El teatro, nuevo actor en Lavapiés
Durante los últimos años, a la par que el barrio de Lavapiés se ha ido transformando, ha aparecido en él una subcultura social, fruto de la multiculturalidad propia de la zona. Antes había una gran cantidad de salas de teatro –casi las mismas que ahora–, pero no se asociaba Lavapiés con la cultura y menos con el arte. Sin embargo, algo está cambiando. Ahora se palpa en sus calles una corriente cultural al margen de lo oficial que se transforma en una gran cantidad de iniciativas que no se dan en otras zonas de Madrid. Llega hasta aquí gente de todas partes y de distintos perfiles. Han conseguido asociar al barrio a conceptos que antes rehuían.
Uno de estos proyectos surgió hace ya un año, en febrero de 2014, bajo el nombre Lavapiés barrio de teatros. Es una iniciativa que reúne catorce espacios diversos y heterogéneos que tienen como nexo común «el teatro y la dignidad de este trabajo», según recoge en sus estatutos. Surge en época de crisis para buscar una alternativa a la creación y la difusión de las artes escénicas, pero no lo hace en un lugar cualquiera, sino en Lavapiés.
Dentro de esta iniciativa se encuentra Nuevo Teatro Fronterizo (NTF), que fija su sede en la calle de la Cabeza. Lo que propone desde hace cuatro años en la capital es «romper las fronteras del teatro con la vida; relacionarlo con todo tipo de pensamiento, desde la filosofía o la historia con cuestiones sociales», indica Alejandra González, que gestiona este proyecto dirigido por el dramaturgo José Sanchis Sinisterra. Por sus instalaciones, donde se pueden encontrar desde pizarras o un gramófono hasta libros como «El Principito», pasan a la semana alrededor de doscientas personas, de distintos perfiles y procedencias. Algunos profesionales y otros no. Esta mañana ensaya en su sala grande un grupo de diez personas y hasta el despacho llegan los gritos de sus ejercicios.
Eva Redondo, que participa en el grupo de investigación dirigido por Sinisterra desde hace tres años, se acerca cada martes desde el cercano barrio de Embajadores. «En Lavapiés pasan cosas, hay una cultura en ebullición y cada vez son más los que vienen hasta aquí para descubrirla». Su compañero Juan, otro actor de dilatada trayectoria, se traslada desde Toledo, pues ha encontrado en el Nuevo Teatro Fronterizo «las ganas e inquietudes» que también le preocupan a él.
El objetivo de NTF, además de proponer un espacio de creación e investigación en dramaturgia actoral, es incorporar el teatro a la sociedad, pero también integrar a los inmigrantes del barrio y proporcionarles herramientas que puedan serles útiles en su día a día. «Si estuviéramos en la Castellana no sería lo mismo», destaca González. Además de los talleres dirigidos a actores profesionales, organizan actividades como «Leyendo África», en la que acercan a los jóvenes del barrio la lectura, la gramática y el lenguaje a través del teatro. «Al involucrar a los vecinos se crea una relación muy enriquecedora, tanto para ellos como para nosotros, con gente que se acerca de todas partes del mundo; con perfiles muy normales», señala.
En Lavapiés convergen, al igual que sobre las tablas, culturas y nacionalidades diversas. Porque el teatro, al igual que este barrio, no tiene más bandera que el cuerpo de sus actores.
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