Películas para olvidar en sesiones para recordar
El centro cultural Casa del Reloj está situado en Madrid, cerca de Legazpi, y sus actividades suelen centrarse en la tercera edad, dedicando un pequeño recinto a los bailes de salón donde se oyen viejos valses vieneses. Contrasta con el aledaño centro social de Matadero, en el cual las últimas tendencias de teatro alternativo y cine documental atraen a los consumidores más modernos de la capital. Es normal, así, que el día libre de la sesión de películas de la web Cine Cutre se celebre en ese centro cultural; parece como si fuera una especie de oposición deliberada al mundo del cine con prestigio crítico.
De hecho la lista de film proyectados dista mucho de ser «intelectual» y son seis películas tan opuestas a la crítica habitual como La leyenda de Tarzán, Puño de Furia Contacto Mortal, Los Campeones Justicieros, Mil Máscaras contra la momia Azteca, Una Noche para Descuartizar y Stridulum». Entre el cine de explotación más obvio, las películas de Kung-fu de menor calidad y los dramas de ciencia ficción más absurdos se desarrollan estas sesiones, que son capaces de mezclar desconocidos actores orientales con figuras más conocidas como unos despistados John Huston y Shelley Winters en Stridulum. Todas las películas, incluso las de la mañana, son seguidas por un público apasionado que celebra todas las pifias, efectos especiales de baratillo e intensas actuaciones con berridos y gritos a la pantalla.
El organizador del evento de Cine Cutre se llama Oso, y recuerda que llevan haciendo el festival durante «cuatro años, y éste ha sido el que ha tenido más gente» por el aumento de días. La web se define perfectamente en el subtítulo del logotipo («¿En serio se han gastado 200 millones en esa basura?») y en el repertorio de actores y directores en el olvido como Steven Seagal que lo ilustran: toda una declaración de intenciones. Oso es un aficionado a este cine que ellos llaman «de derribo» y ya era conocido en este mundo por su bitácora llamada costreando. Su principal logro, según él, fue su duelo a golpes en un combate de boxeo con el director alemán Uwe Boll (Alone in the Dark, Postal, etc.)
Este incremento de espectadores, que incluye ya la colaboración con distribuidoras para estrenar productos como Zombeavers y Dead Snow 2 (castores y nazis zombis respectivamente), no ha supuesto para Oso una traición a las ideas fundadoras del evento y comenta: «reunirte con amigos para ver películas de derribo nunca se va a perder: siempre va a estar ahí». Esta experiencia es todo lo contrario al cine de filmoteca, y afirma: «cuando observo que la gente no grita, no habla en medio de la película, veo que algo está fallando, así que echo la bronca, y pego un par de gritos».
Cine de barrio
Los críticos de cine de mayor audacia han reivindicado este cine popular, alejado de cualquier baremo, como una ventana a otro tipo de cultura. Así, Jordi Costa en Mondo Bulldog (1999) instaba a «escarbar la basura» buscando gemas de la mal llamada «baja cultura». El cineasta Alex de la Iglesia también definió bien su pasión por este cine Z y fantástico al periodista Borja Crespo de este modo: «la realidad en sí misma no me interesa. Me aburre y me resulta angustiosa y muy decepcionante. Por eso me apetece cambiarla (…) En realidad todo el cine es fantástico, todo es un simulacro».
Con un mercado cinematográfico tambaleante, que como pequeña luz de 2013 a 2014 ha visto pasar de 61,2 a 72 millones de espectadores según el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), iniciativas como la de Cine Cutre permiten el acercamiento con precios bajos o entrada libre. La citada mejora en la cantidad de espectadores se debe a la creación de un evento similar con precios reducidos, la llamada «Fiesta del cine» y también gracias a la flexibilización en los días del espectador. La reciente celebración de este evento congregó a 2.196.101 espectadores, suponiendo un aumento considerable de un 13% respecto a la anterior edición. Los eventos de Cine cutre se iniciaron a la vez que estas ferias para el gran público y permiten dar salida a un tipo de cine que resulta muy difícil de distribuir en el país.
