Dotor: «El mercado del arte en España es patéticamente débil»
«Dar luz a una galería es una cuestión vocacional», afirma Norberto Dotor, el propietario de la galería Fúcares, un espacio en el que se puede apreciar arte contemporáneo en Madrid desde hace casi 27 años. Este apasionado del arte abrió su primera galería en Almagro (Ciudad Real) en 1974, «en un lugar pequeño de diez mil habitantes donde el interés por la cultura y el arte era mínimo», pero en el que intentaba reconocerse a sí mismo y al mundo a través de las obras de los artistas locales con los que contaba. No duda en reconocer que el comienzo no fue sencillo y con el paso de los años, debido a «la falta de negocio», la galería fue trasladada a la capital de España en 1987.
Dotor afirma que siempre le ha interesado el arte, y que el arte contemporáneo «es llegar y tener conciencia de la actualidad a través de las expresiones artísticas del momento». En este sentido busca para su galería artistas «que conecten con la realidad, con el discurso y el pensamiento de este tiempo». A través de sus obras intenta ver cuáles son las preocupaciones sociales, culturales y de pensamiento del mundo de hoy.
«Un buen artista es una esponja que se alimenta de sus experiencias, que está constantemente mirando, metaforizando… Si no el arte no tendría sentido, sería un mero adorno y un ejercicio de decoración». Para Dotor el arte y la creación son procesos, por lo que cree que no se puede entender de manera aislada la obra de un artista, ni conocer el programa de la galería «a través de una exposición o dos».
Fúcares es una referencia entre las galerías de arte contemporáneo de Madrid gracias a su selectividad con las obras y la seriedad con que se toman la tarea de exhibirlas. Dotor señala que la línea del espacio no está claramente definida, sino que se va desarrollando constantemente a lo largo de las exposiciones, «con el debate interno, con los propios artistas, el personal de la galería y los visitantes». Lo fundamental es, según él, encontrar los puntos de interés comunes en las obras de los artistas que se van incorporando.
El arte en España
Dotor no puede evitar expresar su lamento con el panorama actual del arte contemporáneo en España, el cual califica como «muy malo». A esto contribuye «un IVA muy alto, la falta de ley de Mecenazgo y los escasos presupuestos de los museos para hacer compras», lo que a su juicio hace el trabajo «sumamente difícil».
Además, se queja del trato que reciben los artistas nacionales, quienes han sufrido las consecuencias de «la falta de definición de la política cultural» de los distintos gobiernos de España: «Falta conciencia y sobra complejo de inferioridad en el arte español, que es tan bueno como cualquiera». A propósito de ello, argumenta que los museos y centros de arte españoles deberían apostar más por lo nacional, por el contexto de lo que tienen alrededor y después referenciar eso con artistas de fuera «para poner en valor lo nuestro, lo cual no se hace».
Pero esta falta de reconocimiento dentro de nuestras fronteras tiene consecuencias fuera. Dotor apunta que con la crisis económica actual, las galerías están en una situación muy delicada: «Hay que salir fuera para vender, pero el arte español no tiene carta de naturaleza en el exterior». «He enseñado obras que han impresionado a coleccionistas pero no las han comprado porque no tenían currículo, no habían sido exhibidas en museos», lamenta.
La feria de Madrid
Fúcares ha participado en todas las ediciones de ARCO y actualmente la de Madrid es una de las únicas tres ferias a las que acude cada año. Dotor presume de tener cada día más experiencia en este evento y se felicita de que siempre va «a promocionar y no sólo a vender», aunque admite la importancia de las ventas «para soportar los gastos y mantenerse».
En cuanto al futuro de la feria, dice no verlo alentador, porque «el mapa de ferias ha cambiado y el ARCO de ahora no es el de hace 15 años». Al respecto explica que ha habido una proliferación de ferias y que la de Madrid ha perdido importancia, sobre todo porque su éxito está vinculado con el desarrollo del mercado y el de España es en estos momentos «patéticamente débil». A esta circunstancia añade nuevamente la falta de reconocimiento del arte español, lo que «hace muy complicado vender a clientes extranjeros».
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