual, tu nacionalidad, tu estatus legal, nada».

Esto es lo que destaca por los lazos mutuos que establecieron algunas personas integrantes del grupo que pertenecen a la comunidad LGBTQ, y particularmente por el vínculo que se formó entre algunos miembros inmigrantes alrededor del festejo de año nuevo: «A los que son de cerca de Asia, de Turquía, les tocaba pasarla solos. Algunos hicieron amigos, se juntaron, fueron a la ceremonia de las uvas». Por estas historias es que Jacob establece que, detrás del objetivo académico, el grupo crea una «red de apoyo» para quienes lo conforman.

Los encuentros son vibrantes reuniones sociales. Cada uno comienza con intercambios informales de idiomas, en los que los miembros conversan en diferentes lenguas, practicando y mejorando sus habilidades en conversaciones en tiempo real. La atmósfera es casual pero enérgica, propicia tanto para el aprendizaje como para la socialización. Así lo subraya Hazel, una ingeniera de software de Venezuela que vive en Madrid: «Me gusta poder practicar mi inglés, porque en mi día a día no tengo la oportunidad. Y sobre todo me gusta conocer gente nueva, he conocido personas muy interesantes y chéveres con un ‘background’ cultural muy diferente al mío, es lo que personalmente me ha hecho volver». También Greli, una compatriota de Hazel, que se dedica a la representación de artistas musicales, valora la posibilidad de aprender idiomas «sin necesidad de estar apuntada en una escuela de idiomas y de una manera divertida. Conoces mucha gente y te da la oportunidad de aprender de culturas diferentes en un ambiente informal y relajado».

Y, más allá de la parte social, algunos miembros del grupo han experimentado mejoras notables en sus habilidades lingüísticas, particularmente en la reducción de acentos y el aumento de la fluidez. Liz Nilson, una profesora de inglés de Alabama que ahora vive en Madrid y asiste a los eventos, comparte su entusiasmo: «Me gusta el grupo porque ofrece oportunidades para establecer relaciones y avanzar en mis habilidades lingüísticas».

También es una herramienta que en algunos casos puede hacer más fácil la vida de las personas inmigrantes al comunicarse en un idioma que no es el nativo: «Es triste, pero cuando no tienes un acento fuerte, pareces más amistoso», dice Jacob. De todas formas, él busca que quienes se sumen al grupo puedan sentirse «empoderados y bien con su propia identidad», y destaca el proceso que atraviesan algunas personas que se suman para poder socializar y encuentran, con las mismas conversaciones que mantienen, la motivación de perfeccionar un idioma para poder romper la barrera en sus comunicaciones. En el testimonio de Damary, una ingeniera de Honduras, es evidente que hay miembros que comparten esta valoración: «me gusta porque te animas a perder el miedo hablar con otras personas el idioma que estás aprendiendo, conocer personas de diferentes países, tienes una vida social más abierta, también aprendes sobre cultura».

En el corto lapso de dos meses, el grupo se erige como testimonio del poder del lenguaje para tender puentes culturales y fomentar un sentido de unidad y pertenencia, y del potencial de iniciativas impulsadas por la comunidad para prosperar en entornos urbanos, ofreciendo un modelo que fomenta la inclusividad entre culturas en ciudades cada vez más cosmopolitas. La visión y dedicación de Santiago Jacob no solo son un recurso valioso para los estudiantes de idiomas, sino que contribuyen al vibrante tejido social de Madrid.

 

3 comentarios en «De cero a 2.000 miembros: los motivos detrás del crecimiento exponencial de un grupo de intercambio de idiomas en Centro»

  • Really looking forward to joining this group when I move to Madrid soon! I am excited to improve my Spanish in a much more organic environment

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  • Es una propuesta novedosa que hacía falta! Llegar a un encuentro para practicar idiomas después de un día atareado, ser asesorado, sentirse acogido, participar de dinámicas interesantes es muy gratificante.

    Gracias

    Respuesta

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