Hable con ella a contraluz
Dos colores: azul y rojo. Dos rotros femeninos: los de Leonor Watling y Rosario Flores. Tras ellas, un fondo oscuro. El perfil de Leonor Watling, su mirada inanimada, muerta. La mirada fija de Rosario Flores, intensa, expectante y valiente. Esta dicotomía entre lo activo y lo pasivo, la debilidad y la fortaleza, nació de la imaginación de Pedro Almodóvar, que la convirtió en personajes de Hable con ella, y los trazos de Juan Gatti la plasmaron en su cartel.
Desde La ley del deseo hasta La piel que habito, los carteles de las obras del cineasta han nacido de la mano de este diseñador argentino que, aunque su nombre no sea muy conocido, ha nutrido el imaginario español de las últimas décadas a través de sus creaciones. Además de su constante colaboración con Almodóvar, Gatti es también el creador de las portadas de la mayoría de trabajos —como el Descanso Dominical de Mecano, o del Deseo Carnal de Alaska— que los jóvenes de «La movida» escuchaban en sus radiocassettes y tocadiscos.
Al Gatti profesional se le reconoce por su estética Warhol —pasó un par de años en Nueva York durante los 80—, sus portadas ochenteras y coloristas, sus numerosos carteles de cine español e incluso sus colaboraciones con el mundo de la moda, con Jesús del Pozo o Purificación García. Pero, como en el cartel de Hable con ella, el propio Gatti tiene también dos caras, dos miradas artísticas que se entrecruzan sin coincidir: el Gatti profesional da paso a otro más personal, libre de encargos ajenos, el creador de Contraluz.
Las dos caras del argentino se exhiben, hasta el próximo 1 de abril, en la Sala Canal de Isabel II. Una retrospectiva recoge sus trabajos de tres décadas, pero también 40 fotografías en blanco y negro y gran formato de nueva creación, que dan título a toda la muestra, y que están hechas para sí mismo.
La planta baja de la sala de exposiciones recorre el universo iconográfico de Gatti, con carteles de cine, portadas de discos y campañas de moda. Un viaje en el tiempo que evoca aquellos años en los que Madrid nunca dormía, las cintas de cassette se rebobinaban con un bolígrafo, las crestas y el color predominaban en los peinados y la revista Madrid Me Mata se vendía en los quioscos. Una sonrisa se escapa entre quienes visitan esta zona del recorrido, cuando muchos se recuerdan y reconocen 30 años atrás, vestidos y peinados de aquellas forma característica de entonces.
Ya en el siglo XXI, guapas, esbeltas y sugerentes mujeres posan sensualmente para el objetivo del fotógrafo. El despampanante escote de Penélope Cruz —un crío lo señala insistentemente mientras su madre se lo lleva de la mano hacia el otro lado de la sala— o una provocativa Leonor Watling que, despojada del personaje que Almodóvar le brindó en Hable con ella, posa exuberante en ropa exuberante la ropa interior para la revista Gq.
Tras subir las escaleras, el escenario se transforma. El mismo crío que señalaba el escote de «Pe» ahora mira hacia arriba con ojos de sorpresa. Se ha quedado callado, ya no alborota, solo contempla ensimismado. La sala se ha vuelto oscura, pero a la vez, inundada de luz. Una luz que Gatti ha seleccionado celosamente y colocado con mimo para dar sentido a cada objeto como forma visual. Es, en palabras del organizador de la muestra, Rafael Doctor, «un gran homenaje a la luz». Un caballo blanco juega con la iluminación hasta volverse tridimensional, hasta salir del cuadro. Como él, todos los objetos a los que Gatti ha brindado su particular iluminación convierten la sala del Canal en un universo nuevo, distinto, donde dejarse envolver y perderse.
Como broche final, la tercera parte de este Contraluz es un montaje audiovisual emplazado en un lugar muy especial. La cúpula de la Sala Canal, lo más alto del antiguo depósito de agua, se convierte en un inmenso planetario. El propio Juan Gatti habló de una muestra para que la gente sienta, se emocione, algo sensual, primitivo. Y a juzgar por la reacción de los visitantes, lo consigue.
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Me ha gustado conocer al personaje.
Presenciar su obra debe ser toda una experiencia.
Me gustaria estar en el lugar donde se expone todo.Está claro que tal como lo has expuesto despierta la curiosidad de ver todo lo que el Señor gatti ha realizado.
Muy bueno.
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La descripción de la obra de Gatti, muy acertada, no cabe duda que es un «mago de las formas y la luz», su visión del «mas alla» de las cosas nos transporta a su maravilloso mundo visual.
Solo nos queda disfrutar de su obra.
Interesantes comentarios. El fcaniabrte debereda contratarte como excelente comercial.La verdad que es un rollo llevar el mf3vil, la ce1mara de fotos, la pda, el gps. a1 Menos mal que dejamos el paquete de tabaco, el mechero El deda que sea mayor y pueda me lo comprare9.Le digo a J. A. que lea tu blog. Ya sabes que es un forofo de estas cosas.He visto algunas de las fotos de la vuelta a Espaf1a.Supongo que pasaredas por Punta.Un abrazo