Moncloa-Argüelles

El sendero del celuloide

Paseo de fama madrileño. Foto: L.M.C.
Paseo de la Fama madrileño. Foto: L.M.C.

La céntrica calle madrileña Martín de los Heros, entre Ventura Rodríguez y Plaza de España, es peatonal desde 2009. Poco más de 200 metros en los que los coches han dejado de ser los protagonistas, cediendo ese privilegio al séptimo arte. Un tramo en el que el cine se ve, se camina y se lee.

Edificios pares e impares convergen, unos frente a otros, en este epicentro cultural. El día del espectador marca el ritmo de la angosta calle que, gracias a los pasos y al bullicio del gentío, se colapsa. Los cinéfilos se agolpan en hileras para acudir a las sesiones del circuito independiente por excelencia que comienza en el número 14, donde se ubican los cines Golem. Asentados sobre los antiguos multicines Alphaville, inaugurados en 1977, cuentan con cinco salas y una oferta que pretende diferenciar el cine de autor del comercial y difundir la cultura extranjera a través de sus películas, en versión original. Amaya Rica, responsable de la única taquilla de estos cines, tiene claras sus ventajas: «Las películas que se proyectan aquí son más especiales, ya sea por la temática, la fotografía o la música, y eso contribuye a enriquecer la cultura y diversificar los gustos. A mí incluso me gusta ver a actores desconocidos y apreciar el acento noruego o turco de sus protagonistas. Se vive con otra intensidad el cine en versión original», asegura mientras cobra a una pareja las entradas del filme turco «Winter Sleep».

Pósters de películas como la rusa «Leviathan» o la mauritana «Timbuktu» adornan la cristalera de su fachada e invitan a levantar la vista al público que camina contemplando las estrellas del Paseo de la Fama de Madrid, a los pies de los Golem.

Pedro Almodóvar, José Luis Garci, Concha Velasco, Penélope Cruz, Carmen Sevilla. Nombres de actores y directores españoles se materializan en las veintiséis estrellas de mármol del Paseo, copia a pequeña escala de su homólogo hollywoodiense. El crítico de cine Jordi Costa cuestiona su utilidad: «Me parece una tontería de entrada, una réplica muy simbólica pero que no sirve de nada, no hace ni bien ni mal al cine español». Amaya Rica también critica la inversión realizada por el Ayuntamiento de Madrid en 2011: «Se han gastado mucho dinero en algo que luego olvidaron. No ampliaron las estrellas como prometieron y, habiendo tantas personas importantes en el cine español, ¿por qué algunos están representados y otros no?».

Fernando Trueba, Juan Antonio Bayona, Javier Bardem, Sara Montiel, Pilar Miró. Y así, las estrellas de los diecisiete actores y nueve directores diseñadas por Óscar Mariné, prestigioso diseñador que vivió la Movida, continúan hasta el 12 de la calle. A dos números de sus vecinos los Golem, se mantienen los cines Renoir desde 1986. Un escaparate plagado de carteles y graffitis en colores vistosos intenta llamar la atención de los viandantes que, en ocasiones, ceden ante el reclamo y se detienen frente a los cines. Aunque en sus salas no es tan común encontrar explosiones, persecuciones de trenes o juergas universitarias, en ocasiones se cuelan en su oferta algunas películas comerciales.

Cines Renoir. Foto: L.M.C.
Cines Renoir. Foto: L.M.C.

En Martín de los Heros, la calle no es de nadie, solo del cine, y quizás por eso la variedad toma la palabra. Miguel Carrasco, vecino del barrio, prefiere la versión doblada. «No sé inglés y aunque estén subtituladas, si atiendo a la letra me pierdo las imágenes y, para eso, yo no voy al cine y más con los precios de ahora», afirma contundente.

Mientras los pasos de Carrasco se alejan, Julia García contempla, frente a los cines, una hoja con información sobre las películas que se proyectan. «Estos cines tienen clase. La gente que viene lo hace porque aprecia ver películas diferentes y de calidad. Soy de Canarias y siempre que vengo a Madrid entro en los Renoir. Hoy vi “Señorita Julia” y pude apreciar la interpretación de los actores, algo impensable con la versión doblada. Es cuestión de preferencias», sostiene con una sonrisa la mujer de 70 años.

Otro de los habituales de este epicentro del cine madrileño es el crítico Javier Ocaña. El jienense guarda un cariño especial por otro de los locales cinéfilos de Martín de los Heros: «El único libro que he escrito y publicado tuvo su presentación en la librería Ocho y Medio», comenta Ocaña. Se refiere a «La vida a través del cine», con prólogo del director Alejandro Amenábar. «Allí estaba yo, muy joven, con mi familia, mis amigos y la prensa. Eso es inolvidable. Hacen una gran labor, desde luego», recuerda el crítico.

María Silveyro con su perro Lucas. Foto: L.M.C
María Silveyro con su perro Lucas. Foto: L.M.C

La librería Ocho y Medio nació en el sótano de los Alphaville, hace ya 25 años y tomó su nombre de uno de los clásicos del cine del director italiano Federico Fellini. Comenzó como un proyecto personal impulsado por la voluntad de Jesús Robles y María Silveyro, un matrimonio amante del celuloide. Lo que en sus inicios era un reducto del cine que al igual que el público tenía que adaptar su horario al de los multicines, hoy es una de las librerías especializadas en el sector más prestigiosas de Europa. Y también de las más recurridas. Se trasladó a la acera de enfrente. No querían abandonar su «casa». «Además, él se empeñó en que esta calle tenía que ser peatonal y se pasó años luchando hasta que lo consiguió. Es una manzana muy especial para nosotros», cuenta María.

