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Ramón Lobo: “El poder siempre miente”

Ramón Lobo
El reportero Ramón Lobo charlando con los alumno del Máster del ABC. Foto: Lys Arango

Ramón Lobo (1955, Lagunillas, Venezuela) es un ejemplo de reconstrucción periodística. Tras cubrir conflictos en Irak, Afganistán, Bosnia, Gaza, Chechenia, Sierra Leona o Liberia, ahora colabora con medios de comunicación digitales como El Diario o Infolibre.  Inicia su visita a los alumnos del MÁSTER ABC-UCM con una declaración de intenciones. Considera internet una oportunidad para retomar «el control de la profesión».

Tras varias décadas al servicio del periodismo, admite que se ha perdido en cierta medida este control debido al avance de la política en los medios de comunicación. Advierte de que «el poder siempre miente» y aconseja que la labor del periodista «no debe ser comprar lo primero que te cuenten» sino «desconfiar de todo».

Por ello, reivindica un trato de la información más centrada al lector. Tanto en el papel como en la web, «la honestidad, el rigor y la credibilidad» deben estar siempre presentes. «Hay que buscar historias pequeñas que expliquen una situación más grande», recomienda. Alude a varios medios latinoamericanos (El Faro, Etiqueta Negra, El Puercoespín, The Clinic) para demostrar que se puede realizar un trabajo con gran calidad en la web.

A pesar de estas directrices, el propio Ramón Lobo admite que, en un sentido amplio,  los periódicos cada vez «se parecen más a la prensa gratuita» y que «los lenguajes en papel y en web todavía están por resolver», por lo que revindica «un periodismo que haga pensar más». Precisamente sobre el lenguaje hizo hincapié el periodista en su intervención. Para él, las labores de edición son uno de los grandes aspectos a reforzar en el periodismo nacional. «Las crónicas deben ser correctas y estar editadas», afirma. Labores consideradas necesarias en un «trabajo de equipo» como el periodismo.

La experiencia le avala. Su dilatada carrera como corresponsal de guerra lo han convertido en un «aventurero» de la profesión. Ha recorrido medio mundo (y amenaza con dar la vuelta entera en poco tiempo) pero admite que donde ha sentido más inseguridad fue en Chechenia. El lugar más emotivo, Sierra Leona.

A la hora de realizar un viaje a otro país, confiesa preferir los que «se preparan poco». El motivo reside en que, para este trotamundos del periodismo, un viaje menos preparado puede ser más abierto, provocar más sorpresas y, por lo tanto, mejores informaciones.  En cuanto a la tan comentada figura del empotrado, considera que «siempre los ha habido» y que no son del todo incorrectos, ya que son necesarias varias «visiones del conflicto».

EL VALOR DE LA MARCA PERSONAL

Por desgracia, la situación económica que vive el país en general y el sector de la comunicación en particular provocan que este tipo de periodismo, más condicionado por la calidad que por la inmediatez, esté en vías de extinción. Nadie mejor que el propio Ramón Lobo para reflejar la situación, ya que hace dos años un ERE del diario El País provocó su despido junto a otros 131 compañeros.

Esta nueva situación le hizo ser consciente de su propia «marca personal», lo que le ha valido para seguir progresando profesionalmente en varios medios digitales. Si bien el periodista admite que echa de menos la «Tribu» que le rodeaba en el periódico de Prisa, rechaza guardar algún tipo de sentimiento negativo: «No guardo rencor. El rencor es una cárcel y no me ha ido mal», afirma.

Constancia, paciencia y confianza. Son las tres claves que ofrece a los nuevos periodistas del MÁSTER ABC-UCM. «Si tú quieres ser periodista, finalmente vas a serlo», afirma. Además, también remarca el consejo que le ofreció un maestro que despertó en él su vocación por las relaciones internacionales: «Hay que tener claro el marco, todo lo demás son perchas».

Ramón Lobo es consciente de lo necesario que es tener aspiraciones y sueños. No se detiene ahí. Considera que aún más importante que ello es saber hacerlo, tener la capacidad para cambiar nuestros sueños en cualquier momento de nuestra vida. Para él, más que tener un sueño en concreto, lo más importante es «seguir soñando» siempre.

 

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