Crónica de un día de fogatas, silicona y palillos
La jornada de protestas comenzaba temprano. A las cuatro de la mañana los piquetes ya cerraban filas en torno a las cocheras de la empresa Martín, en el Polígono de Nuestra Señora de Butarque. Vigilaban que los servicios mínimos no fueran rebasados. Diez minutos más tarde, saltaban las alarmas: un agente de la Policía Nacional era agredido a pocos metros de allí, y su agresor pasaba a ser uno de los primeros detenidos del día en la Comunidad de Madrid. No obstante, pese a la cercanía con el piquete, el Ayuntamiento confirmaba horas después que el ataque nada tenía que ver con la huelga general.
La salida de los autobuses se produjo finalmente a sobre las cinco y media de la madrugada, entre gritos de «huelga, huelga» y «esquiroles», pero sin incidentes de mención. No se repitieron los problemas de ayer, cuando un conductor denunció que el vehículo que conducía había sido apedreado.
Al norte, en otros dos polígonos el día amanecía más caldeado. Las rutas de acceso al parque Leganés Tecnológico y al polígono industrial de La Recomba estaban bloqueadas por objetos punzantes y algunos contenedores ardiendo, que los bomberos se apresuraron a retirar. Salvo estos hechos aislados, la situación de los parques industriales de la ciudad fue de extrema tranquilidad. La mayoría de naves permanecieron cerradas, salvo las industrias más grandes. Así, el almacén de tabaco de Logísta, los laboratorios de la multinacional Roche y el supermercado para mayoristas Makro abrieron sus puertas, al igual que las panificadoras de la ciudad.
Mientras, la situación de los transportes comenzaba a complicarse. Entre metro y metro el tiempo se elevaba: de los cinco minutos habituales en la línea doce en hora punta, a los catorce de media. Los andenes estaban abarrotados. En Cercanías, en la línea C5, que une Humanes con Mostoles pasando por Atocha y Leganés, los trenes pasaban cada doce minutos. «Yo diría que el tren ha venido menos lleno que en anteriores huelgas», explicaba Juan, un pasajero.
En el centro, desde las nueve de la mañana un piquete formado por entre doscientos y trescientos manifestantes ha recorrido las calles, cantando consignas a favor de la huelga y en contra de los políticos y los bancos. La mayoría de comercios, que permanecían abiertos antes de la llegada del piquete, echaban el cierre para volverlo a subir después de su paso. No obstante, no se registraron incidentes de mención, a excepción de algunos momentos de tensión cuando los manifestantes trataron de obligar a cerrar un bar que permanecía abierto en la calle Bárdenas, así como varios supermercados. Posteriormente, la concentración se paró durante varios minutos a las puertas de una sucursal de Bankia, entidad a la que tacharon de ser «la mayor ladrona de España».
Las sucursales bancarias han sido precisamente las que peor han escapado de la huelga. En las paredes de la mayoría de ellas han podido leerse pintadas de «ladrones» y «estafadores».
Parquesur, abierto
Por su parte, el centro comercial Parquesur, uno de los más grandes de España y de los que más factura de toda Europa, abrió sus puertas sin incidentes. Sobre las diez y media de la mañana todos los locales estaban ya abiertos, y la afluencia de clientes era similar a la de un día normal.
A juicio del Ayuntamiento, la situación en la ciudad durante el día de huelga ha podido resumirse como «de extrema tranquilidad». La Casa Consistorial ha criticado, no obstante, que las cerraduras de algunos edificios, como el centro de salud Mendiguchía Carriche o la sede del PP, hayan sido taponadas con silicona y palillos.