El fútbol también es cosa de mujeres
Si algún despistado llega al Polideportivo Luis Aragonés de Canillas y mira hacia el campo de juego, seguramente se quedará prendido al encuentro que allí se disputa. Verá buenas jugadas en equipo, quizás alguna individual, y, quién sabe, algún que otro gol. El partido terminará y caerá en la cuenta de que los jugadores no son solo jugadores, también hay jugadoras: si, un partido de fútbol mixto. Nadie lo nota, allí adentro todos son iguales, tan solo los distingue una camiseta.
El intenso frío se hace sentir en Madrid, pero ellas comienzan a llegar, no las amedrentan las bajas temperaturas que invitan a quedarse en casa: hay que salir a la cancha.
Javier García, entrenador, compañero y jefe deportivo espera la llegada de las jugadoras del primer equipo de El Madrid de Hortaleza y lo hace mientras dirige también el entrenamiento de las que serán probablemente las protagonistas del futuro. «Tenemos más calidad que ésta, a ver si lo mostramos», les dice mientras, separadas en dos grupos, una defiende y otra ataca la portería.
Hace más de quince años Javier comenzó dirigiendo un equipo de fútbol sala, que curiosamente era mixto, quizás un presagio de lo que la vida le depararía. En aquel plantel eran las chicas las que siempre cumplían con el entrenamiento y fue así que se ganaron la exclusividad. «Es un tanto diferente entrenar chicas que chicos aunque yo llevo desde casi siempre entrenando con ellas», y añade: «pero al final el fútbol es parecido, lo que es quizás más diferente es la gestión fuera de campo», afirma.
Comparten el terreno de juego con la escuela de los chicos del Real Madrid que depende de la fundación que lleva su mismo nombre. Muchas veces juegan unos contra otros aunque los chicos sean mayores porque «las nuestras son capaces de competir aunque sean infantiles contra juveniles», dice orgulloso el míster.
Allí se respira fútbol. Y no solo como un juego, que lo es, sino que además sirve como una buena excusa para llevar adelante una labor social. La idea de formar un equipo femenino de fútbol surgió hace cuatro años, el presidente tenía una hija que quería jugar, y como las posibilidades que había por la zona no eran muy buenas la idea de crear un club propio comenzó a tomar forma.
Así empezaron, recuperando la vieja tradición de pegar carteles por el barrio, en las farolas, en todos los lugares visibles, y el resultado fue un éxito: llegaron más de 100 jugadoras.
«La idea era hacer una labor para que todo el mundo que quisiera, pudiera jugar», asegura Javier. En esta zona estaba el equipo de Canillas pero solo tenía categorías senior, «a niveles inferiores lo que más cerca estaba era Alcobendas, así que era necesario tener algo por aquí», considera el entrenador, uno de los pioneros en toda esta historia.
Tres equipos de tres categorías diferentes fueron los encargados de dar el puntapié inicial en esta aventura. Aquellas que ya cargaban con la experiencia de jugar en otros equipos asumían el mando para mostrarles el camino a las audaces que por primera vez se sumaban al desafío de hacer rodar el balón.
Trabajo, esfuerzo y dedicación, tres estandartes fundamentales de este Madrid de Hortaleza. Una receta que no tardó en dar sus frutos. Aunque es cierto que el primer año no fue el ideal, tampoco se trató de un comienzo desalentador para aquel grupo que buscaba afianzarse en una liga femenina ya constituida.
Con la llegada de jugadoras con mayor bagaje y nivel -algunas de ellas venían de compartir plantel con chicos-, las cosas mejoraron. Tanto que en los siguientes años no pararon de ganar y subir categorías. El año pasado no fue la excepción y lograron consolidarse en la segunda división Nacional y ahora estar peleando por el ansiado ascenso a primera.
La experiencia de la capitana
Ese es el gran objetivo de este equipo: el gran sueño de jugar en primera. Pero detrás de todo gran sueño debe haber un equipo dispuesto a darlo todo, y hasta un poco más.
Ángela es la capitana de este grupo de mujeres a las que nunca les importó el qué dirán o cuán raro sea verlas dentro de un campo de fútbol. Es de Vigo pero hace nueve años llegó a Madrid para jugar en el Rayo. Los azares de la vida la llevaron a estar un tiempo alejada de las canchas y fue Javier quien la llamó para sumarse al Madrid.
«Es complicado jugar al fútbol femenino, igualmente aquí en Madrid es más fácil que en Vigo, claro, pero sigue siendo difícil porque no es muy conocido y porque la gente prefiere ver el masculino antes que a nosotras, aunque estamos mejor que hace unos años, claro. Hoy me alegra estar en este grupo que pretende llegar a lo más alto», dice esta joven jugadora que ya se dio el lujo de decir presente tanto en la selección gallega como en la española.
Aire fresco
Traer buenos y nuevos aires siempre suma y eso hizo Paloma, una de las incorporaciones de este equipo. Tras siete años vistiendo los colores del Rayo algo en ella ya no era igual, algo se había roto y buscó un cambio que finalmente encontró en el Madrid. «Siempre es bueno cambiar, necesitaba disfrutar del fútbol otra vez y esta es una experiencia muy bonita, con el objetivo de subir a primera. Estamos todas muy unidas y que todas luchemos por un mismo objetivo nos va a llevar lejos», asegura.
Poco a poco cada vez son menos los que se extrañan al encontrarse con estas mujeres. Muchos llegan a verlas jugar tan solo por curiosidad y terminan por entender lo apasionante del mundo del fútbol femenino.
«Sin duda lo más difícil de ser mujer y jugar al fútbol es no poder vivir de ello. El esfuerzo que hacemos es demasiado grande, muchas trabajamos o estudiamos y luego tenemos que venir a entrenar aquí», cuenta Paloma quien además habla de la liga que disputan. «Es muy competitiva. Hay cinco o seis equipos muy fuertes, que siempre están luchando arriba y después están los que se supone tienen menos nivel pero que en definitiva son los que siempre te la ponen muy difícil», sostiene.
Sangre nueva
Se la ve pequeña fuera de la cancha pero a simple vista se nota que le sobra carácter. Lucía es una de las benjaminas del plantel, con apenas 15 años se ha ganado su lugar y lo disfruta día a día siempre pensando en crecer y divertirse.
«Es un deporte que siempre me ha gustado, me ha llamado la atención. Llegué el año pasado al club, venía de jugar con chicos pero como ya no podía jugar más con ellos me vine. La verdad es que es muy bueno jugar con ellos, coges mucho más físico y aunque el juego y la colocación en el campo es distinta, es muy gratificante la experiencia», afirma Lucía.
El Madrid de Hortaleza está en la segunda división de la liga femenina española. Formada por 14 equipos, se juega a ida y vuelta, y el líder del grupo juega con el resto de campeones de España. De entre estos 7 equipos más el mejor segundo, dos subirán a primera división. Y es allí donde quiere terminar el año el conjunto de Javier García.
La liga es muy competitiva, hay equipos filiales como el Rayo, el Atleti y otros equipos de alrededores como Castilla-La Mancha y Castilla y León.
Sin lugar a dudas este equipo quiere más. Para ellas no es suficiente haber ascendido anualmente de categoría, ni ser el segundo club, después del Barcelona, que más jugadoras aporta en categorías inferiores a la selección española de fútbol femenino, mucho menos les conforma ser firmes candidatas al ascenso. En este Madrid de Hortaleza lo que sobra es sed de gloria.
como siempre, gran nota.