El cáncer y la psicología
La palabra cáncer cambia vidas. Cuando un médico la pronuncia provoca un golpe inmediato, un mazazo cuyo impacto no se detiene en los pacientes, también alcanza a familiares y amigos. Sentimientos y emociones condicionan el desarrollo de la enfermedad, por lo que asociaciones contra el cáncer y oncólogos intentan proporcionar un apoyo psicológico constante. El cáncer genera el movimiento de muchas personas que tienen un único fin: luchar contra la enfermedad.
María Ángeles tiene 52 años. Trabaja en una empresa de transportes y en 2014 pasó a ser una de las aproximadamente 26.000 mujeres a las que les diagnosticaron cáncer de mama en España. Su médico del Hospital Doce de Octubre le dio la noticia el pasado 28 de mayo, precisamente el día de su cumpleaños. Aún así, en el momento que supo que tenía cáncer no pensó en su vida o en su futuro, sino que se centró más en sus seres queridos. «Lo que pensé fue en cómo se lo iba a decir a mi familia. En mi caso, a mí me preocupaba mucho como contárselo a mi madre». Superó «más o menos» el golpe y empezó el tratamiento.
Durante la enfermedad, el entorno del paciente tiene un papel fundamental. La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) se encarga de dar apoyo psicológico tanto a los afectados como a los familiares. Desarrolla proyectos, concierta talleres de comunicación y cuenta con un teléfono de apoyo psicológico que funciona las veinticuatro horas del día. En él, el equipo de la AECC escucha a los afectados y les aconseja en aspectos médicos, sociales o psicológicos. Patrizia Bressanello, psicóloga encargada de esta línea telefónica, afirma que muchos enfermos preguntan precisamente sobre la forma de comunicar la noticia a sus seres queridos. No existe un patrón común, «depende del caso, el tipo de relación o si se lo queremos decir a nuestros padres o a nuestros hijos pequeños».
Los familiares, en cambio, suelen pedir información sobre la forma de dar apoyo. La psicóloga afirma que muchos de los parientes que acuden a esta línea telefónica buscan «cómo ayudar», algo que no es fácil. María Ángeles cree que «a veces no te atreves a contar a tu familia todo lo que se te pasa por la cabeza por no hacerles daño». La enfermedad puede ocasionar cambios de humor en el paciente difíciles de comprender. Son fluctuaciones de ánimo habituales y que, según Patrizia Bressanello «no deben ser tomadas como algo personal. No hay que buscar que el paciente esté siempre animado, no siempre hay ganas de luchar».
El cáncer provoca una serie de estadios comunes (rabia, temor, negación…) durante el desarrollo de la enfermedad. Aún así, en el proceso cada persona tiene sus propias emociones. En el caso del cáncer de mama suele haber un trastorno emocional muy grande, en parte por la posible extirpación de los senos. Sin embargo, para María Ángeles han sido las sesiones de quimioterapia uno de los factores que más le han afectado: «Cuando entras en la sala de quimio ves a tanta gente… te encuentras con personas tanto mayores como jóvenes y te das cuenta que las enfermedades no hacen ningún tipo de selección».
El tratamiento tiene dos caras. Puede llegar a ser muy efectivo, pero sus consecuencias son devastadoras. «Aquí es cuando empiezas a sentir que estás enferma. Tienes que acostumbrarte a verte calva y vives con un catéter puesto», cree María Ángles. Como en su caso, muchos pacientes condicionan su vida en función de las sesiones y los efectos físicos que estas suelen acarrear (cansancio, delgadez, falta de apetito, debilidad de las uñas, vómitos…). Ni ocio ni trabajo, después de una dosis es prácticamente imposible realizar algún tipo de actividad que requiera esfuerzo físico, por mínimo que este sea. Todo ello genera un gran impacto psicológico. Esta situación, al igual que las sesiones de quimioterapia, se suele prolongar durante meses.
