El «comecocos» se gradúa en la Universidad Rey Juan Carlos
Una figura con cuerpo en forma de esfera y de sonrisa desbordante lleva en su mano un diploma universitario. Su amarillo chillón destaca sobremanera entre los fríos y sobrios edificios de su alrededor. Es Pac-Man, el primer graduado en diseño y desarrollo de videojuegos de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
Pac-Man, el «comecocos», es un personaje de videojuegos de la empresa japonesa Bandai Namco. Creado por el diseñador nipón Toru Iwatani en 1980, es hoy un icono cultural que ha trascendido las recreativas para surcar las series de televisión y convertirse en la taza, mochila o despertador preferido.
Reside en el campus de Móstoles desde el 19 de diciembre de 2014 cuando se inauguró la estatua, la primera relacionada con el sector en un espacio público que se mantiene de forma permanente en España. Su destino reconoce la labor del centro en desarrollar la formación de videojuegos en el país, al ofertar el primer grado en desarrollo de este tipo de ocio en una universidad pública madrileña. La Universidad Jaime I de Valencia fue pionera en incorporar este tipo de carrera a nivel nacional.
La iniciativa corrió a cargo de Ziran Comunicación, la agencia de comunicación en España de la empresa japonesa de videojuegos, Bandai Namco. Su cofundador, Francisco Díaz, explica que ellos fueron los responsables de la gestión y supervisión del encargo, que fue propuesto al escultor Juan Villa. Según explica recibieron la propuesta en el mes de marzo de 2014. Tuvieron que adaptarse al diseño en 3D de Pac-Man que debía integrar en uno de sus guantes el diploma del grado.
La escultura, de más de dos metros de altura, está compuesta de una modalidad de poliéster y fibra de vidrio, con un acabado final con pintura exactamente igual a la de la carrocería. Tanto la base como el interior de la pieza, incorporan una estructura metálica que hace que se sujete sin problemas. «Siempre es complicado hacerla a prueba de bombas pero tienes que intentarlo y asegurar», añade.
El proceso de elaboración, planeado en un principio para cuarenta y cinco días, se aceleró. Al final, dispusieron de un plazo de semana y media para terminar la obra en un proceso que fueron «chequeando» periódicamente con Bandai. Asegura que pese a su experiencia en personajes de animación o del mundo del tebeo, «es la primera pieza que hacemos en el ámbito del videojuego».
Formar para divertir
Los alumnos del grado ya han completado el primer cuatrimestre de la carrera. Una de ellas es Ana María Recio, que ingresó en el centro para especializarse en diseño gráfico y animación 3D. De momento está satisfecha con la experiencia pero remarca su dificultad. «Es un grado para ciencias y los que vengan de sociales o módulos se tienen que buscar las mañas en cosas que se enseñaron en bachiller».
Darío González Fernández, otro de los estudiantes, destaca también esta idea: «cuando entras en una carrera así, tienes una idea totalmente distinta a lo que finalmente te enseñan. Incluso cuando ves en el programa “Física para videojuegos”, no es como creerías: es física pura y dura». Afirma que el programa de los siguientes cursos permitirá centrarse más en los videojuegos, pero para Darío el primer año es «demasiado caótico porque tocas muchas cosas. Muchas veces te preguntas, ¿para qué me va a servir esto en el futuro?».
La carrera, según el subdirector de alumnos de la Escuela de Ingeniería Informática de la URJC, César Cáceres, es una combinación entre el diseño y la ingeniería, con predominio de esta última. Reconoce que «al ser el primer año que se celebra, errores cometeremos y veremos si habrá que ajustar las asignaturas coordinándolas para evitar solapamientos». En estos primeros meses del grado destaca la gran motivación de sus estudiantes. «Cualquier tarea que les propones se lanzan a hacerla con una creatividad impresionante, que además motiva al profesor». Recuerda que muchos han tenido que lucha por ocupar una de las cincuenta plazas disponibles, sesenta si tenemos en cuenta la doble titulación que incorpora Ingeniería de Computadores.
Tanto Ana como Darío afirman que no podrían costearse la carrera en una universidad privada. «Da mucho coraje no poder estudiar en algo que te gusta solamente por no tener dinero para pagártelo». César reconoce que con la crisis y los recortes, «contratar profesorado específicamente para videojuegos en un grado es complicado». Los expertos que no pueden permitirse contratar, los traen en forma de ciclos de seminarios.
El estudiante Gabriel Aparicio ya ha tenido la oportunidad de desarrollar su propio videojuego con su equipo de trabajo. Se titula «The booth at the end» y está basado en la serie estadounidense con el mismo nombre. En el juego la protagonista, Melody, tiene la misión de sacar de su casa a un señor enclaustrado. Al avanzar en la historia, averiguarás que es un asesino. «Cuando lo descubras puedes o bien entregarle o sacarle de la casa y obtener la información que buscas. Hemos querido plasmar a la gente que hay veces que no podemos hacer todo lo que queremos y a veces eso es lo correcto», afirma. En el proyecto han trabajado cuatro personas durante un mes. Gabriel se ha encargado del diseño de todos los elementos de la casa: el suelo, la iluminación, los muebles, etc.
En lo que respecta al sector de los videojuegos en España, los tres estudiantes coinciden en que las mejores oportunidades están fuera de nuestras fronteras. «España es un sector emergente pero considero que la mejor salida que puedes tener es salir fuera si quieres algo grande», afirma Darío. Aunque destaca que la sociedad acepta este tipo de ocio cada vez más: «Ahora parece que el raro es el que no juega a nada».
Los avances del sector no se detienen. Según datos de la Escuela Profesional de Nuevas Tecnologías CICE, en los últimos cinco años se han creado 330 empresas dedicadas a la creación de videojuegos en España que dan empleo a más de 4.500 personas. Por otro lado, el consumo se mantiene fuerte. La Asociación Española de Videojuegos (AEVI) indica que durante las fiestas navideñas, un setenta por ciento de los padres tenían pensado regalar este tipo de ocio.
La industria del videojuego crece en España y lo hace con un título universitario bajo el brazo.