Gumersindo Lafuente: «Los medios no comprenden lo que está ocurriendo»
Aunque pertenece a una generación criada y desarrollada en papel, el periodista Gumersindo Lafuente ha sabido interpretar el caos y la importancia de la irrupción de internet para los medios de comunicación. Pasó por Elmundo.es, luego fundó Soitu.es, y por último se embarcó en Elpaís.com. Tras dejarlo en 2012, ahora organiza una nueva fundación inspirada en la estadounidense propublica.org que se llamará Porcausa. Sin embargo, su visión no podía faltar en la XIV edición del congreso de Periodismo Digital de Huesca.
¿Es bueno dejar un cadáver en internet?
Supongo que te refieres a Soitu. Lo bonito de Soitu es que es un cadáver razonablemente vivo. Aún hoy, casi 3 años y medio después de que lo cerráramos, hay gente que enlaza historias y que siguen siendo interesante, diferentes, relevantes. Por otro lado, quizá lo mejor de Soitu, aparte de lo que nos divertimos haciéndolo, es que la gente que trabajó allí, sobretodo la gente joven, están ahora distribuidos… todos trabajan por una multiplicidad de medios muy diferentes y que tienen en común el espíritu con el que trabajábamos en Soitu. En el corazón de ElPaís.com late el corazón de Soitu. Muchas de las cosas que inventamos en Soitu y que empezamos a poner en marcha son las que han ayudado a El País a convertirse en líder.
¿Por ejemplo?
Toda la estructura de la información, la utilización del concepto del tiempo real a través de Eskup, toda la expertise que teníamos de cómo integrar el trabajo en una redacción, los desarrollos de software… Por eso no se trata de un cadáver, en realidad está muy vivo.
¿Qué cree que le faltan a los periódicos para adaptarse a internet?
Olvidarse de que son periódicos. Hoy el periodismo se hace en multiplataforma, y el rey de la multiplataforma es internet. Hay que hacer una reflexión sobre a quién quieres dirigirte y qué tipo de producto quieres hacer y, de ahí, montar una estructura tanto de redacción como de discurso periodístico para alimentar ese producto. Si lo haces a través de un periódico tradicional, es que se queda ya muy corto. Un diario hoy se ha convertido en un contenedor tan limitado para los que estamos acostumbrados a consumir la información de otra manera que a veces se nos queda pequeño. Entiendo que el objeto es poderoso y culturalmente muy aceptado, pero para los que no han nacido con ello ha perdido.
¿El rol de los periódicos de papel y los digitales es el mismo?
Informar, influir y ayudar a comprender la realidad es el rol de los periodistas. Pueden desarrollar su trabajo en un medio más convencional o en internet con diferentes ritmos, pero yo creo que quizá hay que pensar más en los lectores y dejar de estar mareando tanto y pensando en nosotros mismos y en nuestros propios problemas. Y cuando digo pensar en los lectores digo de muy diferentes maneras, también en la forma de consumir la información, algo que tiene que ver con los nuevos soportes.
¿Cómo piensa que se está dando la adaptación de los periodistas a las redes sociales y cómo lo están llevando lo diarios? ¿Es una amenaza o una ventaja?
Yo creo que lo que está ocurriendo es que en el ecosistema de internet la gente busca utilidad y le interesa menos si el que le da esa utilidad es periodista o no, o trabaja para una cabecera o no. Sigue siendo importante, pero ha perdido relevancia. Todo este nuevo ecosistema es una oportunidad para los periodistas. Deben aprovecharlas para hacer asomar su talento y sus recursos personales y acercarlos a las audiencias nuevas que los van a encontrar ahí. Creo que estamos obligados a jugar en este nuevo terreno.
¿Tanto como obligados?
