«El fin de ETA era un guión con final imprevisible»
Cuando ETA anunció el «cese definitivo» de su actividad armada el pasado 20 de octubre, más de un periódico español se quedó compuesto y sin portada. A las siete de la tarde de un jueves que pasará a la historia, la banda terrorista difundía, a través los diarios «Gara» y «Berria», un vídeo y un comunicado con los que ponía fin a 43 años de terror. La muerte del líder libio Muamar el Gadafi se caía de las primeras páginas para dejar hueco a la crónica de un cese anunciado. Cuatro días antes, «The Guardian» había revelado en exclusiva que la banda podría declarar el final de la violencia de forma inminente. El autor de la información, Giles Tremlett (Plymouth, 1962), firmaba una exclusiva que la prensa española llevaba años buscando.
Giles lleva más de una década trabajando en nuestro país para la principal cabecera de prensa británica, y colabora de manera habitual con «The Economist», «The New York Times» y RTVE. Su rostro, su pose y su chaqueta de tres cuartos susurran british antes de que su pronunciación blanda de las erres le delate. Es cercano, pero prudente, y expone con orgullo pero sin pompa los logros de su carrera. Así es como se gestó la declaración de ETA.
«Sabíamos desde el domingo (16 de octubre) que el anuncio se iba a producir esa semana», relata el corresponsal, «una fuente de toda confianza me reveló los pasos que se iban a dar, y vimos que efectivamente se cumplían». Tremlett se refiere a los tres momentos claves de la llamada Conferencia de la Paz celebrada en San Sebastián una semana antes del aparente cese definitivo de la violencia. En primer lugar, el nombramiento de un grupo de «mediadores internacionales» –llamados a sofocar el último conflicto armado en Europa– que aceptaron dialogar sobre la cuestión vasca con la izquierda abertzale. Entre ellos, el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el dirigente del Sinn Féin, Gerry Adams. En segundo lugar, la firma de la Declaración de Ayete, que pide la resolución del conflicto mediante «el diálogo, la democracia y la completa no-violencia». Por último, el apoyo público de los abertzales a esta declaración.
Giles cree que la semana que se vivió en el País Vasco fue «casi clavada» a la de Irlanda cuando, en 2005, el IRA depuso las armas. También para lo malo, puesto que ni ETA ni el Ejército Republicano Irlandés pidieron perdón a las víctimas ni ordenaron su disolución inmediata.
«El final de ETA era un guión con un final imprevisible», señala el periodista. La película estaba clara, pero le quedaban algunas dudas respecto al desenlace: «No podíamos estar completamente seguros, nadie sabía si ETA iba a cambiar de opinión en el último momento». El anuncio fue inesperado dentro de lo esperado. Cuando Tremlett se puso en contacto con «The Guardian» para informarles de que «Gara» había colgado el su página web el vídeo del comunicado de ETA y la noticia era oficial, sus compañeros replicaron diciendo: «¡No, hoy no! ¡Diles que se esperen, que tenemos la muerte de Gadafi!». Una broma lúgubre de la actualidad a la que se enfrentaron los periódicos españoles y, en menor medida, los europeos. Al final, el dictador se llevó la portada británica. Al completo.
La pregunta inevitable que surge en torno a la historia de Giles es quién le proporcionó la exclusiva. Un periodista le lanza el órdago durante una charla distendida. El británico sonríe y mira fijamente a su interlocutor. Tiene el gesto del que nunca resolverá la incógnita, y responde con una mezcla de misterio y satisfacción: «No te lo voy a decir».