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En busca del género perdido: los nuevos autores de literatura fantástica

Una historia carcelaria con protagonistas de armas tomar, un evocativo wéstern en un planeta desértico, una rocambolesca historia en cuatro planos, investigadores esotéricos en el Madrid de fin de siglo, reconstrucciones de la Barcelona del paralelo a través de Himmler… ¿Qué tienen todas estas historias en común? Ante todo, de manera original, una escapada hacia delante respecto a los géneros propios de la literatura española. Los libros escritos Daniel Ausente, Noel Ceballos, Guillermo Zapata, John Tones, Francisco Serrano y Álvaro Cortina suponen una reivindicación de la literatura de género, siempre despreciada en España como «menor» o fuera de cualquier «canon literario». Todos ellos son periodistas, aficionados al cómic y el cine de género, y no hacen ascos a nombres como Lovercraft o Poe.

Ortega y Gasset se refirió con cierta melancolía a que la literatura española sólo tiene tradición «realista», pero quizá el cambio generacional de los últimos años, ajeno en gran parte a toda tradición literaria de aquí, retoma referentes y elementos largamente olvidados. La propia Ana María Matute recibió la frialdad de la crítica literaria con su «Olvidado Rey Gudú», al recordar ella misma que muchos consideraron la novela despectivamente como «las cosas de Ana María».

 El filósofo Fernando Savater rememora con verdadera emoción como ·«el mejor verano de su vida» aquel que pasó leyendo «El Señor de los Anillos», y llega a decir que esa literatura popular, «fantástica», era nuestra «fiesta mayor, delicia y riesgo». Pero el tiempo ha hecho que el fantástico sea más denso, adecuado a las sociedades modernas y use otras técnicas de escritura muy distintas. Todavía es cierta la definición de Guy de Maupassant, el gran cuentista francés, en «Lo fantástico» donde afirmaba que «el escritor de fantástico ha buscado los matices, ha merodeado alrededor de lo sobrenatural antes que penetrar en él».

Los jóvenes autores citados, que todavía no pasan la mayoría de los 35, son verdaderos fanáticos de la ficción de género y mezclan elementos externos de otro tipo de novelas. Se presentan, así, en gran parte alejados de las tendencias dominantes en la crítica literaria.

 Fantástico para todos

Entre la reconstrucción de un universo baldío -en ocasiones con tintes de gran novela americana- y el relato de género, «Perros del desierto» de Francisco Serrano supone un tipo de ciencia ficción insólito, casi marciano en la novelística aquí. Con vocación de excepcionalidad, Serrano alarga una trama no tanto por falta de ingenio, especialmente agudo en la reconstrucción de una secta de eremitas, sino por la necesidad de establecer un marco elegiaco del universo futurista. Afirma el autor que «aunque la novela pueda tener rasgos de otros géneros el planteamiento es medularmente ciencia ficción, algo más que anécdota o cobertura. Es un género bastardo, híbrido, capaz de absorber casi cualquier planteamiento narrativo y es por eso que me fascina».

Portada de la novela Perros del desierto, escrita por Francisco Serrano
Portada de la novela Perros del desierto, escrita por Francisco Serrano – MEMENTO MORI

Los personajes, las aventuras, son accidentales ante ese planeta que agoniza, en una versión orgullosamente menor de la épica de Frank Herbert en su novela Dune. La trama, especialmente sus giros finales, sorprenderán a más de un lector. La evocación del escenario, post apocalíptico, linda en ocasiones con un tipo de descripción densa, alejada del género común:

 «El burdel estaba en la llanura. Vieron sus luces amarillentas relumbrando en la oscuridad, al abrigo de una colona rocosa. Dos contenedores de carga que alguna vez pertenecieron a una nueva espacial, veinte metros de largo cada uno, conectados mediante una pasarela tubular también pensada para su uso en el vacío».

Cercano a esta literatura popular, sin duda inspirado por el Thriller carcelario de los 80, Pedro Berruezo (conocido como John Tones en el ambiente de cine, cómic y fanzines –publicó en Mondo Brutto-) desarrolla en pequeños capítulos de gran intensidad una guión de Darío Argento inédito en su «Nigromancia en el reformatorio femenino». Intencionadamente quebrada, buscando al lector con imágenes y ritmo de novela pulp, Pedro logra un artefacto vigoroso en el que cada página cuenta. Entre escenas lésbicas, violencia gratuita, y estética basura, la historia alcanza su mayor nivel en los monólogos femeninos donde Berruezo reconstruye bien, quizá mucho mejor que en el cine de Argento, la mentalidad de las protagonistas. Dice Berruezo sobre estos pequeños soliloquios: «Si acaso hay un pequeño discurso, voluntariamente críptico, sobre el poder magnetizante de la cultura pop y que sí quería aislar del resto (las alucinaciones), es la única vez en la que hay cierta intencionalidad en ese rollo episódico».

