¿Debe cerrarse RTVV?
Una deuda así no debe mantenerse bajo ningún concepto. El cierre de la Radio Televisión Valenciana (RTVV) es un ejercicio de higiene financiera necesario en los tiempos que corren. España sufre síndrome de diógenes -más de 2.500 empresas públicas bajo el paraguas de «papá Estado»- y debe eliminar aquello que, sin ser imprescindible, está condenado a ser deficitario de por vida. La salida de la crisis pasa por adelgazar la Administración y eliminar agujeros como la RTVV, que no sería rentable ni aunque viviera dos veces. Más de 1.000 millones de euros de deuda y otros 183 en gasto de personal parecen argumentos más que suficientes para terminar con un servicio que en ningún caso puede considerarse como fundamental. La sociedad valenciana estará perfectamente informada sin Canal 9, una empresa que lleva años poniendo en riesgo las cuentas de la Comunidad y por extensión las de todos sus ciudadanos. Queda feo que un compañero de profesión se muestre favorable a una decisión así, pero es momento de establecer prioridades y no esconderse. Debemos elegir entre cuidar una serie de servicios que sí son fundamentales (sanidad y educación) o mantener una empresa ruinosa con la que unos pocos han pegado el «atraco» de su vida. Con mi dinero no, gracias.
#Canal9noestanca. Cerrar una televisión con 24 años a sus espaldas, dejando en la calle a cerca de 2.000 empleados, no tiene sentido alguno. El hecho de que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia anulara el ERE emitido sobre RTVV no da pie a un cierre inesperado e ilógico, sobre todo teniendo en cuenta el vacío informativo y cultural que va a provocar. ¿Quién va a retransmitir la semana de Fallas y el resto de fiestas regionales? ¿Quién va a hablar ahora de Xátiva, de Sueca o de Moraira? Nadie. Igual que nadie valoró la posibilidad de buscar una alternativa al cierre. ¿Por qué no mantener solo Canal 9 y olvidarse de la segunda cadena, la cadena internacional y el Canal 24 horas? ¿De verdad no se planteó la posibilidad? ¿O se pensó que conllevaría mayores consecuencias políticas? Se tomó la decisión fácil. Sin tener en cuenta a los trabajadores ni a la audiencia, que llegó a ser del 22%. Solo la mala gestión fue capaz de rebajar esa audiencia a límites insospechados, pero de eso no tienen la culpa los valencianos. La Comunidad se merece tener una televisión, pero la Generalitat se lo va a impedir. Esperemos que reine la cordura y se dé marcha atrás, y si no, siempre nos quedará Tómbola.