Un hotel solo para jóvenes estudiantes
Una habitación transformada. Obras de arte dormidas en las paredes y en la cama. Un espacio de exposiciones espontáneo. Estudiantes que se pierden intencionadamente por pasillos eternos e impolutos, donde cegadoras dicroicas hacen aún más impresionantes los tacones y las faldas de hermosas adolescentes. Sus pasos son seguidos por las inquisidoras miradas de niños bien peinados, con zapatos lustrados y jerseys impecables.
No se trata de un centro de arte. Tampoco es un colegio mayor. Es un hotel. Neo Magna nació hace siete meses en Salamanca con la intención de acoger a jóvenes estudiantes que, en vez de compartir piso u optar por residencias con horario y restricciones, se han decantado por un hotel.
«Vengo de un colegio mayor y la verdad es que prefiero estar solo. En el hotel tengo más independencia y las habitaciones están muy bien», cuenta Jesús Ortiz, un locuaz y altivo joven de 19 años que estudia Derecho y Relaciones Internacionales en el ICADE.
Los jóvenes cuentan con todas las comodidades de un hotel: servicio de habitación, lavandería, gimnasio, solárium, cafetería y restaurante. Pero además, este alojamiento presenta los servicios típicos de los albergues, de los que los dueños intentan diferenciarse pero con los que tienen muchas semejanzas: habitaciones compartidas, sala de televisión con Play Station, películas y juegos de mesa, espacio de trabajo con impresora, WIFI, etc. Además, se organizan exposiciones de arte y talleres en el área común o en las propias habitaciones. Neo Magna aspira a ser muchas cosas, pero sobre todo una residencia, aunque con matices.
«No hay restricciones y nosotros no hacemos de padres pero sí los apoyamos, por ejemplo, si tienen que ir al médico o hacer algún trámite como un certificado de empadronamiento, ya que hay muchos extranjeros», explica Carlos Vergara Alberola, director de Neo Magna. De hecho, el perfil de estudiante que aloja el hotel «ronda de los 18 a los 27 años, es español o latinoamericano, cursa estudios de grado y en el caso de los de postgrado son de escuelas de negocios», añade Mercedes Morales, directora de marketing y ventas.
«Es el primer hotel de estas características, solo para jóvenes», asegura Morales. Aún así, se les da cabida a todos los que quieran hospedarse. «Hay una mujer de 70 años que vive aquí y está encantada, le gusta rodearse de gente joven». Sin embargo, los estudiantes y el resto de huéspedes suelen estar en plantas separadas. Y además, los primeros tienen que superar una entrevista con una psicóloga para poder entrar. «El requisito es el respeto a uno mismo y a la convivencia», apunta el director de Neo Magna.
La buena convivencia se respira en la complicidad que existe entre los jóvenes huéspedes. «Jugamos a la Play, comemos juntos y vemos películas», cuenta Juan Antonio Vargas, un mexicano de 21 años que al llegar a Madrid optó por Neo Magna porque le parecía más cómodo que tener un piso ya que en un hotel «limpian la habitación». Por los mismos motivos eligió la mallorquina Andrea Armenteros esta opción. «El año pasado estuve en un piso y perdía tiempo con la comida y la lavadora». Andrea estudia en la escuela de negocios del centro universitario Villanueva y Neo Magna le queda muy cerca. Aparte, «no tengo restricciones, mis amigas están en colegios mayores y tienen horario», asegura contundente esta estudiante de 19 años, a la que pareciera que ya la han entrevistado en más de una ocasión.
El Neo Magna es barato, según su director. «Hay habitaciones (individuales) desde 42 euros la noche. Es la primera opción en cualquier búsqueda web de alojamientos baratos y encima está en Salamanca». El menú también parece muy tentador. Los chicos tienen la opción de tres comidas al día por 12 euros. En función del tipo de habitación los precios empiezan a subir. La pensión completa cuesta 1050 euros al mes y si se trata de una doble individual con balcón y terraza asciende a 1700 euros.
En el caso de estancias largas (o también cortas) los chicos pueden recibir visitas de sus padres y amigos. «Es muy práctico porque tienen dónde quedarse», apunta la directora de marketing. Hasta ahora, el hotel tiene 16 estudiantes viviendo allí. Aparte de organizar cursos o hacer exposiciones, en el hotel organizan salidas culturales y tienen convenios con muchos bares de la zona que les ofrecen descuentos. «Aparte de estudiar o ver películas, también salimos juntos. De todas formas, me gustaría que en el futuro venga más gente aunque sin perder el ambiente cercano que hay ahora», dice Jesús Ortiz haciendo una panorámica del hotel con la mirada.
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