Estas dos primeras obras de Memento Mori, pequeña editorial comandada fundada por el periodista sevillano Alberto Haj-Saleh, tienen vocación de construir un discurso, un mercado, para la literatura popular y traer de nuevo al kiosco un tipo de ficción. Para Alberto «si algo bueno ha traído Internet a la cultura ha sido la revalorización de todo aquello despreciado por la crítica oficial. Los cómics, la ciencia ficción, el policiaco, el terror, el género en fin, ha encontrado su nicho crítico también los autores entre 30 y 45 años crecieron con estas cosas, y últimamente no hacemos más que ver a escritores adentrándose en estos terrenos».

 Sus últimas publicaciones, escritas por los periodistas Guillermo Zapata y Noel Ceballos, ofrecen también discursos de género que parasitan otros géneros: la novela social en el caso de «Una bala a Dios y otra al Diablo» y «La Escuela Nocturna» gran parte de la vieja literatura decadente del Madrid de inicios de siglo. Para Ceballos su novela es una «invitación a la danza para anarquistas, actrices de variedades, mafiosos, cultos macabros, escritores vanguardistas, sociedades secretas, lavanderas, adictos, damiselas de provincias, marqueses, desconocidos deseables y, en realidad, cualquiera que se atreva a dejarse ver en un callejón durante una noche».

Portada de la novela La Escuela Nocturna, del periodista Noel Ceballos - MEMENTO MORI
Portada de la novela La Escuela Nocturna, del periodista Noel Ceballos – MEMENTO MORI

Una España en el Madrid de Max Estrella, pero pasada por un discurso de Thriller que debe mucho a las ficciones modernas:

 «Las balas salían de los revólveres avisperos del otro coche y silbaban demasiado cerca de las orejas de Víctor, que miraba hacia atrás maldiciendo su suerte y no paraba de gritarle al conductor anónimo de automóvil que, por lo que más quisiera, pisara el pedal de acelerar como si la vida le fuera en ello».

Este desenfreno en la narrativa, parejo en todas las obras, no es excusa para que se evite un marcado discurso social. Este es el caso de la obra de Zapata, crítico y agitador cultural, donde las negociaciones sobre la venta de un alma critican el galimatías económico moderno. Su visión heroica, por otra parte, dista mucho de ser canónica:

 «Los héroes pasan la mayor parte del tiempo llorando, vomitando o en medio de una confusión absoluta. No saben nada. No sabemos nada, pero vamos improvisando».

Costumbrismo y filosofía

Dentro de esta revitalización del género, y de mayor experimentación las obras de Daniel Ausente y Álvaro Cortina «Mataré a vuestros muertos» y «Deshielo y Ascensión» lindan con este discurso, aún conteniendo muchas trazas de realismo o especulación filosófica.

Ausente, que es una autoridad en el mundo de la cultura popular gracias al blog Ausente y su nick Absence,  mezcla conspiraciones nazis sin olvidar la tradición oral olvidada de la vieja Barcelona libertaria:

 «Las ratas de Barcelona, y su Rey de Ratas, cuentan una historia que acaeció en el Barrio Chino allá por 1981, en un solar abandonado y lleno de escombros que una tapia de ladrillo separaba de la calle Prom. Allí dentro anidaba una rata de talante curioso, aunque todas lo son por naturaleza, que tenía por afición observar a los humanos que se colaban dentro de su territorio».

Más ambicioso, con el apoyo de escritores como el citado Savater, Álvaro Cortina Urdampilleta presenta en «Deshielo y Ascensión» una rocambolesca historia que mezcla aventura conradtiana y ciencia ficción de estilo duro. Obra a varios tiempos, con protagonista múltiples Erikson-Vargas, Stefano Lenz, es todo un descubrimiento ya que en su furibunda mezcla, entre la genialidad y la locura, consigue todo un logro narrativo para ser su primera obra. El escritor justifica esta polifonía de este modo: «no tuve en mente para nada algo así como la ciencia ficción clásica, en realidad, tampoco la literatura posmoderna actual. ¿Fue intencional la mezcla de géneros? En parte sí, y en parte no. Tenía claro que quería fundir todo tipo de literaturas que me iban gustando, sin restricción de ninguna»

Deudora de la ciencia ficción intelectual en el sentido de H.G. Wells, la historia debe gran parte de su éxito a los monólogos, y a lo largo de la trama se cuelan  también especulaciones filosóficas con eficaces y repentinas escenas de acción.

Álvaro Cortina  - JEKYLL Y JILL
Álvaro Cortina – JEKYLL Y JILL EDITORIAL

¿Son estos ejemplos una tendencia a consolidarse entre los jóvenes autores? Es en cierta manera una reivindicación del género, de las primeras lecturas y el éxtasis adolescente en el sentido que lo filmó Arrebato de Zulueta. Pero es una ciencia-ficción, como hemos visto, hibridada, lejana a las férreas barreras de la baja cultura que se imponía a este género en los 50 e inicios de los 60. Los autores ven, como dice Serrano, el género como una oportunidad para llevar sus historias más allá. Una excursión sin brújula a universos lejanos y ritos cercanos que busca viajeros intrépidos.

Una literatura que rememora, citando a Ceballos en «La escuela nocturna», «los tiempos en los que la maravilla casi se rozaba con las yemas de los dedos»

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