Una mascarada navideña
San Juan de Beleño, núcleo central del concejo de Ponga, es una aldea perdida entre valles color esmeralda, montañas nevadas y agrestes, barrancas imposibles y nieblas casi eternas. Estos poblados del oriente de Asturias, al pie de los Picos de Europa, permanecen varados en una era agraria y preindustrial, resistiendo como pueden frente a los locos romanos que se afanan en el consumismo de la era global. Cual aldea gala, permanecen fieles a tradiciones antiquísimas y a un modo de vida que se desvanece.
Una de esas tradiciones es la fiesta del Guirria, cuyo origen se pierde en tiempos ignotos donde los ritos de fertilidad eran de uso común. El día 1 de enero, «primeru d´año», a eso del mediodía, un personaje burlesco, ataviado con capirote y ropajes arlequinados, careta blanca y barba negra, hace su aparición en las calles de la aldea. Porta un gran palo de avellano sobre el que va dando saltos. Tras él, una corte de jóvenes montados a caballo va pidiendo el aguinaldo mientras cantan coplillas a las puertas de las casas donde habita alguna muchacha.
En realidad, la tradición marca que la fiesta comienza en la noche de fin de año cuando se reúnen los mozos y mozas sin compromiso. Aquellos que tengan más de 15 años pueden participar en este encuentro en el que se empareja a los jóvenes solteros del pueblo mediante sorteo. A partir de ese momento, en la noche primera del año, el chico casadero debe acudir a la casa de su pareja para hacerle un regalo y darle «unes corbates», postre típico de la zona hecho de hojaldre. Junto a los regalos y los dulces, le entrega las papeletas del sorteo, grapadas como símbolo de unión. La moza adquiere en ese momento el compromiso de invitarle a cenar a su casa, siempre en presencia de la madre.
Así comenzaba el cortejo y el conocimiento de los jóvenes, que tenía el objetivo de fomentar futuros casamientos.
El día de «añu nuevu», cuando el Guirria sale a la calle, comienza un maratón alocado de carreras y saltos durante los cuales arroja la ceniza que saca de su zurrón a cuanta gente encuentra a su paso. Ser el Guirria es un honor para los mozos del pueblo, ya que durante ese día el papel que juega en la mascarada les concede algunos privilegios. El Guirria de este año cuenta entre bromas que «tenemoslo to permitió, nun nos puen negar na», mientras que las mozas del pueblo señalan que el Guirria de 2015 «ye muy besucon».
Los asistentes celebran con risas el encuentro del Guirria con alguna de las jóvenes y guapas mozas. El personaje protagonista de la mascarada se abalanza sobre ellas para llenarlas de besos y abrazos.
La corte burlesca recorre la aldea asturiana durante todo el día, acudiendo a las casas para que los aguinalderos puedan recolectar las contribuciones monetarias del pueblo. Con ellas se financia una cena la noche de Reyes. Durante la visita a las casas, los vecinos ofrecen viandas y manjares al cortejo de mozos, mientras que ellos entregan castañas como símbolo de fertilidad. En alguna de las casas, sale a relucir una gaita durante el improvisado convite que se le otorga a esta milenaria procesión pagana.
Los orígenes del Guirria
Los vecinos de San Juan de Beleño no saben determinar con exactitud cuál fue el origen y el momento de inicio de esta celebración. Pero existe constancia de su existencia ya desde el siglo IV de nuestra era.
Escritores como Ánxel Álvarez ven su origen en las religiones indoeuropeas precristianas y en la sincretización de estas con la cultura romana y el cristianismo. Fiestas similares existen en otros lugares del norte de España. Se pueden observar en Asturias, Cantabria, Galicia y País Vasco, así como en otros países de Europa.
Incluso existe una coincidencia de fechas en todas ellas. El periodo invernal es el momento de celebración de estos ritos, que se concentran en el calendario entre Navidad y Carnaval. Durante estos meses, el cristianismo estableció una serie de festividades que coincidían con los ritos de las religiones precristianas del neolítico, la protohistoria y la primera antigüedad. En estos ritos tienen su origen fiestas como el Guirria de San Juan de Beleño o la más desconocida de Os Reis del Valledor, en el concejo de Allande, en el extremo opuesto de Asturias.
Historia viva que nos llega de siglos antiguos en los que los hombres vivían inmersos en la naturaleza y en los que el sentido de comunidad se alejaba del individualismo feroz de nuestros días. El Guirria es un resto de aquel mundo que nos toca conservar y proteger como un legado de todos.