Café el Mar: «Toda actividad cotidiana es un acto político»
Las laberínticas calles escarpadas de Lavapiés dibujan un mosaico étnico, donde confluyen culturas de medio mundo que colorean comercios y plazas. En el número 31 de la calle Embajadores una fachada antigua de azulejos grita «Salón de Peluquería». Sin embargo, a la derecha de la entrada, la pizarra caballete que hay sobre la acera vocea con trazo de tiza blanca: «desayunos y menús».
Cuando dejamos atrás la fachada, patrimonio cultural del barrio, entramos en un mundo singular: El Café el Mar. En este local, de productos ecológicos y vegetarianos, se defiende un espacio reivindicativo donde se impulsa el trabajo en red con organizaciones, colectivos y movimientos sociales. «Nosotras siempre decimos que toda actividad cotidiana es un acto político», comenta Ana, una de las ocho mujeres que regenta el establecimiento.
Este Café constituye un proyecto social y de economía alternativa cuya esencia es la autogestión de la asociación Ocsi, una organización de cooperación y solidaridad internacional. En 2013 tomaron las riendas del negocio como una nueva fórmula de reinvención, debido a la caída de la financiación pública y privada de las ONGs durante la crisis. Con el dinero recaudado financian proyectos en España y en América Latina.
Ana es trabajadora social con experiencia en cooperación internacional, y como ella, ninguna de las otras 7 personas que atienden a la clientela proviene del mundo de la hostelería, por lo que su puesta en marcha ha sido todo un reto. Cuando idearon el proyecto no buscaban que fuera en Lavapiés, pero aclara Ana, que ha sido un acierto, «ya que este barrio es un foco interesantísimo de movimientos sociales».
Para ganarse el título de rincón ecológico, el Café El Mar tiene otra iniciativa que es imposible pasar por alto: Las cestas ecológicas. Con ella pretenden llenar la nevera de los madrileños de los «productos más sanos». Los vecinos la adquieren a pocos pasos, pero el Café también ofrece un servicio a domicilio con transporte en bicicleta, gracias a la asociación con la tienda contigua FixiDixi.
El respeto al medio ambiente no se queda en los productos a la venta, si no que empezó en la remodelación del local. Los Supermanitas, una cooperativa del barrio, ayudaron a reformarlo con productos no contaminantes y muebles reciclados; desde las puertas a las mesas, pasando por las paredes y el baño. Además detalla Ana que este colectivo «trabaja de una forma alternativa a través del trueque y dan cursos de formación para que luego tú seas autónomo y sepas arreglártelas solo».
En la misma línea, Café el Mar forma parte del programa Movimiento Contra la Intolerancia en Lavapiés, que organiza partidos de fútbol con chavales. Su contribución se basa en la aportación de varios litros de limonada casera y unos bizcochos. Así, poco a poco, el proyecto está convirtiéndose en una red de apoyo. «Al fin y al cabo esto es como un pueblo, si no nos ayudamos entre nosotros, quién lo va a hacer», concluye la joven encogiendo los hombros.
Me encanta el proyecto, sus productos y la comida casera está super buena. Se nota el amor y la calidad de los alimentos.
Un ambiente super acojedor. La cerveza artesana riiiiiiquiiiiisima ! Y qué decir de las camareras 🙂
Volveremos seguro!!! ♥