Raquel Ponce, la cercanía en el stand
Una veintena de niños miran con atención cómo Françoise Vanneraud ha eliminado las malas noticias de la prensa española e internacional ofreciendo primeras páginas optimistas.
La artista francesa expone actualmente en la galería madrileña Raquel Ponce la obra «No me cuentes más historia», una demostración artística llena de símbolos y fantasía que plasma a través del papel y la madera factores de la condición humana como la inseguridad o la fe.
La galería de Raquel Ponce es familiar. Así la define ella misma en su pequeño despacho abierto al resto de la trastienda en el que se escucha el jolgorio de los niños que visitan hoy la galería. Su abuelo, y después su padre, tenían una fundición de arte, donde desde los catorce años convivió con el mundo de la escultura mientras trabajada con ellos durante las vacaciones escolares. Desde 1991, después de acabar la licenciatura en Bellas Artes, Raquel se convirtió en la máxima responsable de mantener el apellido Ponce en el mundo artístico.
- La galerista Raquel Ponce. Por B. Valverde.
Con motivo de los 20 años de la galería, cuatro en el lugar que ahora ocupa, el equipo ha querido ofrecer una visión distinta durante la temporada 2011-2012. El plan se centra en nombres nuevos, artistas internacionales que tienen una visión diferente y que acercan a Raquel Ponce al marco global, las ferias. Maco, en México, la londinense Pulse, y Arco, son apuestas anuales de Ponce.
Cita obligatoria
La galerista y su equipo presentarán en Arco, la feria de arte contemporáneo celebrada en Madrid del 15 de febrero al 19, a tres artistas totalmente novedosos en ese escenario. Los obligatorios de la casa, Rafael Canogar, Gerardo Rueda o Pablo Serrano, dejan paso en el stand de Raquel Ponce a Noe Sendas, Avelino Sala y a la propia Françoise Vanneraud.
El primero ofrecerá a los que visiten la Feria de Madrid veinte fotografías dentro de la serie Crystal, en la que muestra mujeres de formas exhuberantes que recuerdan a la Victoria de Samotracia por la ausencia de cabeza, «la fisionomía está en el cuadro pero se va de él», afirma Ponce.
El resto de los 70 metros cuadrados de los que dispondrá la galería serán ocupados por una escultura de Avelino Sala y un mural pictórico de Françoise Vanneraud en una de las paredes del stand.
Arco supone para la galerista una interrelación del gremio muy significativa sobre todo a posteriori, cuando reitera que es muy importante mantener la relación con los posibles clientes informándoles y orientándoles en sus preferencias. Ponce prefiere el trato en la galería, “con mucho más mimo, cuidado, tranquilidad, para ver y tomarte un café”.
El confeti llegará a espacio artístico situado en la madrileña calle de la Alameda de la mano de Iñaki Chávarri, un artista que junto a Julio Abad presentarán su obra, comisionada por Bernardo Sopelana, el próximo enero. En ella Chávarri grabará confeti tirado al aire para formar su exposición, la cual por su carácter efímero ofrece al coleccionista un mantenimiento de la obra de dos a cuatro años.
Raquel Ponce no da cifras. Tampoco tantos por cientos. La galería no es un negocio para ella, es una manera de obtener dinero para conseguir invertirlo en nuevas obras y más metros en ferias internacionales. Y mientras, sobrevivir. Es optimista. Cree que siempre hay que tener una sonrisa, ilusión y visionar el futuro, «al final te puedes encontrar cómo parejas de novios clientes se han casado y sus niños demandan ir a ver a Raquel». Y hoy estos niños contemplan la obra de Françoise Vanneraud rodeados de folios y pinturas que les esperan al otro lado de su galería.
