¿Todo vale a la hora de conseguir visitas en internet?
Sí, los reportajes de 2.000 palabras con veinte fuentes y que tumben gobiernos emulando a Woodward y Bernstein engrandecen el periodismo, pero también queremos comer al llegar a casa. Las grandes historias a veces no son las más visibles, necesitan el último desliz de Justin Bieber para que ese lector, que no entra habitualmente en el portal, se deje seducir por una crónica sobre los supervivientes del tifón de Filipinas, una vez ojeado aquel artículo sobre el cantante canadiense. Todo vale para retener al lector y aún más en la peor crisis del periodismo de los últimos años. En la era de Google, del SEO y de las redes sociales, si un medio no se posiciona por delante del resto, su lectura quedará limitada para los familiares y amigos del editor. Cuántos reportajes en profundidad han caído por el desagüe porque la web se dirige de forma exclusiva a un escaso público: sin beneficios, no hay negocio y sin negocio, no hay crónicas maravillosas. Nos debemos a nuestro lector y no a nuestro propio ego, qué no se nos olvide. En paro, la pluma del periodista carece de tinta, aunque siempre quede tu madre para decirte «qué bien escribes hijo».
Los medios de comunicación están para informar. Si entretienen, mejor, pero tienen que informar; esa es su función principal y la única que les da sentido. Internet es un medio distinto con usuarios distintos, pero parece haber una creencia en que el lector de una web tiene menos interés por los asuntos serios que el de los periódicos de papel. No, mire: el consumidor de prensa consume prensa para informarse, y la prensa sigue siendo prensa aunque no esté impresa. A lo mejor es que queremos dejar la prensa por las variedades, lo que sería legítimo, una forma igual de digna de ganarse la vida y posiblemente más rentable. Pero entonces no seríamos periodistas. Internet todavía tiene muchas leyes por escribir. Es cierto, la gente se queda en las noticias sexis y no suele leer más de tres o cuatro párrafos. Pero esto va a seguir siendo así toda la vida si nunca les ofrecemos una alternativa basada en contenidos trabajados, en busca de la calidad y que no estén coartados por el espacio. Es irónico que la longitud de un texto vaya a suponer más pegas en la web que en el papel, donde sí existe el límite físico. Aunque es todavía más irónico hacerse esclavos del contador de visitas cuando los medios de comunicación aún no tienen ni idea de cómo convertirlas en dinero.