La importancia de un abrazo
Los oncólogos son los encargados de pautar este tratamiento. Supervisan en todo momento al paciente, son conscientes de su evolución y le comunican las buenas y las malas noticias. Una palabra, un silencio o un simple gesto suyo puede cambiar el mundo de una persona enferma y condicionar su estado psicológico. Bressanello destaca que los doctores desarrollan una labor muy reconocida y valorada por las personas en tratamiento, aunque «hay excepciones». La sensibilidad de los pacientes es muy elevada, por lo que «en ocasiones las palabras de los oncólogos pueden, sin pretenderlo, tener consecuencias muy dañinas».
En hospitales como el Ramón y Cajal de Madrid no existe un psicólogo específico en el servicio de Oncología, por lo que son los propios médicos los que abarcan este rol. «A nivel profesional no tengo nada que objetar, pero he echado de menos un poco más de cercanía con los pacientes, una palmadita en la espalda de vez en cuando», asegura María Ángeles Escribano. Las visitas al hospital se vuelven tan asiduas que en ocasiones se establece una relación estrecha con el personal. En estas consultas el médico tiene una tarea complicada, en la que no sirven ni las palabras crudas ni los tecnicismos.
En muchas ocasiones el problema es que el paciente no se entera completamente de lo que le ocurre. Hay demasiados tópicos y poca información real. Carlota (nombre ficticio), una residente de Oncología, sostiene que, en muchas ocasiones, estas personas están «estigmatizadas». Según sus palabras, muchos estudiantes no quieren hacer Oncología porque existe la creencia generalizada de que la tasa de mortalidad es muy alta, aunque en realidad hay otras especialidades donde fallecen más pacientes. Patrizia Bressanello también apoya esta teoría: «El cáncer genera unas connotaciones que no tiene otra enfermedad, aunque esta última sea mucho más graves». Según AECC, la supervivencia global del cáncer de mama a cinco años del diagnóstico se situaba hace poco más de un año en un 82,8%. Carlota cree que «en realidad muchos de los pacientes de cáncer tienen una alta esperanza de vida con una buena calidad».
Internet es otro lugar donde se acude a buscar respuestas. La web puede servir como soporte de distintas iniciativas solidarias de asociaciones contra el cáncer que se hacen virales en las redes sociales. Entre ellas se encuentra la última propuesta de la Asociación Contra el Cáncer de Páncreas, que destaca la importancia emocional de abrazar a la gente que padece la enfermedad. La propuesta se engloba bajo el hashtag –lema–#abrazosacanpan y pretende que personas afectadas cuelguen sus fotos abrazándose en la web.
Qué viene después
Hay casos en los que tras superar la enfermedad el paciente aún cuenta con algún tipo de problema emocional ocasionado por el cáncer. La recuperación no es solo física, también incluye una parte psicológica que puede demorarse más en el tiempo. Muchos de ellos no se adaptan a su nueva rutina, alejada de pruebas y revisiones. Patrizia Bressanello asegura que muchos pacientes continúan llamando al teléfono de ayuda cuando ya han superado la enfermedad. «Durante el proceso el paciente cuenta con atenciones y cuidados. Cuando lo superan dejan de ser observados, ya no van a ver a los médicos y pueden tener la sensación de abandono o el miedo incluso de que vuelva la enfermedad», sostiene la psicóloga de la AECC.
Cada proceso tiene sus propios ritmos. Hoy, una cirugía y varias sesiones de quimioterapia después, lo más duro para María Ángeles sigue siendo «asumir» la enfermedad. No siente «ningún dolor o molestia» y cree estar viviendo «una situación surrealista». Hay personas que superan el cáncer cuando les dan el alta médica definitiva, mientras que otras tienen que esperar un poco más. También existe ayuda cuando hay que comenzar de nuevo y la enfermedad ha quedado atrás.
El cáncer es un proceso único, pero no tiene por qué vivirse en soledad.