Absolutamente, sobre todo los periodistas más jóvenes que quieran hacerse un hueco ahí. Hemos pasado muy rápidamente del periodista que quería publicar en el papel, a ese que de pronto se ha estrenado y se da cuenta que donde hoy la gente le lee es en internet. Y eso lo ven los periodistas: publican un artículo en papel y nadie les dice nada; publican en internet y la gente les escribe, valora, critica, apoya… Eso está pasando. Hace 3 o 4 años quizá no era tan evidente, quizá el mundo de la influencia, los políticos, la economía, no leía en internet. Pero hoy están pendientes de lo que se dice allí. Las grandes compañías han contratado a equipos para atajar las crisis que les surgen en las redes sociales. La cantidad de dinero y actores que están en ese ecosistema es enorme, se está trasladando. Nos quedamos en la cáscara: no sólo es la publicidad o pagar por la información. Lo que está ocurriendo es un proceso mucho más complejo. Hoy, cuando alguien quiere hacer una campaña de información o contrainformación, lo hace mirando a las redes sociales, ya no lo hace por otros medios fundamentalmente.
Ha abogado porque los medios reduzcan su estructura pero, ¿realmente cree que es posible o que se va a llegar a hacer?
Absolutamente. Se está haciendo, pero agobiados por los problemas económicos. Se está haciendo sin criterio, deprisa y corriendo. Por ejemplo, los periódicos tienen una estructura de marketing destinada a mantener sus ventas en papel y tenían grandes equipos de 15 o 20 personas. Eso cada vez tiene menos sentido. Los periódicos tenían una estructura montada en torno a su parte industrial -rotativa, papel, distribución-, pero hoy su importancia ha disminuido de manera capital. Ya no es algo fundamental que tu debas controlar directamente. Todas esas estructuras hay que minimizarlas y, sin embargo, hay que dedicar dinero a estudiar cuál es el nuevo sistema por el que la gente accede a la información. Eso no se está haciendo con la suficiente rapidez y por eso hay tantos problemas.
¿No le da la sensación de que se está arriesgando muy poco, o por falta de ideas o por falta de valor?
Yo no creo que sea un problema de riesgo, sino de criterio. Claro que los periódicos están intentando o trabajando o pensando qué tienen que hacer, pero el problema es que están metidos en un bucle del que no saben salir, que no comprenden lo que está ocurriendo. No comprenden que su mundo ha cambiado, que lo que antes era importante y decisivo para tener audiencia, ingresos y hacer buen periodismo, ahora no lo es, y que ahora está en otros lugares, tecnologías y estrategias. Depende de un ecosistema de negocio que está tan alejado de su conocimiento que no son capaces de comprenderlo. En ese sentido, creo que es mejor volver a los orígenes: que las empresas donde trabajan los periodistas sean más especializadas, más pequeñas. Durante 20 años estuvimos en la carrera por ser grandes grupos con televisiones, radios, periódicos… y eso ahora mismo se ha demostrado que es ineficiente.
Entonces, ¿cree que los grandes grupos van a morir?
Creo que hay algunos que están diluyéndose.
¿Hay algún periódico digital que crea que lo está haciendo bien en internet?
Hay muchos. En América Latina hay una eclosión de medios, tanto en internet como en papel, que están haciendo cosas muy interesantes, como El Faro, de Carlos Dada. Un medio pequeño, que además tiene 15 años de vida, que es el ejemplo de cómo con un pequeño presupuesto se puede hacer un gran medio de investigación, de historias de largo recorrido. También está La Silla Vacía, Animal Político en México…
¿Y en España no hay ninguno?
Es más fácil decir los de por ahí. En España están naciendo nuevos medios, algunos tan jóvenes que no soy capaz de darte una opinión. Hay otros que me interesan, como eldiario.es, pero creo que somos demasiado convencionales. Nos falta darle un empujón de utilización intensiva de las posibilidades de la tecnología. Pero en España la situación económica es tan complicada que ya damos las gracias con que haya tantas iniciativas y alguna sobreviva.
¿En qué está trabajando ahora?
Estoy en diversas cosas, con las que espero ganarme la vida. Pero sobre todo estoy, y ésta no es para ganarme la vida, armando una fundación que se va a llamar Porcausa para hacer investigación social (hecha por investigadores sociales), periodismo de datos, visualización de datos, reporterismo y crónica de largo recorrido, más ensayo fotográfico, más documentales… Todo en colaboración con otros medios. Vamos a ser una especie de productora, sin una estructura fija. Vamos a hacer equipos ad hoc para cada proyecto, y se financiará fundamentalmente por organizaciones internacionales que también trabajan sin ánimo de lucro.