La crisis no levanta pesas
En el siglo XXI la sociedad ha llegado a la máxima potencia del culto al cuerpo. El deseo de verse bien ante el espejo es un hecho para la mayoría. No solo importa el estado físico, también lo saludable, la autoestima o la motivación. Para ello, existe un medicamento básico con el que cuidar, embellecer y reforzar una figura, tanto exterior como interiormente: acudir al gimnasio. Abundan en el ilustre barrio de Ventas, aunque la crisis económica ha dejado en baja forma a varios de ellos.
Al recorrer el distrito, es fácil encontrar este tipo de locales deportivos. La mayoría de ellos se mimetiza con el aspecto arcaico y tradicional del barrio. Instalaciones anticuadas, máquinas longevas y poco espacio son características que algunos comparten. Otros se han visto obligados a cerrar porque la realidad social ha cambiado. Se busca comodidad, equipamiento, espacio e higiene.
Gimnasios históricos de Ventas han dicho adiós. Es el caso del Muvia, situado en la calle Alcalde López Casero. Se trataba de un gimnasio basado en el físico-culturismo, pero falto de máquinas e instalaciones nuevas. También los gimnasios Siderópolis, Kaolian y Curves tuvieron que desistir. La crisis económica ha llegado a todo tipo de empresa y las dedicadas al ejercicio físico no son una excepción. Como en la naturaleza, solo resisten los más fuertes.
Determinados gimnasios se mantienen con vida gracias a sus especialidades atléticas. Hentona y Nantai son centros que enfocan su dedicación a ciertas artes marciales o a deportes como el boxeo. Al igual que en muchas profesiones, la especialización en un área puede convertirse en sinónimo de supervivencia laboral.
En cambio, el perfil de los asistentes a un gimnasio es muy heterogéneo. Por un lado, es común la asistencia de personas con más de 30 años para mantener el estado físico o reducir volumen. También es frecuente, debido al citado culto al cuerpo, la presencia de chicos jóvenes que desean aumentar su masa muscular de la manera más rápida posible. Finalmente, destaca un tercer grupo compuesto por mujeres de todas las edades que se preocupan por tonificar su cuerpo, insistiendo en las zonas como la cadera, las piernas y la zona abdominal.
Para dar cabida a estos perfiles existen gimnasios que se han preocupado por conseguir una buena infraestructura y adquirir un equipamiento lo más completo posible. Para ello han necesitado un espacio más amplio de lo que era habitual décadas anteriores. El mejor ejemplo es el gimnasio Club Atlas, el más amplio de Ventas, con 1.500 metros cuadrados distribuidos en cuatro plantas. Este centro, situado en la calle Santa Elena, recibe personas con objetivos diversos.
Este Atlas ofrece actividades muy variadas. Unas relacionadas con el mantenimiento —GAP, Toning, Body Fitness, Step, Ciclismo Indoor o Spinning, ABD, Aerobic e Interval-Training—; otras, vinculadas con la relajación —Pilates y Yoga— y los más adictos al baile no se quedan fuera con el Body Dance, la Danza del vientre y el Bollywood. Finalmente, guerreros y combatientes tienen su cita con el Body Combat o el Kick-Boxing. Además, la sala de musculación, la sala cardiovascular, la sauna y el baño de vapor completan la oferta de este recinto deportivo. El espacio está perfectamente distribuido y aprovechado.
El lado humano
No solo las actividades y las diversas salas constituyen un gimnasio de tales dimensiones. El protagonismo recae en las personas y en el ambiente que crean. «Hacemos cena de gimnasio dos veces al año. Una en Navidad y otra en verano, tras finalizar la temporada. A ellas acuden tanto alumnos como monitores», comenta Eugenio, el propietario del gimnasio Club Atlas. El objetivo de estos encuentros reside en que todos los socios del gimnasio se conozcan y le saquen el merjor partido a un ambiente que, ya en el interior del gimnasio, es sano. Además de las cenas, suelen celebrarse quedadas por grupos, según las actividades que practiquen.
Bromas, diversión, conversaciones, respeto, ayudas entre compañeros, buen trato entre monitor y alumno, y amistad son los verdaderos complementos que sujetan los cimientos de un gimnasio y actúan de palanca a la hora de compartir, en esta ocasión, un gran peso como la crisis económica.