A pesar del ambiente cinéfilo que ya se respira en la calle, atravesar la puerta del número 11 de Martín de los Heros es un viaje a la gran pantalla.

«La cámara no puede verlo todo a la vez, pero de aquello que elige ver se esfuerza al menos por no perderse nada», citaba André Bazin, cofundador de la revista francesa Cahiers du Cinema. Eso mismo le sucede al curioso que avanza por ese rincón. Dentro, más de 30.000 títulos toman la palabra. El ritmo en Ocho y Medio ya no lo marcan los 24 fotogramas por segundo, como en la acera de enfrente, sino el lector que busca en la librería algo más que lo que la pantalla le ofrece. Marcello Mastroianni, Audrey Hepburn o Marilyn Monroe cobran vida junto a posters del cine español, como «Los amantes pasajeros», última película de Almodóvar.

El cine también se lee

En la librería Ocho y Medio no hay paredes. El amplio y diáfano espacio se sustenta sobre columnas repletas de dedicatorias. Viajan hasta alcanzar la luna de George Méliès que, atravesada por un cohete, corona la tienda. Su particular homenaje a uno de los planos más famosos de la historia del cine. Sofia Coppola y Tim Roth estamparon su firma en las mismas. Con Woody Allen, la relación fue de ida y vuelta. Con su firma y unas palabras, agradeció su edición de guiones. Pero entre las firmas también se esconde alguna joya del cine español, como la claqueta que separó las secuencias de «La herida luminosa», del director José Luis Garci.

«Una de mis preferidas es la de Pedro Almodóvar, “el cine también se lee”», comenta María Silveyro, y añade: «Me parece una frase redonda y que resume todo lo que es esto».

Dedicatoria de Almodóvar. Foto: L.M.C.
Dedicatoria de Almodóvar. Foto: L.M.C.

En medio de la librería, Ibrahim Ahmed, uno de los actores de «Timbuktu», la cinta mauritana nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa, charla en francés sobre su película. Sus palabras retumban entre los libros y perpetúan su estruendo cuando termina hablando de lo inevitable: «Naces para dar sentido a tu vida. El paro es el problema y es universal, y la gente se agarra a lo que puede, aunque sea al mal, a la yihad».

María Silveyro ocupa un rincón en la entrada. Ahora regenta el local sin Jesús, que falleció a causa de un cáncer en julio de 2013. Las dedicatorias de profesionales del cine la rodean y su perro Lucas, un West Highland blanco, la escolta. «Lucas, por Luke Skywalker», matiza la gallega, mientras lo acaricia con ternura.

María reconoce que tanto ella como su marido han sido siempre «un poco soñadores». Ambos preferían «decorar los escaparates y la librería» a gestionar la parte empresarial. Pero la librería se vio abocada a su inevitable reconversión. Todo empezó con una frase del guionista Rafael Azcona: «Las dos cosas más bellas de este mundo son una estantería llena de libros y botellas alineadas en un bar». Amigo de ambos, Azcona proporcionó la idea definitiva para sacar a flote la librería que, como todo el sector, se resentía de la crisis. María y Jesús aprovecharon el amplio espacio del que disponían y crearon una cafetería en su interior, a la que bautizaron Gatopardo, obra de Di Lampedussa adaptada a la gran pantalla por Visconti. «De la librería solo no se vive, así que vimos la oportunidad de ampliar el negocio. He perdido el sentido del tiempo, creo que fue hace cinco años. Empezó como algo pequeñito donde pensamos ofrecer dos cafés y cuatro tartas pero la gente venía y pedía más y al final ocupa un espacio bastante grande y realmente es lo que nos saca de muchos apuros», sostiene Silveyro.

En Ocho y Medio no se deja nada al azar. «Jugamos un poco. Al llamarse Ocho y Medio decidimos que todo tuviese el mismo recorrido. “El Gatopardo”, además de ser una película italiana es también una de mis novelas favoritas. Y Via Margutta —la otra cafetería, sin barra pero con chimenea— es la calle donde vivía Fellini con Giulietta Masina y donde se rodaron escenas de “Vacaciones en Roma”. En la cafetería, las películas también se sirven y sus títulos adornan la carta. «Así todo tiene una coherencia», comenta la librera. Lo mismo sucede con los aseos sobre cuyo marco reposa en hierro la palabra «ASTILLEROS». «Nos lo regaló Fernando León de Aranoa después de rodar “Los lunes al sol”», asegura.

María Silveyro se emociona cada vez que recuerda a Jesús. «Esto antes era un proyecto de dos personas y ya solo me he quedado yo». Cada día levanta la verja y continúa la labor iniciada junto a su marido. «Hemos estado mucho más cerca del cine que de los libros, y creamos una relación con la gente de este mundo. Ahora que ha muerto Jesús la verdad es que la gente no me ha dejado sola», sostiene.

Recuerda una frase que la periodista Maruja Torres compartió en Twitter tras la muerte de su marido: «La gente como Jesús no muere: se va a la gran pantalla». «Maruja lo quería mucho pero no sé… No muere, pero no está», comenta sobre Jesús.

Y con el carácter de María pero sin la voluntad de Jesús, es ahora cuando a Ocho y Medio le falta más que nunca su otra mitad. «Él ya no está pero todo sigue recordando a él».

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