Paco Fox, periodista de Canal Plus y coorganizador de la muestra, llega a afirmar que «no existe un mercado para este cine popular en España» y cree que su distribución es «caótica». De este modo «debido a la piratería y al IVA cultural es muy complicado amortizar cine fantástico, de género gore o marginal. Es más fácil hoy en día traer una película israelí independiente que traer Zombis Nazis 2». Precisamente por eso las distribuidoras han colaborado este año en la organización. Comenta Oso que «otros años hemos tenido permiso del autor de la película o de la productora, pero este año al tener películas de pago en los cines de Callao sí hemos hablado con la distribuidoras directamente, que nos han cedido estas películas –Dead Snow 2 y Zombeavers- gracias a la colaboración de Canal Plus».
El éxito ha sido inmediato, y esas dos películas estrenadas a un precio de cuatro y cinco euros en el Cine de la Prensa en Callao llenaron sus salas. Con esa bajada de precio, pagando la mitad de una entrada normal, los organizadores de Cine Cutre habían respondido sin querer a las salas vacías que parecen ser la tónica dominante del cine en Europa. Ahora queda la pregunta, ¿podría existir un circuito de salas donde realizar este ciclo de cine de género?
Paco Fox ve esto«muy complicado», y comenta que «parte del público que ve estas películas es el que más sabe de Internet, el que más está enterado, ergo, el que más se las piratea». Este tipo de cine, recuerda Fox, tarda en llegar a España «más de cuatro meses, ya que requiere una compra de derechos y un plan preciso de explotación». La compra de estas películas es complicada, ya que «los precios de las distribuidoras internacionales son muy altos y ellos no son conscientes de que en España los precios para amortizar estas películas deberían ser más bajos». Los precios «bajos» tienen una rápida respuesta en este festival de cine «cutre» y los bonos de 12 euros para las cuatro películas (un maratón de Kung-Fu) proyectadas en la sala Artistic Metropol se agotaron en apenas un día. Pero, ¿quiénes son los espectadores de este cine tan poco señalado?
Carcajadas en compañía
El público en las butacas está dominado por varones en su veintena, pertenecientes casi a todos a tribus urbanas determinadas, que hacen del disfrute de estas películas una forma de ser. Todo ellos acompañan las películas con imprecaciones divertidas a la pantalla, muchas escatológicas, que son respondidas por otros en un partido de tenis por quién dice la injuria más ingeniosa. En ocasiones, gracias a la interacción entre la pantalla y las butacas, se logran verdaderas gestas de ocurrencias que llegan a durar varios minutos.
Para la escritora Jimina Sabadú, asistente a las proyecciones y premio de novela Lengua de Trapo en 2010, este cine está «justamente aplastado por la crítica: no merece otra cosa, los creadores de este tipo de cine no buscaban transgredir, buscaban hacer una buena película…sin éxito». Es parte de la ironía, ya que para Jimina «las películas que nos interesan a todos en estas sesiones son las que se consideran involuntariamente malas. En estos film se combina la falta de talento con una idea muy mala y la circunstancia de que nadie sabe trabajar empezando por el director y terminando por la última persona del reparto».
Ese factor sarcástico, la comedia involuntaria, parece ser el motor del disfrute real de los asistentes. De hecho, la escena más celebrada en el thriller futurista Stridulum fue el montaje un tanto defectuoso entre los pájaros de cera y sus víctimas al final del film. Una especie de reverso de baja calidad de las escenas ideadas por Alfred Hitchcock en Los pájaros.
El éxito de esta escena, que llegó a ser vitoreada, hace justicia a lo que afirma Oso sobre esta experiencia colectiva: «notas que se hermana la gente y ahí tienes a ancianos, niños, gafapastas, heavies, friquis, señoras…Todo el mundo disfruta la película».