La decadencia de La Cubierta
Apenas cien metros separan la plaza de toros La Cubierta de Leganés, antaño una de las zonas de fiesta más concurridas de la Comunidad de Madrid, de un pequeño altar en memoria de Bruno Sánchez Ortega. Una placa entre dos pinos enanos recuerda la muerte del joven de 19 años durante una pelea, uno de los episodios más trágicos del negro historial del coso. El mismo en el que Miguel Ángel Flores, el empresario imputado por las muertes en el Madrid Arena, quería celebrar una macrofiesta de Nochevieja, evitada finalmente por el Ayuntamiento.
El caso de Bruno supuso un antes y un después para La Cubierta, cuyos alrededores han sido escenario desde asesinatos hasta peleas de bandas, pasando por disparos, puñaladas, decenas de intoxicaciones etílicas y avisos por sobredosis. La plaza, diseñada más como lugar de ocio nocturno que como recinto taurino, hoy languidece, decadente y casi vacía. Pero el 24 de mayo de 2008, cuando Bruno acudió junto con sus amigos a divertirse, bullía en todo su esplendor: centenares de jóvenes frecuentaban el casi medio centenar de pubs, discotecas y «afters» situados junto al coso. El grupo entró a uno de los más grandes, el PK2. Poco después, a las cinco y media de la madrugada se involucraron en una pelea en los baños, que se trasladó a la pista de baile. Entonces, los porteros de la discoteca intervinieron y echaron a los participantes. Fuera, el enfrentamiento continuó. Dos jóvenes agredieron a un amigo y Bruno acudió en su ayuda, pero este, tras verse superado por los agresores, huyó. Dos de los atacantes le alcanzaron al poco, le propinaron varios puñetazos y le seccionaron la carótida, la yugular y parte de la tráquea. Murió a las pocas horas en el cercano hospital Doce de Octubre.
Tras la muerte del joven, el Ayuntamiento abrió una comisión de investigación. Según el Partido Popular, entonces en la oposición y hoy en el gobierno de la ciudad, se destapó que 24 locales de copas y discotecas de La Cubierta carecían de licencia de funcionamiento o actividad. Además, salieron a la luz más de cien irregularidades, entre ellas, incumplimientos reiterados de los horarios de cierre. A raíz de ello, se estableció un dispositivo especial para vigilar la zona los fines de semana, se redoblaron los controles policiales y se aumentó la presión sobre los dueños.
Triple gueto
«Muchos no pudimos aguantar. Cerramos y alquilamos los locales al mejor postor», explica un antiguo propietario. Fue entonces cuando la plaza se dividió en tres: la parte norte del exterior del ruedo, frecuentada por latinos —ecuatorianos y colombianos, entre ellos miembros de las bandas «Lating King» y «Ñetas»—; la zona sur, por ciudadanos procedentes de países del Este, y la parte oeste, la que da a la estación de Metro de Casa del Reloj, por españoles de etnia gitana. De la veintena escasa de locales que aún permanecen abiertos, solo uno, La Posada, sigue frecuentado por españoles.
«Ahora hay mucho extranjero», dice Emilio, un joven que todavía acude a la plaza y sus alrededores, una todavía activa zona de botellón. «No te dejan entrar en sus garitos si eres español», añade. También reconoce que la plaza no es tan insegura como antes: «Hace años había más peligro. Desde que mataron al chico vinieron los Centauros» —Se refiere a los cuatro o cinco coches de policía que todos los fines de semana montan guardia alrededor de La Cubierta—.
«Hay zonas y zonas», coincide Andrés, otro visitante. «No siento miedo de salir por la parte que es de tranquis, y además, en los últimos años se ha vuelto más suave». Fuentes conocedoras de la actividad nocturna de la plaza coinciden en que: «La Cubierta ahora está muerta». Añaden que únicamente uno o dos de los locales siguen siendo un foco de problemas, a los que responsabilizan del goteo de tiroteos y apuñalamientos que aún tienen como escenario la plaza de toros a altas horas de la madrugada. El último, el 15 de agosto, cuando varios miembros de la banda latina «Los Trinitarios» hirieron de gravedad a un joven de 20 años perteneciente a los «Lating King».
Del «boom» al ocaso
Desde su inicio, La Cubierta se convirtió en una de las zonas de marcha más populares de la Comunidad de Madrid. Las macro fiestas de música tecno y house organizadas por Radical pusieron a la plaza de moda, y el número de jóvenes que visitaban el recinto no hacía sino incrementarse cada fin de semana.
Pero junto a ellos se registró también un gran aumento de los incidentes y de los delitos. En 2001, una veintena de jóvenes se intoxicaron con éxtasis líquido. Y en 2006-2008, el perfil de los visitantes comenzó a cambiar: el incremento de la presión policial en la cercana Costa Polvoranca tras la muerte del menor angoleño Ndombele Augusto Domingos, en julio de 2002, y del marroquí Tarek Bourriafa, en enero de 2008 atrajo a un número en alza de latinoamericanos.
Fue entonces cuando comenzó a cambiar la tipología de los sucesos acaecidos en la plaza y sus alrededores: En 2008 falleció Bruno. En agosto de 2011 se encontró en una zanja de Leganés el cadáver de Cristian Emmanuel Nespoloni, vecino de Carabanchel de 22 años, que llevaba diez días desaparecido. La última vez que se le vio estaba en uno de locales de copas de La Cubierta. Y entre ambas muertes, se sucedieron tiroteos, peleas con arma blanca e incluso enfrentamientos entre bandas. La plaza cogió fama de peligrosa y muchos jóvenes dejaron de acudir. En la actualidad, el esfuerzo redoblado del Ayuntamiento, unido a los efectos de la crisis económica, está provocando una segunda oleada de cierres de locales.
Segunda suspensión
La celebración de macrofiestas en el coso también ha caído notablemente, aunque todavía tienen lugar cinco o seis al año. La última, planeada para Nochevieja, iba a ser organizada por Miguel Ángel Flores, el empresario imputado por las muertes en el Madrid Arena. Aunque finalmente la concesionaria del edificio, Asuntos Taurinos y Espectáculos (ATE), anunció que no contaría con Flores, la intención de esta de seguir adelante con el evento motivó dos inspecciones del Ayuntamiento que han desembocado en el cierre temporal del recinto «por graves deficiencias».
No es la primera vez que el coso tiene que cerrar. En septiembre del año pasado, tras finalizar las Fiestas Patronales de Leganés, el flamante Ejecutivo municipal —liderado por el nuevo Alcalde, Jesús Gómez (PP)— clausuró durante quince días el recinto por diversas irregularidades. A causa de ello, se abrió un expediente a la concesionaria, ATE, que tuvo que solucionar las deficiencias detectadas. Desde su toma de posesión, en junio de 2011, Gómez ha tratado de reconvertir La Cubierta, a la que tacha de «gueto» y «herencia envenenada», en una especie de centro comercial «similar a ABC de Serrano».
ATE, por su parte, acusa al alcalde de «buscar el populismo y el beneficio propio», añade que recurrirá el cierre por prevaricación y recuerda que «que el pasado 13 de octubre, el Ayuntamiento celebró el Concurso Nacional de Recortes. En ese momento La Cubierta estaba en las condiciones óptimas para su utilización. Apenas un mes después, estando todo exactamente igual, ya no es así».